—Si quieres salir conmigo, Allyson Martin, tienes que luchar contra mis malvados ex—dijo Ryan a nuestra joven amiga un día recorriendo el parque en frente de Hopewell High una tarde fría.
—Espera —Allyson preguntó—, ¿De cuántos "ex" estamos hablando?
—Son siete.
Sin saber qué diablos estaba haciendo o como coño lo iba a hacer, se encontró con la primera ex, y se alistó con su poderoso sable de luz para comenzar la pelea.
—¡Tú no puedes conmigo, niña idiota! —dijo aquella chica con una sonrisa sádica en su rostro, después de haberle rebanado la mano a Allyson
—¿Me disculpas un momento? —Allyson le pidió a su rival que la excusara unos instantes mientras trataba de contener el dolor por la pérdida de uno de sus miembros.
—¡Allyson! ¿Ya volviste? —Ryan dijo sorprendido al ver a Allye entrar en su hogar mientras él estaba viendo televisión sentado en su sillón
—¡No voy a hacer esto! ¡Si crees que lo voy a hacer estás loco!
—¿De qué hablas?
—¿Pelear con siete chicas por el amor de…bueno, tuyo? Tal vez si fueras Heath Ledger ¡pero no hay manera que haga esto por ti!
—Él está muerto…
— ¡El detalle es…! —Allyson cortó el comentario de Ryan— ¿Qué clase de persona obliga a pasar a alguien por este tipo de cosas? ¿Pelear por el amor de tu vida? ¿Qué es esto? ¿Ranma ½?
—¿Realmente te afectó el chasco con Ryan, no es así? —Sarah preguntó mientras él y Jake leían la historia que Allyson había escrito, sentados en las bancas traseras del salón de clases.
—Eso es otra cosa completamente diferente y no relacionado… ¿Qué les parece? —Allyson les pidió que explayaran su opinión.
—No está mal, pero Scott Pilgrim llamó —Jake dijo—, dice que quiere su trama de vuelta.
Su plática sobre posible plagio de comics independientes quedó suspendida al entrar el primer profesor del día a tratar con los casos perdidos que llamaban "alumnos"
—Antes de comenzar con ustedes, me informaron algo —comenzó a hablar el maestro de gramática, el señor Kovacs—. Por recortes de presupuesto y debido al contrato que firmó el director para mantener a flote esta escuela, me veo obligado a decir antes de cada clase "Piensa diferente, piensa Mac".
Entre los espacios publicitarios y la pobre disposición tanto de estudiantes como maestros de bueno, hacer algo, los días que siguieron fueron un tanto tediosos, con la notable excepción de las clases de educación física, donde el profesor Weinbach había aprendido a ver con especial detalle a cierto trió.
—¡Cabrera, no te quedes atrás! ¡DeMarco, usa las malditas piernas! —gritaba el maestro mientras sus alumnos corrían alrededor del curso de obstáculos que él había preparado para la ocasión —¿Alguien ha visto a los "tres chiflados"?— preguntó al percatarse de la ausencia de Allyson, Jake y Sarah.
Todos los alumnos contestaron, ya sea con su voz o con un gesto de la cabeza de manera negativa, pero el maestro tenía maneras para persuadirlos.
—El que me diga donde están no hará educación física la próxima semana…
— ¡En la azotea! —gritó alguien anónimamente, sabiendo que los lugares elevados siempre habían sido los predilectos de los chicos para burlarse de los demás e intercambiar cosas para perder la consciencia.
—…y es por eso que "Los Simpson" debieron haber terminado hace una década —Sarah comentaba mientras los tres seguían con su juego de cartas.
—Sí, sí, como digas, ¿qué es lo que tienen? —Allyson preguntó ansiosa.
—Nada por aquí…—su amiga le respondió.
— ¿Y qué tal tu Jake?
—Flor corrida niñas —el joven respondió arrogantemente mostrando su mano.
—¿Otra vez? —Allyson dijo molesta— ¿Quién te enseño a jugar así de todos modos?
—Mi papá: cuando tenía diez años me dijo "Jake, no hay manera en que te pague la Universidad, y honestamente, con tus notas me sorprende que llegues al fin del curso, así que te enseñare otros trucos que de algo te han de servir"
—¿Y te ha servido? —Dijo Sarah
—¿Tú qué crees? Entre saber jugar y saber robar tapones de vehículos, solo me faltan los fondos para abrir mi taller
Antes que la siguiente mano comenzara y antes que Jake pusiera sus ojos en el resto del dinero que le quedaba a sus amigas, se escuchó un fuerte azote de puerta: alguien había subido.
—¿Qué creen que están haciendo niños? ¿Por qué están aquí jugando cartas? —el profesor Weinbach preguntó muy molesto, confrontándolos mientras estos seguían sentados y prosiguiendo con su juego.