El Collar De Perla

Cont. Cap. IV

Finalmente, ella perdió la cuenta de los días y noches que hacía que estaba en ése lugar, y una mañana despertó en la cama con aquel hombre mirándola, y hablando con otro que parecía ser un médico.

-              quiero que la cure doctor, se ha negado a comer, a beber, a hablar, aunque sea en su lengua, yo le traería al traductor, ¿conoce Ud. al traductor no es así?

-              Si Grimaldi, pero ahora se ha ido con el barco que partió ayer para España, y según dicen, no tiene ganas de regresar por estas tierras!!

-   Bueno, eso es lo de menos, traeré yo mismo a otro, pero ahora quiero que cure Ud. a esta joven, ¿me entiende?

Todo lo escuchaba Luz, pero su sagaz mente estaba agotada, y todo su cuerpo se negaba a reaccionar, no podía entender lo que buscaba aquel hombre teniéndola allí encerrada. Pasaron algunos días y la india había recuperado su salud; esa mañana le habían ordenado que vistiera un vestido blanco de lino, que peinara su cabello, y esperara sentada en un banco que le señalaron dentro de la habitación. Luego de eso, entró Grimaldi con dos hombres más. Grimaldi se dirigía a uno de ellos, en francés:

-              bueno veamos entonces si se hace entender ud con esta joven, y le dice lo siguiente:

“ la corona española dice que estas tierras me pertenecen para siempre, estos campos, estas minas, y también estos indios” Y el francés traducía todo esto, en lo que ellos pensaban era el dialecto de los indígenas de la isla. Como ella continuara en silencio, Grimaldi continuo diciendo:

- y dígale: “por lo tanto, ud también me pertenece, y es de mi propiedad”

El francés volvió a hablar, pero la india seguía en silencio, mirando a Grimaldi, mientras este se impacientaba.

¿Será entonces que su traducción no es comprendida? – le decía al traductor –

-¡¡Porque esta mujer no entiende nada de lo que usted le dice!! Bueno, dígale lo último, y luego veremos. Dígale: “como soy su dueño, he tomado la decisión de tomar a usted en matrimonio legal, como lo indican los santos evangelios, y “– no bueno, esto no, no sabe que son los santos evangelios.

El francés tradujo, y como ella se pusiera de pie, los hombres quedaron atentos y esperando saber si ella había entendido al fin al traductor y su dialecto. Quedaron mudos, pálidos, estáticos, cuando la india, acercándose lentamente a Grimaldi, comenzó a hablarle, en francés, en un francés perfecto, dulce y suave, al punto que Grimaldi terminó sentado en la silla donde ella había estado sentada antes.

-              Sr. Grimaldi, yo acepto ser su esposa, con una condición-

Los hombres no hablaban, hasta que Grimaldi comenzó a volver en él.

-              mi condición es que vivan conmigo, mi pequeña hija y mi media hermana, ambas están en el establo, y hace tantos días y noches que no sé de ellas, necesito estar con ellas, y que si usted, quiere que yo sea su esposa, ellas estén siempre bajo el mismo techo que este yo -

Grimaldi se había enamorado de esa mujer, y le aceptó su pedido de inmediato. Al día siguiente, un fraile bautizó a las tres mujeres, Luz tomó el nombre de Esmeralda, su hermana tomó el nombre de Margarita y a la niña la llamaron Isabela. Margarita sería la encargada de criar a Isabela, porque su madre tendría que viajar permanentemente con su esposo, a Europa donde Grimaldi tenía la construcción de barcos y carabelas.

Europa, año 1517

Grimaldi había llevado a su mujer a un prestigioso especialista en mujeres, en Madrid. Quería tener hijos con ella, y estaba pasando el tiempo, y ella no quedaba embarazada.

-              ésta joven es muy sana, y muy fuerte – dijo el especialista- es sólo cuestión de saber esperar Grimaldi, quédese tranquilo, no puede tardar

Nuevo Mundo. Finales del año 1517

La noche era fría y llovía con fuertes ráfagas, truenos, y rayos.

-              Esmeralda mía, estuve pensando que me gustaría saber de tu pasado, hay muchas cosas que no entiendo, y me gustaría saber todo, absolutamente todo de ti, no lo puedo entender, cómo… es que eres tan culta, tan, tan, bueno, experta en dos idiomas, en fin, todo eso, si estuviste siempre aquí, con…

-              Nuestro pasado no le interesa a nadie...

-Pues a mi sí, soy tu marido y tengo derecho a saberlo todo! busco un hijo, y mi hijo querrá saber también.-

Mientras hablaba, se interrumpió al ver algo sobre su almohada.

-              pero Esmeralda, mira, el collar de tu hermosa gata blanca!! ¿No me habías dicho que la gata nunca tendría que estar sin su collar puesto?  ¡¡Me debes también esa historia!!-

En ese momento un rayo cayó muy cerca y Grimaldi se asomó por la ventana. Dijo que tendría que salir porque vió que su caballo había salido de la caballeriza.  La lluvia era cada vez más intensa, y mientras Esmeralda tenía en sus manos el collar de Perla, escuchó otro rayo caer. El viento abrió la ventana volando lo que encontró a su paso, Esmeralda se acercó y dejó que la lluvia que entraba, le mojara la cara, y le mojó todo el cuerpo, y la gata blanca se acercó a ella para dejarse poner nuevamente el collar. El agua las mojaba a las dos, las dos disfrutaban de la lluvia, como una bendición del cielo. Otro rayo cayó iluminando toda la habitación.  Fué el rayo que alcanzó a Grimaldi y a su caballo, antes de que pudieran entrar a la caballeriza.

 



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En el texto hay: misterio e historia

Editado: 17.10.2021

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