Mi madre había recibido un trabajo como administradora de una empresa muy reconocida allá, y la necesitaban de urgencia. No sabía que decir, en mi mente pasaban solo esas palabras ¿Viaje?¿Nuevo hogar?¿Nuevos amigos?¿Nueva vida?.
-Madre, entonces ¿viajaremos?–dije mientras sentí como mis ojos se cristalizaron, sé que dije que la felicidad de mi madre es importante, pero para esa noticia ya no lo era.
-Si hija, será la próxima semana–dijo mientras yo no podía aceptarlo todavía, que iba a pasar con mi mejor amiga. Temía a que no iba a reaccionar feliz sino haría berrinche como un niño cuando no le dan su juguete favorito.–Tendremos un nuevo hogar allá, así que deberíamos seguir empacando.
-Si madre, todo sea por tu trabajo y tú felicidad–dije con una sonrisa fingida, no podría creerlo ni mucho menos aceptarlo, pero al final accedí.
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Al día siguiente fui al instituto, no quería decírselo pero era necesario. No podría irme y desaparecer sin dejar rastro ninguno, ¿para que mi amiga se preocupara más? no, así en este momento iba en dirección a ella.
Mi mejor amiga volteo y al verme sonrió y se abalanzó sobre mi como si no nos hubiéramos visto en años, pero eso pasaría cuando yo me vaya y talvez no vuelva o sino solo vendría a visitarla.
-Hola amiga–pero yo no estaba nada feliz y ella lo noto–Y ¿esa expresión horrible que tienes en la cara?–ella odiaba verme de ese modo, le mire directamente a los ojos y nose como mis lágrimas empezaron a estallar.
-¿Por qué lloras amiga?¿A quien mato esta vez?–esa última frase hizo que me riera poco, pues si estaba riéndome con lagrimas–Vamos sé que tienes algo que contarme–me tomo del brazo y me llevo al parque que se encontraba atrás de mi clase.
Nos sentamos en un banquito de madera, nos quedamos viendo fijamente mientras me limpiaba mis lágrimas. No soporte más y me abalance sobre ella, no quería soltarla, quería que ese momento durará una eternidad. Después de un largo tiempo al fin nos separamos y decidí comenzar a hablar.
-Amiga necesito decirte algo–ella me miraba atentan–Y...yo te...tengo...–mi voz se estremecía mientras le decía la noticia, al terminar la frase ella se echó a reír a carcajadas.
-Pero qué dices, otras de tus ¿bromas?–pero ella vio mi rostro serio y su risa se volvió en seriedad tambien–enserio tienes que viajar a ¿Seoul?–asenti con la cabeza baja, ella no sabía que decir ante esa situación y como pensaba se puso a llorar descontroladamente.
-Lo siento Vanne, tendré que dejarte pero te prometo que vendré a visitarte–ella puso su mirada fija en mí y me abrazó como si nunca me iba a volver a ver en su vida yo correspondi su abrazo. Estuvimos un buen rato así hasta que nos separamos.
-Y ¿cuando te irás?–dijo mientras limpiaba sus lágrimas.
-Me iré esta semana–le dije tristemente–todo sucedió de repente, yo no sabía na....–senti una brazos enrrollandome y juntandome a su cuerpo.
-Está bien te comprendo, no tienes que decir nada mas.
Luego de ese momento de tristeza decidimos ir a nuestro lugar favorito a divertirnos ya que después de ese viaje no lo íbamos a volver hacer a menos que la visite y salgamos. Fuimos a un parque natural donde una parte de ese era lleno de flores de colores y el césped verde.
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Asi paso la tarde de rápido, mientras más quería que pasara lento más rápido iba, lo odiaba. Llegue a casa y estaba mi madre empacando las cosas por lo que opte ir a ayudarla, mientras empacabamos platicábamos de anécdotas divertidas que habíamos vivido.
Ya era de noche por lo que mi madre fue a preparar la cena, mientras yo fui a realizar mis últimas tareas para esta semana, pensaba en ¿Habrá lugares preciosos?¿Tendré que estudiar allá?, una voz me saco de mis pensamientos.
-Keyla baja a cenar–la cena ya estaba lista por lo que me puse mi pijama y baje–en la mesa está tu plato–me senté y espere a que mi madre llegara para comer juntas, no me gustaba comer antes aunque me estuviera muriendo de hambre, siempre esperaría a mi madre.
Al acabar de comer mi madre llevo los platos al lavabo, mientras lavaba yo los secaba y guardaba. Empezamos a platicar de como fue el día de cada quien, por lo que le conté lo divertido que la pase con Vanne.
Cuando terminamos nos dimos las buenas noches.
-Buenas noches hija que descanses–dijo mientras entraba a su habitación y se despedía con un beso volado. A lo que sonreí e imite su acción.
-Buenas noche madre descansa, te quiero mucho–fueron las últimas palabras para cerrar la puerta e irme a mi cama y quedar en coma hasta el día siguiente y así todos los días
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El día que no esperaba llegó, estaba en el aeropuerto con mi madre esperando a que viniera mi amiga para hacer nuestra despedida todo dramática. No llegaba tal vez como de costumbre se quedó dormida.
Ya solo faltaba 20 minutos para que el avión despegará y no venía, cierto pensamiento paso por mi cabeza
No ¡Vendrá!-