El Chico Menos Probable

Adam, te amo.

 

— ¿Dónde estaban? —pregunta Adam cuando Hannah y Brad entran.

Su hermano me mira y levanta la mano —Hola Karlie —ignora a Adam—. Oye alguien de mi salón me dijo que estas en el club de música, ¿Desde cuándo tocas instrumentos? —Brad se deja caer en el sofá, sentándose a mi lado.

Hannah se acerca y se sienta en el reposabrazos. — ¿Qué? ¿Tú en el club de música?

—Pues sí, mi talento oculto —respondo sonriendo—. Soy buena con los instrumentos.

Brad suelta una risa burlona. — ¿Cargándolos?

Hannah ríe, mientras retuerce un mechón de su cabello entre su dedo. —Brad, eres tan gracioso.

Brad, eres tan gracioso —repito haciéndole burla—. La verdad solo ayudaré al profesor, fin.

Adam se sienta en el otro sofá. —Ey Brad, ¿Dónde estaban? Ya sabes que mamá odia que salgan sin avisar.

Brad se cubre la cara con las manos y deja caer su cabeza hacia atrás. —Ya no somos unos niños, ¿no puede dejarme en paz?

—Hablando de niños —Hannah gira su cabeza a todas direcciones—. ¿Dónde está Trevor?

Brad se encoje de hombros. —Dijo que iría a casa de un amigo, mamá le dio permiso a pesar que él tiene catorce. Él si es un niño.

Le doy un codazo. —Le da permiso porque es mucho más maduro que tu Brad.

Bufa. —Vamos, no soy tan malo —señala a mi hermana—. ¿Soy tan malo, Hannah?

—Claro que no Brad —responde ella con un tono de voz suave, como si quisiera sonar más tierna.

A diferencia de cómo me veo, Hannah es realmente linda para su edad. Ella tiene el rostro delgado, ojos grises y su cabello dorado. No necesita perfilarse las cejas pues naturalmente las tiene bonitas y ordenadas. Las generaciones de ahora están mejorando visualmente cada vez más, técnicamente yo soy de la nueva generación pero tal vez fui un error de fábrica o algo.

Hannah se parece mucho a mi abuela, ella tenía la misma nariz delgada y el tipo de rostro que no necesitan ningún retoque. Estoy segura que Hannah será de esas mujeres que parecen de veinte cuando en realidad tienen cincuenta.

Adam suspira. —Bueno Brad, la navidad pasada casi incendias la casa de los abuelos cuando dejaste caer un cigarrillo encendido en la alfombra.

Él se ríe, recordando ese momento. Recuerdo que Adam me llamó y me lo contó todo, cuando Brad hace algo malo él se estresa, creo que es porque le gusta que todo salga bien y odia las sorpresas. Le gusta que todo vaya como él ya lo ha planeado.

Brad rueda los ojos. —No exageres Adam, no fue tan grave.

—Bueno como sea —digo yo—. De todas formas, ¿Quién te dijo a ti que estoy en un club? ¿Eres amigo de alguno de ultimo año? La mayoría son de mi año.

Aunque hay también de su año.

Se encoje de hombros. —Karlie soy muy popular en la escuela por si no te has dado cuenta, tengo amigos por todos lados y no se me escapa nada —se levanta de un salto—. Pero bueno, si me necesitan estaré en mi habitación con Hannah, vamos a jugar videojuegos.

Hannah se levanta rápidamente —Sí, mejor si no interrumpen.

Cuando ellos van subiendo las escaleras, Adam les grita: — ¡Dejen la puerta abierta!

Escucho a Hannah reír nerviosa. —Solo son videojuegos —responde ella.

Y estoy segura que no ocurrirá nada entre ellos ahí arriba. Hannah y Brad se llevan muy bien y quizás si se gustan pero cada vez que yo paso por ahí siempre están gritándole a la pantalla y discutiendo sobre estrategias.

Adam se mueve y se sienta a mi lado, nuestros brazos se tocan pero ninguno nos movemos. —Karlie ese chico va a matarme —recuesta su cabeza en mi hombro—. ¿Qué haré con él?

Respiro lentamente, manteniendo la calma. —Puedes darle somníferos, enviarlo en una caja a otro país y serás feliz.

Adam se ríe —Creo que esa es una gran idea, siempre tienes buenas ideas.

—Lo sé —su mano está sobre su pierna y me pregunto cómo sería sentirme segura para tomarla.

¿Qué pasaría si le digo todo lo que siento ahora?

Recuerdo todos esos momentos juntos, esos recuerdos que atesoro con mucho cariño y que me hacen creer en la posibilidad sobre Adam sintiendo algo por mí.

Adam se despega de mí. —Entonces esos chicos, ¿Eran tus nuevos amigos del club?

Pero no puedo hacerlo ahora, no soy tan valiente.

—Pues supongo —respondo, deseando que volviera a recostarse en mí—. Nos conocimos hasta hoy.

— ¿Y porque querían comer contigo si los acabas de conocer? —pregunta inclinando el rostro.

Adam debería dejar de ser tan lindo si no quiere que muera por tanto amor dentro de mí. —Pues porque soy una persona genial, Adam, ¿Qué esperabas?

—Eso no lo dudo —sonríe—. Tal vez les gustas.

Suelto una carcajada. — ¿Gustarle? ¿A quién?

—A cualquiera de los dos —contesta, estirando sus piernas—. O a ambos.

Me cubro la boca para reírme una vez más. — ¿Ambos? Si claro, eso es el sueño de toda adolescente, ¿no? Un triángulo amoroso.

Adam se levanta y niega. —Oye puede que sí, ¿Por qué no? —me levanto también—. Digo, no pienso que sea una locura que les gustes.

Entrecierro los ojos. Detesto cuando dice estas cosas solo para ser amable conmigo, cuando me miente e intenta hacerme sentir mejor sobre mi apariencia.

No tengo un problema real con cómo me veo, solo soy realista. No soy lo que los chicos buscan. Ni las chicas. Ni nadie.

Y está bien.

—Locura es que no estén enamorados de mí todos los chicos de la escuela —bajo un poco mis anteojos y lo veo por encima del marco—. Claramente soy todo un gran partido.

Adam estira su mano y acaricia mi mejilla. —Eres la mejor de todas, sin duda.

Si tan solo fuera real. —Entonces, ¿Qué hay de ti? —Rasco mi brazo—. ¿Algo importante? ¿Ya eres el capitán del equipo?

Adam se mueve hasta la cocina y yo lo sigo también. —Sabes que nadie quitará a Hoover de ese puesto.




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