Capítulo XIII
LA LIsTA
¿SUICIDA O PROSTITUTA? Recitaban todos los carteles que me encargué de sacar junto con mi hermano.
Le dieron el alta sin que me enterara. No quiso verme.
Mejor dicho, no quiso ver a nadie.
El lunes siguiente ninguno de los cuatro fue a clases. Ni al día siguiente.
Ni al siguiente. Ni al siguiente.
En su casa parecía no habitar nadie. Ni siquiera María.
La graduación llegó un mes después y ninguno se había presentado.
Ese día, que tiré mi toga por los aires, que recordé la beca que no gané pero sí fue digna de una mención de mi profesora de Español, que miré el abrazo de mi hermano y mi padre, el mensaje me llegó a través de un chico con gorra sobre una bicicleta. Un papel en blanco, dentro, una dirección.
Me hubiese reído en otra circunstancia. Era un prado hermoso casi al final de la ciudad. En el borde, una pequeña lápida de mármol decía: Sabine 1998-2016 y un sobre.
No fue tu culpa. Las cartas estaban todas dadas vueltas y yo ya tenía un pacto con alguien que nunca rompe sus promesas. Me faltaba solo algo para tachar de mi lista. Lo último. Y no hay nadie mejor que vos para hacer los honores de marcarlo.
Te quiere. Sabine.
Dentro del sobre había otro papel bastante maltrecho y arrugado. La reconozco a la perfección: es la lista de cosas para hacer antes de morir. El único punto que no estaba tachado pero sí marcado con un rojo fuego me sacó una pequeña lágrima:
Hacer el amor con el chico que te gusta.
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Editado: 16.05.2021