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Era el anochecer y me estaba alistando como siempre para ir a mi sitio de trabajo –El Cine-. Algo distinto sucedería, algo fuera de lo común que, nunca antes, había sentido. Impactado, perplejo e intrigado me arreglé con ansias y emoción, ¿cómo algo que no conocía me causaba tanta alegría? Necesitaba descubrir pronto que aceleraba los latidos de mi ser.
La esperanza de descubrir ese sentir, me hizo llegar rápidamente. Mis compañeros se inquietaban al verme tan radiante.
-No sé qué sucede, pero presiento que algo muy bueno pasará.
- ¿Ni siquiera sospechas a qué se debe el motivo de tu efusividad?
-No, Oscar. –Contesté. –Lo que sí sé, es que estoy demasiado ansioso.
-Al verte así, también quiero descubrir rápido cual es el motivo de tanta felicidad, para ver si también despierta en mí el mismo sentimiento. –Dijo, riendo.
Mientras bromeábamos y trabajábamos atendiendo a cada una de las personas que llegaban al cine esa noche, miré fijamente a una chica muy linda, por lo que José, otro de mis compañeros me preguntó: - ¿Ella es tu presentimiento?
Quedé pensativo, pero al final respondí: -No. La verdad es muy simpática pero no sé, aún siento la misma sensación con la cual desperté”.
- ¿Cómo harás para saber lo que ansías? -Inquirió él.
-Lo sentiré en mi corazón.
Se hacían las 9:30 de la noche y me preguntaba ¿Qué es este presentimiento? ¿Qué me pasará? ¿Cómo descubrir qué causa todo esto?
De repente, mi mejor amigo irrumpió en mis pensamientos. - ¿Aún no te ha sucedido ese algo bueno que esperas?
-No, Antonio. Serán casi las diez de la noche, pero aun el día no termina. Seguiré esperando paciente. –Respondí calmado, sin embargo, el desespero se apoderaba de mí.
- ¿Y si estar trabajando de noche te está enloqueciendo? –Preguntó riendo.
-Entonces, enloqueceré paciente. –Dije, enojado.
Poco a poco aumentaban los latidos de mi corazón, mi cuerpo se estremecía al ardor de una sensación que erizaba cada poro de mi piel. ¿Qué sucede? Qué sensación tan extraña.
Sin la más remota idea para saber cuál era la causa de todo, mi mente indagaba las múltiples posibilidades que podrían dar como resultado lo que pasaba. ¿Ganaría la lotería? ¿Ganaría algún premio? ¿Encontraría mucho dinero? ¿Encontraré a mi alma gemela? De todas las causas, la última era la menos posible, cuando de repente ¡Ahí estaba el origen de todo! Mi cuerpo se volvió un témpano de hielo, mi rostro empalideció, mi voz enmudeció y en el susurro de la noche, sus caderas caminaban al compás de los segundos de una manera tan suculenta, tan deliciosa, ¡tan peculiar!
Tomé impulso y grité: - ¡Ahí está! Tragué en seco por temor a que sus oídos hubiesen escuchado los alaridos de mi alma. Mis compañeros me miraron, la miraron y al unísono preguntaron: - ¿Tanto drama por esto? Es algo normal, te gusta la chica, pero ni siquiera sabes quién es.
-Nunca antes la he visto, así que no podría decirles que me gusta; pero, mi aura cambió apenas el brillo de su cuerpo iluminó todo este lugar.
-Qué poético. –Dijeron riendo.
-Estoy hablando muy en serio. Nunca antes me había sucedido, pero ella es la causa de todo esto. Antes de que llegara me encontraba atravesando muchos estados, parecía el agua cambiando de sólido a líquido o viceversa, o simplemente evaporándome en el cantar de mis pesares, pero cuando ella llegó dejé de sentirme tan extraño y ahora siento que hay algo más fuerte que nuestros cuerpos, que nos une.
- ¿Cómo podrías estar tan seguro? ¿Cómo sabes que es buena chica? –Inquirió Antonio. –Es hermosa, pero el cuerpo oculta lo podrido que puede cargar el alma.
-A simple vista, no parece ser mala. –Dijo Oscar. - ¡Caray, Antonio! ¿Quién te hizo tanto daño como para pensar eso?
-No se trata de mí. Estoy previniendo a mi mejor amigo. Quiero que sea cauteloso.
-Bueno, no digo que sea malo que lo cuides, simplemente recuerda que también el cuerpo refleja el sentir del alma. Ella se ve muy hermosa, quizá su alma también.
- ¡Mmm! El diablo antes de ser diablo, fue ángel.
- ¡Basta! Ninguno aquí la conoce, pero siento una conexión tan fuerte con su ser que me arriesgaré a las consecuencias que pueda traer el conocerla.
- ¿Y si tiene novio?
Sus palabras penetraron como estrellas fugaces que buscaban caer en el mar de mis pensamientos, pero se habían equivocado de rumbo y en vez de descansar, causaban en mi un torbellino de emociones. ¿Puede alguien que no conoces, causar tantos estragos? Sí, ella lo ocasionaba.
Mi razón decía que Antonio podía tener la razón, pero mi corazón se empeñaba en buscar la estrella fugaz que iluminara mi cielo. No sabía qué hacer y lo peor, era que ella ni siquiera se daba por enterada de todo lo que causaba, solo con haber llegado esa noche.
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Editado: 25.02.2018