—Me niego rotundamente, ni que fuéramos niños de primaria. —Dije cruzándome de brazos. Piter a mi lado puso los ojos en blanco irritado por mi comentario.
—Mise no seas pesada. —Murmuró Ethan sentándose en la escalera del porche de la casa de mis abuelos.
—No soy pesada, jueguen ustedes, además Alex no se va a prestar para esa payasada.
—¿Quién dijo eso? —El chico salió por la puerta detrás de mí, venía con Lía y traía en la mano varios proyectiles.
—¿Tú también? —Subí una ceja y el chico sonrió.
—Nunca jugaría a algo como eso pero conozco a alguien que le encantan los juegos infantiles. —Subió y bajó las cejas. —¿Te da miedo jugar con Edu?
—Eso nunca.
—Pues ya está —Dijo Lía. —Jugaremos en los alrededores, no se vale salir de aquí y será por equipos. Ethan, Piter y yo contra ustedes dos.
Me iva a oponer por el echo de que éramos menos pero Alex me silenció.
Fue así como empezamos una guerra que consistía en lanzarnos pequeños globos llenos de pintura. El que más impactos de pintura resiviera perdía. En todo caso Alex prometió que ganaríamos. ¿Qué podría salir mal?
20 minutos después.
—¿No decías que eras bueno en esto? —Murmuré dramáticamente limpiándome como podía la pintura de la ropa. Alex estaba peor que yo pues como era más alto más impactos había recibido, contrario a lo que nos habían dicho los chicos en vez de dos equipos parecía un "Todos contra nosotros" y mi compañero no estaba para nada atlético en ese momento, se veía cansado aunque no dejara de reírse de mí en todo momento.
—Ya lo dices "era bueno" ahora estoy oxidado. Hace tiempo que no corría así, si mi médico me ve creo que muere de un infarto.
—Espera, si te sientes mal este juego tiene que parar. —Me puse de pie y empecé a gritar. —Chicos el jue...
Puff.
Un globo de pintura verde impactó contra mi rostro. Alex se estaba riendo a carcajadas y vi como Piter corría. —Engendro del mal te vi, te prometo que me las vas a pagar.
—Al parecer el juego no termina. —Dijo mi compañero entre rizas.
—No, ahora hirieron mi orgullo. ¿Te sientes muy mal? —Le pregunté viéndolo a los ojos.
—Estaré bien.
—Entonces acabemos con esas sabandijas. —Sólo faltó la musiquita heroica de fondo para que iniciara de verdad la guerra pero no se escuchó nada ya que era la vida real.
De esa forma salí arrastrándome por el suelo y me oculté tras unos arbustos. En mi mano llevaba una canasta con mis proyectiles. Fue cuando los vi. Piter se escondía detrás de el tractor de mi tío y a lo lejos vi a Ethan y a Lía. Los observé a los tres indecisa por saber a quién atacaría primero pero la venganza me desbordó. Apunté con fuerza y lancé un globo de pintura azúl.
—Rayos. —Gruñi al ver que fallé y el chico corrió hacia mis amigos.
—¡Está ahí! —Gritó mi hermano y los tres empezaron a bombardearme. Lo peor de todo fue que me quedé como idiota sin moverme.
—Corre Miseria —Mi salvador me tomó por una mano y me arrastró hasta la parte de atrás del tractor. Ese fue nuestro escondite. El chico comenzó a lanzar globos también y me alegró que ya se encontrara mejor.
A medida que transcurrió el tiempo el juego se tornó alocado. Varias veces impacté a Piter ya que era el que menos corría. Lía siendo la más ágil y delgada sólo recibió un impacto en la cabeza e imaginé que esto no le dio mucha gracia por como quedó su cabello. Por último nos quedaba un sólo proyectil y lo tenía yo. Quería darle como diera lugar a Ethan, el muy idiota nos había cubierto de pintura, era muy bueno en la puntería y casi no había fallado en sus tiros.
Me agache hasta unos arbustos del jardín y vi como Ethan se paró para esconderse tras las barandas del porche. Fue ahí cuando sucedió. Lo miré decidida y en mi mente todo ocurrió en cámara lenta. Medí la distancia, calculé la velocidad y el ángulo. Nada podía salir mal. Entonces cuando fui a lanzar un globo impactó el lado derecho de mi cara y lancé mi proyectil hacia otro sitio y no sólo eso. Impacté a otra persona.
Le di a mi abuela en la frente. La anciana calló al suelo y la sangre se me heló por completo. ¿Por qué me sucedían esas cosas a mí? De ahora en adelante su odio hacia mí aumentaría y jamás me lo perdonaría.
—¡Mamá! —Gritó la sargento Aslan corriendo hacia ella. Gracias a dios sólo fue un susto. La anciana no se había dado ningún golpe fuerte. Por suerte para mí, y para ella, claro.
—¿Abuela estás bien? —Pregunté a punto de soltar el llanto y la anciana asintió limpiando su cara que estaba cubierta de pintura azúl.
—¿En qué estaban pensando ustedes? —Preguntó mi madre molesta. —¿Quién fue el que le dio de esa forma?
El corazón se me encogió y decidida fui a hablar pero alguien me interrumpió. —Fui yo, yo le di, fue sin querer. El globo iba dirigido a Piter pero me equivoqué y le di a ella. De verdad lo siento mucho.
—No pasa nada Alex, yo se que eres un buen chico y no tenías intenciones de que esto sucediera.
Observé a mi chico favorito con el corazón derretido y si, Alex se inculpó para protegerme, en verdad ese chico cada día me sorprendía más.
##
En la tarde, después de la diversión y antes de almorzar tuvimos que limpiar el desastre que habíamos ocasionado. Sin darnos cuenta por la emoción llenamos hasta el tractor de pintura. Incluso el perro tobi estaba pintado. Fue así como terminamos empapados.
Hubo un momento en el que me quedé viéndo a Alex mientras fregaba. Estaba agotado, su cabello castaño se pegaba a su rostro sudado y sólo llevaba una camiseta ajustada a su abdomen mojado. No pude evitar dale un repaso con la mirada mientras subía y bajaba el brazo y sus músculos se flexionaban y contraían al pasar la esponja por el tractor.
—Creía que ya habías pasado esa face. —Murmuró para si mismo pero lo escuché.