El clan de las hechiceras místicas, noche de brujas

Capitulo 4. Un recuerdo enterrado

Eran las 15:28 de la tarde. Del sábado 21 de Julio del 2021.

Meiga se había tomado un poco de la infusión que le dio Marie. Solo para probarlo antes de la noche. Con los ojos cerrados, empezó a recordar su vida antes del cruel destino.

—¡Meiga vamos!— Gritó una de las hechiceras del clan.

—¡Espérame Ginara!— Ginara tenía el cabello recogido con una cola corta. Tenía casi la misma altura que Meiga.

—Niñas. No corráis por los pasillos— Ella era Clarisa. La segunda mayor del clan. Ginara y Meiga corrieron tan rápido que chocaron con la líder del clan. Luz.

—Perdona Luz. ¿Estás bien?

—Si Meiga, estoy muy bien ¿y vosotras? No os habéis hecho daño ¿verdad?

—Estamos muy bien y con mucha energía— Contestó Ginara.

—Ya lo veo. ¿Por qué no salís a jugar al patio mejor? ahí hay más luz natural y más espacio para correr.

—Sí, ¡vamos Meiga!— La primera como siempre era Ginara.

Mientras corrían hacia el patio, tropezaron con una puerta que les provoco mucha curiosidad y al encontrarla abierta, daba pie a que entrasen.

—No deberíamos estar aquí.

—¿Tienes miedo Meiga? Vamos.

—¿Y que si tengo miedo? No deberíamos estar aquí, deberíamos irnos al patio.

—De acuerdo, solo deja que mire lo que hay y nos vamos.

—¡Ginara!

—Tranquila, no me va a pasar nada. Woow, Meiga deberías ver esto. Es como una especie de sala llena de cuadros, pinturas, papeles por todas partes, las cortinas rotas. Madre mía, es como si hubiera habido una pelea aquí dentro— Dijo mientras paseaba tranquilamente.

—Ginara, vámonos de aquí, esto me da mucho miedo, seguro que vendrá Ava y en cualquier momento nos dará un susto.

—Ava está de viaje con sus padres, no volverá hasta la noche ¿Qué no te acuerdas?

—Igualmente, vámonos.

—Espera mira, entra, mira lo que he encontrado. Esto no te lo puedo describir tendrás que venir.

—Empiezo a pensar que vas a ser igual que Ava cuando crezcas, no me asustes—Dijo entrando en la sala.

—No, no me transformare en una mini Ava. Mira, mira esto ¿a que es precioso?

—¿Qué es?

—Parece un símbolo, alguien lo habrá pintado en la pared. Es un símbolo muy raro, nunca lo había visto.

—Alguien viene— Dijo Meiga quien miraba la puerta.

—Rápido bajo la mesa, corre—Ginara se escondió la última de las dos en el mismo sitio. En la sala entraron tres chicas, Luz, Clarisa y Wendy.                                        Las tres primeras del clan. —Ssssh— Susurró.

—Esta sala está como siempre.

—Claro, nadie ha tenido el valor de limpiarla. Y no las culpo, yo tampoco he pisado esta sala desde el accidente— Dijo Luz.

—No será la última vez, seguro que más adelante volverán a atacarnos.

—En ese entonces solo éramos tres, ahora somos nueve— Dijo Wendy.

—Y dos de ellas son pequeñas todavía. No me voy a arriesgar a que les pase algo—Dijo Luz seria.

—¿Y qué propones que hagamos?

—Me gustaría que rodeáramos el templo con un hechizo de protección. No quiero que nadie muera y menos de mi clan.

—Al menos… ya no hemos vuelto a saber de esa bruja—Dijo Wendy mirando a la pared. —No pudimos ayudarla…

—No te culpes, no pudimos hacer nada, sin embargo ellos siguen aquí.

—Sea quien sea, al final solo quieren poder—Dijo Clarisa. —El clan de los brujos psíquicos.

—Lo importante es que todas estén a salvo, Wendy por favor, vigila a Ginara y a Meiga, están en el patio— Ahí las dos niñas se miraron preocupadas. Las tres se fueron  de la sala cerrando la única puerta de salida.

—Que hacemos ahora, si no nos ven empezaran a preocuparse.

—Cálmate Meiga, abriremos la puerta y ya está—Abrió la puerta. —¿Ves?

—Creía que la habían  cerrado con llave— Corrieron hacia el patio pero al último escalón Meiga se cayó, haciendo que se caiga de la cama en su vida real. Tras algunos segundos, la alarma sonó, eran las 17:09 de la tarde. Hora de entrenar. —Que daño… El clan de los brujos Psíquicos… por qué no me habré acordado antes de este recuerdo.

Meiga se vistió cómodamente para ir a entrenar, pero en su casa había visita. Eran sus tíos y sus abuelos maternos. La tía Sandra, hermana de su madre, la pareja de su tía, Nizan, sus abuelos Trinidad y Almiro Jose. Y por último sus primos menores Pol y Noa de 12 y 2 años.

—Vale, si bajo no me dejaran salir de casa— Pensó apoyada en la barandilla. Volvió a su habitación y pensó otra estrategia. Miro su cama y le vino una idea. Se puso en posición de meditación. —Tizen… Tizen… Tizen… Tizen…—Repitió el nombre concentrándose solamente en esa persona. Tizen la estaba esperando en la tienda de magia, por alguna razón sentía que alguien lo estaba llamando, pero no era una llamada habitual, era una llamada espiritual. Alguien lo llamaba por medio de la meditación.



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En el texto hay: magia y misterio, secretos de un clan

Editado: 24.01.2020

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