El club de los raros

Capitulo II — Pintura

 

 

Llego la hora de la verdad, espero que se haya inscrito alguien, si no, adiós club. Camino lentamente hasta el salón que nos asignaron, creando algo de suspenso, no lo puedo negar estoy nerviosa. La puerta se encuentra abierta, entro y hay tres personas.

 

—Hola. —Saludo con la mano.

 

—Hola. —Habla una chica. —¿Sabes quién dirige el club?

 

—Sí, yo lo haré... —Tomo una silla y me siento. —Antes de todo... Quisiera saber sus nombres y porqué se inscribieron...

 

—Mi nombre es Lauren Navarro y me inscribí porque... No me aceptaron en ningún otro. —Agacha la cara y juega con sus manos.

 

—¿La tímida? —Cuestiono y ella asiente.

 

—¿Tú? —Le pregunto al chico con lentes, es el listo, en la mayoría de ocasiones son inteligentes.

 

—Me llamo Felipe Saez y me inscribí porque ningún club me ofrece lo que quiero, no sé si este sí... —Parece preguntarme si sí o no.

 

—¿El intelectual? —Me dirijo a él y asiente.

 

—¿Y tú? —Le digo al chico que viste con ropa oscura.

 

—Mi nombre es Manuel López y estoy aquí porque es en el que hay menos personas. —Alza una ceja.

 

—¿El inadaptado social? —Se nota por su actitud, termina asintiendo.

 

—¿Y tú? —Pregunta Lauren.

 

—Bueno, mi nombre es Amelia White y estoy aquí por las mismas razones que están ustedes, además, reconozcámoslo, somos raros. No vamos a encajar en ningún otro lugar. —Por sus gestos supongo que están de acuerdo.

 

—¿Qué habilidades tienen? —Los escucho atentamente.

 

—No muchas... Pero me gusta cocinar. —Contesta Lauren. —Desearía ser más como tú...

 

—No quieres ser como yo, a mi me falta eso que ustedes llaman sentido común o eso me han dicho... Además hablo hasta por los codos... ¿No creen? Que alguien me calle. —Ríen animados.

 

—Eres muy graciosa. —Añade Felipe. —Yo puedo hakear cualquier unidad informática...

 

—Me agrada... —Él me podría colaborar en algo.

 

—Puedo golpear a las personas que no hacen lo que digo... —Abro los ojos como platos.

 

—Fuerza bruta... Genial. Me agradan, tienen algo que los hace diferentes... —Sonrió ampliamente.

 

—¿Y tú? —Manuel se dirige directamente a mí.

 

—Tengo una gran habilidad de convencimiento, además soy muy irritante... También puedo hacer de todo. —Ni que lo digas... ¿Por qué el sarcasmo?...

 

—¿Qué haremos? —Lauren se aventura a hacerme una pregunta que medité por mucho tiempo.

 

—Pues... estaba pensando en pintar un poco... —Les muestro el cuadro con un dibujé a lápiz, para terminarlo. —Cada uno pintará una parte.

 

—¿Enserio? —Manuel no se ve muy convencido.

 

—Pueden utilizar cualquier color, si quieren pintar el cielo de verde no importa, hagan lo que quieran... Tienen libertad total.

 

—Señorita White. —La directora entra interrumpiendo la diversión. —Un nuevo integrante. —Es muy guapo... Asco...

 

Lo miro de pies a cabeza. —¿El egocéntrico? —Sonrío ante mi resiente descubrimiento.

 

—No hermosa... El popular... Julián Arrean. —Suspiro ante la molestia que me causa.

 

—Ok... Continuemos. —Ignoro la actitud tan patética que tiene.

 

Damos inicio y cada uno elige colores no tan vivos, más o menos tonos dominantes pero no hostigantes. Pinto el césped de azul oscuro, cada árbol tiene un color diferente. Voy por más pintura y cuando estaba entrando de nuevo al salón, me tropiezo y cae, encima del egocéntrico, algo de pintura. Mi segundo nombre es "desastre" y el primero "hago".

 

—Lo siento. —Intento limpiar la pintura con las manos, pero no funciona, sólo la esparzo más... No sirves para nada... Así es...

 

—¡Estúpida! —Exclama molesto. Toma más pintura y me la hecha en el cabello. Abro la boca indignada por su acción.

 

—Imbécil... ¿Qué haces? —Le aviento un tarro y con un movimiento rápido se agacha, la pintura termina aterrizando en Felipe.

 

—¡ESTO ES GUERRA! —Grita Manuel.

 

Le cae pintura a Manuel y en menos de nada, todos estábamos tirando pintura, hasta brillantina. De un momento a otro todo se me salió de control. Después de estar completamente cansados y llenos de pintura, nos sentamos en el piso y nos recargamos en la pared...

 

—Nos van a regañar. —Dice Lauren.

 

—Si. —Miro el piso lleno de pintura.

 

—Pero fue divertido. —Añade Felipe.

 

Reímos. —Sí. —Hablamos al unísono.

 

—Creo que me hiciste comer pintura... —Se queja Manuel mirándome.

 

—Y a mí. —Reclama el egocéntrico.

 

—Tranquilos, no es toxica... O eso creo... —Hago un ademán con la mano restándole importancia.

 

—¿Eso debería hacernos sentir mejor? —La indignación de Julián se nota en sus palabras.

 

—Sí, no morirán... Deja de llorar... —Sonrío hipócritamente.

 

—Estás loca... Estúpida... —Me contesta molesto.

 

—Tú empezaste... —Le recuerdo.

 

—Bueno, pónganse en pie... Debemos limpiar esto. —Interviene Lauren.

 

Limpiamos hasta que queda impecable, lamentablemente nosotros parecemos como si nos hubiera vomitado un payaso. Ahora el reto es salir sin ser vistos, pero no se me ocurre nada... ¿Cómo evitar problemas? Nos quedamos hasta tarde, la pintura ya se ha secado y es hora de salir, parecemos fugitivos.

 

Nos dirigimos sigilosamente a la salida, prácticamente siento la libertad. Pero de pronto un grito dominante nos hace detenernos en seco y todos a la dirección.

 

—Ustedes son unos irresponsable. —Recalca nuevamente la directora por millonésima vez.

 

—Me disculpará señora directora... Pero no me parece un acto irresponsable, nosotros fomentamos la sana diversión... —La interrumpo para corregirla.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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