Sábado, 1:00 p.m.
El Poeta: ¡Buenas buenas, Gruñilda!
Gruñilda: ¿Tú eres?
El Poeta: ¿Cómo estás, Gruñilda? ¿Te ha sonreído el día?
Gruñilda: Ahhh, eres el chico de las tontas notas, ¿cierto?
El Poeta: Exacto.
Gruñilda: ¿Qué quieres?
El Poeta: Saber cómo estás. ¿Te falta algo en la vida?
Gruñilda: Bien. Pero no necesito nada de nadie.
El Poeta: ¿Siempre eres así de fría? ¿No tienes un lado más cálido?
Gruñilda: ¿Tú qué crees? Mira, seré directa. Agradezco tu buen gusto, pero por el momento no estoy interesada en compartir mi tiempo con nadie. Solo tengo tiempo para mí. Gracias por tu interés, pero no gracias.
El Poeta: Yo también seré directo. Me gustas, mucho, y no me daré por vencido. Solo te pido una oportunidad. No te arrepentirás.
Gruñilda: En serio, te lo digo. No pierdas tu tiempo conmigo; porque no va a pasar nada.
El Poeta: No dejaré de insistir. No me daré por vencido. Quiero conocer tu corazón.
Gruñilda: Como desees. Ya te avise que tu esfuerzo será en vano.
El Poeta: Valdrá la pena. Me gustas mucho, y aunque seas fría, me gusta tu forma de ser.
Gruñilda: ¿En serio? ¿Te gusto por mi personalidad?
El Poeta: Ya sé que me saqué de onda con eso, pero esa es la verdad. Eres única. Feliz noche, Gruñilda.
PD (no enviada): Deseo con el alma que algún día pueda darte las buenas noches después de un besito en la frente
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Editado: 30.10.2024