Ashly Pov.
Estoy en una banca cerca de la biblioteca de la escuela ¿El motivo? Quería leer y tener un poco de paz, suena raro que lo diga pero como todos tengo mis momentos de querer encerrarme en la soledad. Lo hago usualmente cuando me empiezo a sentir sofocada por todas las cosas y siento que todo lo hago mal entonces empiezo a pensar un poco más tranquila las cosas y me dedico un día en mi soledad.
Estoy leyendo uno de los libros que saqué la primera vez que vine con Darcy mientras como un poco de la fruta que me mando Elizabeth al mismo tiempo que escucho MGMT de Electric Feel y muevo los pies al ritmo de esta.
— ¿Qué haces? —preguntan en mi oído asustándome.
— ¡Yo no fui! —fue lo primero que dije y con los ojos cerrados.
— ¿Pues que travesura hiciste? —cuestiona burlón Paolo.
—Eres tú —suspiro aliviada.
— ¿A quién esperabas?
—A mi soledad.
—Pues ya no vendrá —se levanta ofreciéndome su mano— Ven, vamos por ahí.
Lo miro dudosa pero se supone que vine a cambiar mi rutina así que acepto su mano, empezando a caminar. Guardo mis audífonos para que no piense que no quiero escucharlo pero sorprendentemente él saco los suyos que son inalámbricos.
El rico humillando al pobre.
Me pasa uno y en estos se escucha Are you bored yet? de Wallows los dos empezamos a cantarla. Vamos camino a la cafetería aunque ahorita yo ya no tengo clases porque mi maestra falto por causas personales.
—Me inspire en ti para hacerla —habla de repente dejándome sorprendida.
—Vaya gracias —lo abrazo por un costado mientras entramos en la cafetería.
Tengo hambre por lo que vamos a ver si sobra algo de comida que me puedan vender pero antes de siquiera decir algo alguien me toma de la muñeca arrastrándome con él fuera de la cafetería.
—Espera —trato de liberarme de su agarre pero no puedo y eso que no esta ejerciendo fuerza— Espera, tengo hambre.
Camina un poco más ignorando mis palabras hasta que me sienta en una banca y él junto a mi extendiéndome un pedazo de pastel de fresas.
—Lo tomo pero me ofende muchísimo —digo para aliviar un poco el ambiente aunque debería de estar enojada con él pero de alguna forma no puedo.
Se recuesta en mis piernas sin decir nada mientras yo sigo comiendo el pastel, sin duda mi favorito siempre será el de fresa.
— ¿Por qué hiciste tu dibujo a colores?
Su pregunta hace que deje la cuchara a mitad de camino y lo mire, sus ojos demuestran confusión y nerviosismo entiendo un poco su pregunta pero no sé qué responder.
—Bueno… Tal vez porque así te siento, aunque no todo fueron colores luminosos también están los oscuros.
—Pero sobresaltan los demás.
Recuerdo sus palabras cuando lo vio y eso me hace pensar en muchas cosas.
— ¿No te gustan los colores? Porque no estoy entendiendo.
—Pensaba que me odiabas y resulto que no, pensé que ni siquiera estaba cerca de ser un conocido y resulta que soy tu amigo…
—Y un amigo que le tengo mucho cariño —interrumpo.
¡Claro! Solo un amigo.
—Y bueno si me hiciste con colores es por algo, ¿no? —asiento, se nota confundido como si fuera algo complicado pero realmente no entiendo por qué lo ¿atormenta?
Toco su mejilla con cuidado captando toda su atención. —Ya no lo pienses tanto.
Nos quedamos mirando a los ojos y a mi mente llega el recuerdo del casi beso de cuando las fotografías, se empieza a acercar lentamente y mi mano resbala quedando en su pecho. Me toma de las mejillas quedando él medio sentado y recargándose en los brazos de la banca, siento su respiración chocar con mis labios lentamente acerca su nariz a la mía rozándolas ligeramente, me mira como pidiendo permiso a lo que cierro mis ojos.
Pega sus labios en un beso suave y delicado como si pudiera romperme con un beso, sus labios son muy suaves y puedo sentir un poco de sabor de fresa en ellos. Despacio subo mi mano que estaba en su pecho a su mejilla y él toma mi rostro con ambas manos.
Nos separamos y yo continuo con mis ojos cerrados como él con sus manos en mis mejillas, los abro despacio viendo cómo me observa con una admiración y cariño en sus ojos como si la barrera que siempre apuesto con esto se derrumbara ante mí, no decimos nada pero seguimos en la misma posición hasta que unos aplausos cortan nuestro silencio.
—Ya te habías tardado —habla Simón acercándose a nosotros.
Dylan se endereza sentándose al mismo tiempo que lo mira feo, Simón importándole mucho se sienta junto a él empujándolo para tener el espacio haciendo que quede apretada entre Dylan y el brazo del asiento.
— ¿Desde cuando son novios? —pregunta Simón emocionado.
Dylan me jala despacio del brazo sentándome en sus piernas.