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Mamá siempre acostumbraba a llevarme a ver las Perseidas a la cima de Willow Hill. Allí cada 10 de agosto papá y mamá preparaban una canasta de picnic, recogían a Rory de su cuna y me guiaban al auto preparados para la acostumbrada excursión. En las mañanas mientras mamá leía desde la sombra de un abeto papá corría persiguiéndonos y riendo con nosotros. En las noches, el hermoso acto comenzaba.