Después de un inesperado e infortunado incidente donde para variar, Allyson, Jake y Sarah se vieron envueltos, el director LaFontaine perdió la paciencia, no tanto porque él no pudiera aguantar una broma, sino mas bien porque los del consejo escolar estaban más atentos que nunca y ahora se vería forzado a de hecho aplicar la ley y los estatus de la institución.
El director LaFontaine les pidió que tomaran asiento tras recibirlos en su oficina y comenzó a saludarlos cordialmente y agradecerles el que se hayan tomado el tiempo.
—Me alegra mucho que pudieran venir: Señora…
—Señorita Martin; Colleen Martin
—De acuerdo, es un placer, al igual que usted, señor Zabrocki
— ¡Más vale que sea importante! Me puse los pantalones para esto
—Y finalmente usted, señora Greenberg
—¿Puedo tomar uno de esos dulces de mantequilla que tiene en el bol?
—Eh…si, por supuesto —el Director declaró—. Señora Greenberg, sírvase usted—. En fin…señores, la razón por la que los cite es porque bueno, lamento informarles que hemos tenido algunos problemas de conducta con sus hijos, y sentimos que ellos requieren mucha más supervisión adulta
—¡Sí, ya era hora! —exclamó la madre de Sarah mientras mascaba algunos de esos dulces en la boca
—Al decir supervisión adulta, se refiere a nosotros, psicótica— contestó el padre de Jake en su tono característico bien conocido por su hijo.
Mientras el director hablaba con sus padres, Allyson y sus amigos esperaban el veredicto de sus verdugos a las afueras de la dirección, en la sala de espera sentados en incomodas sillas con el colchón consumido.
—Así que… ¿Qué hicieron ayer? —a Sarah se le ocurrió preguntar para cortar el silencio.
—Tú sabes lo que hicimos…todos hicimos lo mismo—le respondió Allyson
—¡No fue mi culpa esta vez! Jugar pin-pong en el salón de clases cuando no vino el maestro no es tan malo…
—Lo es cuando tiras la raqueta del Tenis tan fuerte que esta la sueltas, sale volando y golpea al profesor de gramática dejándolo con el ojo izquierdo invidente por dos semanas mínimo…—Jake le contestó
Si, es difícil argumentar la excusa del "accidente" cuando tu victima resulta hospitalizada, pero tomando en cuenta las otras cosas que estos muchachos han realizado en su hasta ahora corta estadía en Hopewell High, el que solo se hayan enterado de esta es algo de lo que no pueden poner demasiado objeción.
—Disculpen, me llama alguien— dijo el director atendiendo una llamada importante por su móvil—tengo que salir un momento
El director contestó la llamada afuera de su oficina, dejando a los padres de estos inquietos muchachos esperando, y en mayor o menor medida, frustrados con su "descendencia".
—¿Les molesta si fumo? —Preguntó el señor Zabrocki
Las otras dos no dieron negativa y el padre encendió un cigarro, aliviando un poco su rostro lleno de expresiones de estrés
—Así que… ¿niños, eh? —la madre de Sarah comentó, tratando de cortar el silencio, y demostrando que la herencia genética a veces es una fuerza demasiado poderosa.
Los tres compartían la misma molestia: cada uno de ellos tenía sus propios problemas, sus propios compromisos y sus propias frustraciones; claro está, ser padre no es algo fácil y en ningún momento alguien diría lo contrario, pero era innegable que estos chicos, sus chicos, les dificultaban una labor ya de por sí complicada.
Colleen Martin, madre de Allyson; divorciada desde hace ya doce años, y que trabaja como supervisora de producción de una planta lo cual es un trabajo muy exhaustivo y no le deja demasiado tiempo para cualquier otra cosa, incluyendo en ocasiones, la propia maternidad.
No se le puede culpar de todo: ella no nació así, la adicción al trabajo la desarrolló poco después de su separación como quizás una manera de proyectar su frustración ante tal falla de relación, y como bien dicen por ahí: "cuando el gato duerme, los ratones salen"
Trabajaba de sol a sol por una sola meta: sus hijas, pero no podía evitar los sentimientos de culpa en su corazón; no pasar el tiempo que quiere con ellas tal vez contribuyó a que Allyson empezara a frecuentar ciertas amistades…
Si la preocupación y culpa dictaban el modo parental de Colleen, la manera en que el señor Zabrocki, Harold dirigía ese bote de responsabilidad se basaba en la furia, frustración por una calvicie que no podrá evitar y el alcohol.
Harold era padre soltero, al menos extraoficialmente; su esposa fue llevada a un sanatorio mental y después escapó, y nunca más la volvió a ver, y como si de por si criar a un criminal juvenil no fuera difícil, el hacerlo solo mientras uno trata de conseguir empleos ocasionales y extender los beneficios de seguridad social un poco mas lo vuelven una situación poco envidiable.
Y luego, descubrió la manera más simple de lidiar con esa temible presión; era algo tan simple y sencillo que la mayoría de los padres la pasan por alto, pero no este que ya lo había visto todo ¿La respuesta? Dejar de preocuparse…