He llegado a casa apenas y con el sudor cayendo por mi frente, sin mencionar el dolor que tengo en las piernas. Me tiro al piso con el uniforme aún puesto.
Mi pequeña y molesta hermana aparece. Tiene la cara embarrada de crema de chocolate, el vestido manchado que contrasta a la perfección con su cabello lleno de greñas.
Ella me mira con su macabra sonrisa. Seguro que algo debe querer.
— ¿Dónde está mamá? —pregunto antes de que ella pueda soltar una palabra.
—Salió a la calle hace rato —responde sacando la lengua.
«Genial, nos dejó al cuidado de su amiga molesta», hago una breve pausa. Entonces, el ser molesto se larga de mi cuarto.
Me levanto, cierro la puerta casi por completo, lo suficiente para estar a salvo. Tal como lo sospeché, la amiga molesta está aquí y viéndome llena de desagrado.
La evito para pasar de sus reproches. Voy hacia la ducha. Después de bañarme hago mi habitual rutina de encender mi portátil y mirar la actividad en mis historias.
Ni una sola puñetera notificación. Ni Los doce héroes, ni La efusión de un astro han sumado vistos.
« ¿Qué estaré haciendo mal? »
No sé si alguna vez, alguien habrá escuchado lo de escribir para uno mismo. Normalmente, el escaso crecimiento de mis historias no me afecta, pero hoy es distinto. Me esfuerzo una barbaridad, pero eso no parecer ser bien reconocido, hasta los lectores fantasmas terminan por escapar.
Quizá debería dejarlo por un tiempo. O sea, en Wattpad hay un montón de historias sobre el zodiaco. Unas cuantas tienen increíble cantidad de actividad, otras, como la mía, poca o nula.
Me acomodo en mi almohada colocándome taciturno. Ya deseo que sea mañana para poder escribir mejor, que hoy mi inspiración se fue al reverendo carajo.