Trabajo como niñera de tiempo completo, pero después de haber casi desnucado a mi prima menor hace dos semanas queda rotundamente descartado.
Demostradora de maquillaje, observo mi rostro agotado a través del cristal de la pequeña cafetería de donde acabo de salir e incluso soy capaz de notar que llevo algo de rímel corrido así que descartado también.
Suelto un suspiro cansado mientras visualizo uno a uno los trabajos que aparecen en el periódico, pero lo cierto es que he trabajado con más de media ciudad y no es que haya dejado la mejor impresión al respecto y lo digo porque ahora nadie está dispuesto a contratarme.
Después de contabilizar al menos cinco minutos me atrevo a llevar el líquido de mi termo a la garganta y me maldigo por no haber dado un sobro más pequeño para versificar la temperatura porque acabo de quemarme todo el paladar, la lengua y hasta la garganta.
—¡Joder! —espeto cabreada tratando de terminar vagamente con el ardor que corroe hasta mi estómago.
—Esa boquita—espeta una voz divertida sobresaltándome mientras encaro a la persona frente a mí que se encarga de arrebatarme el termo para intercambiarlo por un vaso pequeño que transmite frialdad hasta las falanges de mi mano derecha—Tomate esto, está mucho mejor Tab—espeta mi mejor amigo regalándome un guiño.
Cuando estoy a punto de agradecerle la vida a Benja dejando que se deslice el líquido helado en mi garganta me encuentro con un sabor a tierra que me provoca arcadas dejando que escupa una parte en medio del parque donde nos encontramos.
—¿Estás bien? —cuestiona el pelinegro preocupado logrando que lo vea de mala gana.
—¿Qué diablos era eso? —interrogo regresándole el vaso—. Sabía espantoso.
—No lo sé—dice encogiendo de hombros—. Me lo regaló Sarah, la jefa—aclara el chico de rulos haciendo que eleve la ceja confundida—. Pero como me odia ni loco tomaba uno de sus menjurjes.
—¿Pero yo sí?
—Estabas en apuros—se defiende llevándose mi termo con intención de robarse mi café.
Así que todo fue un plan con mañana ¿eh?
—Ni tanto y devuélveme mi café—le digo arrebatándoselo, logrando que farfulle un par de maldiciones por no lograr salirse con la suya—. Ahora si ¿Para qué me llamaste Benjamín?
A las seis en punto de la mañana recibí su mensaje diciéndome que en su hora de descanso necesitaba decirme algo urgente y como buena amiga que soy, ajá pues estoy esperándolo en una banca de la cafetería, solo ruego porque su jefa no se dé un paseo por aquí.
—Quería saber si seguías viva—aclara haciendo que suelte un manotazo—. ¿Qué? Dicen que si visitas a la bruja de Sheba nunca regresas, aunque tu eres la excepción claro está—dice mirándome con diversión.
—Créeme que yo también quería salir en cuanto antes de ese lugar—me sincero con Benjamín recordando los momentos tan escalofriantes en los que me vi envuelta después de querer jugar a la valiente.
—¿Es falso lo sabes verdad? —interroga el pelinegro con los brazos cruzados—. Sheba y cualquier otra persona que veas en la ciudad solo se encargan de farfullar ideas sobre tu supuesto destino cuando en realidad se basan en lo que encuentran información previamente de tus redes sociales y con ello te quitan la mitad del sueldo—touché con eso último—. Si querías saber cualquier barbaridad de tu futuro haberme dicho antes y yo te stalkeaba mucho mejor Godfrey.
—No es falso—me defiendo logrando que Benjamita suelte una risa irónica.
—Claro que lo es Tabatha, vivimos entre un sinfín de brujas y supuestos hechizos ¿Pero realmente has visto algo que se cumpla? —cuestiona inteligentemente haciendo que enumere las cosas en que los videntes suelen tener ideas erróneas de lo que realmente sucederá.
—Me casaré con alguien que inicie con la letra F y será el amor de mi vida claro está—espeto dejando que las palabras broten sin poder detenerlas.
«Suenas como una idiota desesperada Tabatha»
—¿Con F? —murmura el ruloso con el rostro desencajado—. Si eres consciente de que hay millones de personas con un nombre que empieza con F ¿verdad?
—Sí, como Francis o Firulais—bromeo recordando el día de ayer con mi encuentro con los espíritus del más allá—. Llegará, confío en que lo hará y de hecho creo que deberías ir tú también.
Benjamín Álvarez—mejor conocido como Benja Berenjena—es mi mejor amigo desde los quince años y de eso ya ha pasado mucho, así que lamento haber llegado tan temprano a su vida para hacer un revuelo sinfín, el pobre parece estar igual de desgraciado que yo y necesitamos una limpia urgente.
—No, yo paso—dice de inmediato—. Eso del destino es una tontería que viene a nuestra mente para subirnos la autoestima, pienso que debes ser capaz de afrontar tus decisiones y sus consecuencias y ya, tu sabrás lo que viene para ti por las acciones que hiciste.
—Mis acciones—digo deteniéndome en seco.
«Tienes un pasado que aún sigue alcanzándote Tabatha, no fuiste una buena persona con todas las personas que cayeron enamoradas por ti» las palabras de Sheba resuenan en mi cabeza como si tuviera una grabadora.