– Lo siento –Dice a escasos centímetros de mí.
Quiero decirle algo, pero me abstengo considerando su estado. Solo asiento mientras rodeo el carro para subir.
– ¿Tu carro, dónde lo dejaste? – Pregunto debido a que no lo vi en el estacionamiento.
– Vine caminando, necesitaba despejar mi mente.
Coloco el auto en marcha, no pienso llevarlo a casa de sus padres así que conduzco hasta el apartamento que rentaba para nosotros. No vivíamos juntos, pero en ocasiones nos quedábamos para ver películas o solamente para pasar un rato alejados de todos.
En todo el trayecto Joe no dijo ni una sola palabra. Subimos las escaleras y tomé las llaves para entrar. Siempre dejamos una copia escondidas en caso de emergencia. Observo a Joe sentarse en el sofá, cabizbajo y un poco adormecido.
– Lo siento – Murmura, casi inaudible. Camino hasta la sala y me siento en el sillón al frente de él.
– Yo…
– No he terminado, –Joe me interrumpe –Sé que no debí de haberte besado. Quiero pensar que la propuesta de matrimonio te asustó y por eso cambiaste de idea acerca de nuestra relación, pero te conozco perfectamente Zoe.
Nos miramos en un silencio que no es para nada incómodo y puedo ver en sus ojos que los efectos del alcohol han bajado, extrañaba esta sensación. Éramos mejores amigos, nos contábamos todo, cada pequeño detalle y cuando empezamos a salir todo eso cambió.
– ¿Sabes Zoe? Siempre te amé, desde pequeños. No lo digo en forma de hermanos o amigos. Desde pequeños creo que eres el amor de mi vida, por eso nunca te comenté de alguna chica, ni tenía citas, porque yo te quería a ti…Entiendo que no me amas de la misma manera y que quizás deba de acostumbrarme a que solo me veas como tu mejor amigo, pero por favor no me alejes de tu vida, quiero verte seguido, que hablemos y todo lo demás.
Sus ojos están cristalizados, sé que lo que dice es cierto y no puedo evitar sentirme mal. Aprecio que sea honesto conmigo, es difícil verlo de esta manera y saber que soy la causante de su dolor.
– ¿Te quedas a dormir? –Pregunta mirándome fijamente. Yo solo asiento, y ambos caminamos hasta la habitación.
Decidimos compartir la cama, al principio Joe no quería, pero yo no iba a permitir que durmiera en la sala. Desde pequeños hemos dormido juntos, así que sería un poco ridículo ahora.
Me dejo caer poco a poco en los brazos de Morfeo, de repente me encuentro en un muelle, con las estrellas iluminando todo el horizonte.
– Ya me estaba preocupando, creí que no llegarías – Reconozco su voz de inmediato, sin necesidad de voltearme a verlo. Puedo sentir que se acerca y me abraza mientras murmura un leve “te amo” en mi oído.