El club de los raros

Capitulo XXXIII - Una laguna

 

 

Entro en la dichosa cabaña esa. Hay una chica organizando sus cosas la cual saludo con la mano, ella repite mi acción. Lauren continua en la puerta hablando o eso creo. Hay tres literas, un total de seis camas, me lo imaginé más pequeño. Al menos me toca con personas conocidas. 

 

—¿Quién es la bruja? —Pregunto nuevamente. 

 

—La fastidiosa de Summer. Esto no puede ir peor... Ah, y su nuevo novio... —Me explica Julián.

 

—¿Estas celoso? —Lo miro. —Porque este comportamiento atípico explicaría tú mal humor. No deberías sentir celos...

 

—¡Que no estoy celoso! —Exclama molesto. —Solo me desespera lo que nos dijo...

 

—¿Y qué fue? —Pregunto con obviedad. —¿Cuál puedo usar? —Señalo las camas.

 

—La de arriba... —Señala las que se encuentra en el centro. —Insultó a Lauren y a todo el club en general...

 

—No deberías discutir con ella por algo tan insignificante... Cree sentirse superior y hacer eso de forma indirecta le da una falsa alegría... —Le explico... ¡Hablaremos de falsas alegrias?...

 

—¡Quítate, loser! —Esa es la fastidiosa voz de Summer. —Vamos, cariño... —Entra con un chico de la mano. Dejo mis cosas en la cama de arriba. —Lo que me faltaba... —Dice impresionada. —Otro payaso en este circo...

 

Me quedo viendola sin expresión alguna, sonrio hipócritamente y Summer da un paso hacia atrás. —Debemos irnos, lleva ropa para ensuciar... —Se dirije Lauren a mí.

 

Salgo de allí y nos dirigimos al centro del lugar, no puedo creer que hayan tantas personas reunidas. Unos no lucen muy felices, mientras los otros hablan animadamente. —¡Recorreran la pista! —Habla el maestro con el megáfono. Me asusta por hablar sin previo aviso. —¡En grupos de ocho!... ¡Los primeros tres grupos que lleguen tendrán diez en el próximo examen, en mi materia! —Se oyen voces de asombro. —!Cuando suene la campana salen! ¡Vamos, rápido!

 

Todos empiezan a buscar grupo desesperadamente. Yo me quedo junto Lauren y Julián, minutos después llegan Felipe y Manuel. Nos miramos entre sí y asentimos, creo que somos un equipo. —Faltan tres... —Interrumpe Felipe.

 

—¿Me puedo unir? —Es la misma chica de la cabaña.

 

—Por supuesto... —Contesta Julián. —Mike, ¿Con nosotros? —El chico del autobús. 

 

—No hay nadie mejor... —Responde acercándose. —Necesito ese diez, así que vamos a ganar...

 

—Hay posibilidades de ganar, pero nada es fijo... —Le respondo. —Tenemos las mismas posibilidades de ganar como de perder, pero juzgando por nuestras destrezas físicas o mejor dicho la mía, debería fingir una lesión y aumentar las posibilidades...

 

—Me gusta ese plan... —Responde Mike con una sonrisa. 

 

—Nadie finjirá nada... —Habla Manuel como su fuera mi padre, regañandome por una terrible decisión. Nos cuento una y otra vez, pero seguimos siendo siete.

 

Suena la campana y todos empiezan a correr. Yo permanezco en el mismo lugar en el que me encontraba, tardo en comprender que tengo que hacerlo y empiezo a correr. El primer obstáculo es una piscina de lodo, algo poco ortodoxo. 

 

—Tenemos dos opciones... —Empiezo a hablar. —Intentar equilibrarnos en esa minúscula soga o esuciarnos de una vez, personalmente... —Salto de la pequeña plataforma al lodo. —Elijo esta...

 

La mayoría intentó varias veces no ensuciarse, pero al terminar callendo no les importó. Vamos avanzando progresivamente y llevamos un buen tiempo. Después de unos desmayantes 100 metros siento que mi corazón se me quiere salir por la boca. Escalar ese muro fue muy frustrante, porque los retraso un poco, pero al final continuamos sin importar. 

 

—No... —Lo siguente es cargar una especie de barril, la nota no lo vale. —No puedo más... —Digo intentando respirar. 

 

—Es lo último y somos ocho... —Anima Manuel.

 

—Son solo cincuenta metros y luego es cuesta abajo... —Habla la chica de la cual desconozco el nombre. —No nos podemos rendir...

 

—De poder, podemos... Ofrezco pasarles todas las respuestas para que saquen diez, pero no me obliguen a cargar eso... —Señalo el barril.

 

—Lo que Amelia intenta decir es que ella nos ayudará si llegáramos a perder. —Niego, eso no es lo que yo quería decir. Intento hablar pero Manuel me cubre la boca. —¡Vamos! —Concluye Julián.

 

Lo levantamos y caminamos muy lentamente. Siento que me hernio. Estoy sudando exageradamente y eso ya me está molestando. Cuando lo soltamos cuesta abajo empiezo a ver borroso, esto es algo malo.

 

Me apoyo en el hombro de alguien y creo que cruzamos la meta porque los oigo celebrar. Me siento en el piso y respiro, intentando no ahogarme. —Nota mental, no volver a hacer algo así...

 

—Concuerdo contigo... —Dice Lauren. —Toma... —Lentamente se me va aclarando la vista, tomo la botella de agua que me ofrece. —Me duelen músculos que no sabía que tenía... —Rie por su comentario. 

 

—Pues en mi caso si sabía de su existencia y duelen. —Me quedo acostada en el césped por un tiempo. —¿Quién ganó? —Pregunto luego de recordar ese pequeño detalle.

 

—Los de allá... —Señala en grupo de Summer. —Quedamos de segundas... —Lo dice muy emocionada.

 

—El segundo lugar es el más frustrante, porque si lo hubiéramos hecho un poco mejor hubiéramos sido los primeros. Mientras que el tercer lugar genera más satisfacción, al lograr clasificar. —Me siento.

 

—Le matas la emoción a todo... —Lauren me da un leve empujón.

 

Luego de comer algo, tomamos direcciones diferentes. Son como las seis y creo que hay una especie de fogata, imagino que están allí. A mi me duele cada centímetro de mi cuerpo y fue un reto llegar del comedor a la cabaña, es extremadamente lejos.

 

Me baño rápido ya que no hay nadie. No puedo subir a la cama de arriba que me correspondió y no le quitaré a los demás la suya así que me acuesto en el suelo de madera a descansar un poco.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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