A lo lejos, observé una puerta con forma de luna hecha del mismo material que el palacio, pero con dos fuentes de agua a cada lado del umbral que regurjitaban con furza descomunal hacia el lago situado a varios pasos en linea recta. Contemplar algo material entre tanto caos, me ayudó a entender que mi llegada a aquel lugar, no habia sido fruto de un error, sino que aquel lugar me estaba esperando.
Atravesé la puerta y no me sorprendí al ver a tres figuras sentadas cada una de un color distinto, sin embargo al observarlas con detenimiento observé que eran más parecidas que dos gotas de agua surgidas del mismo lago.
- Hola Dzuwan -habló la figura de color rojizo como el acero fundido en una forja- Nos alegra que hayas llegado al fin, llevábamos tiempo esperando al hijo de Mel.
- No entiendo a qué os referís extraña forma – dije como siempre de una forma más brusca de lo que pretendía
La figura de color dorado fijó sus ojos en mi antes de hablar.
- Has recorrido un largo camino para llegar hasta nosotras, las hijas del tiempo somos lo que nunca fuimos y seremos lo que siempre hemos sido, pero somos desde que tú eres.
He de confesar que estas palabras no tuvieron ningún sentido en mi cabeza y de haberlo tenido, seguramente habría sentido temor-
- ¿Dónde estoy?
- La pregunta, no es donde sino cuando – añadió con voz enigmática la figura de color gris – El bastión de Palandur, destruido hace miles de ciclos, estás en Zirdas.
Aquellas palabras, resonaron como si mi cabeza fuera un yunque y ellas un martillo. Golpeando con vehemencia pobre sien.
- ¿Como? - Pregunté totalmente atónito.
- Pregunta errónea de nuevo, te encuentras aquí porque así lo decidimos y lo decidiremos – Dijeron las tres al unísono – Eres hijo de Zyrolyr, Kyla y Mel. El tiempo, la imaginación y el intelecto corren por tus venas. Como hijo del tiempo es nuestro deber entrenarte antes de que pongas fin a la tiranía de tu padre.
- ¿Soy descendiente de Mel?
- Por supuesto, tu madre hizo un trato con Mel para salvaguardarte, su sintonía sería acoplada a la tuya y en retorno sería imposible que Zyrolir o cualquier otro Eiven te detectara.
- Pero Klirt me detectó, gracias a él estoy aquí.
- Compartes linaje con Klirt por tu madre Kyla, cualquier Eivendryr entrenado puede detectar a los de su linaje sin gran dificultad.
- Soy un Eiven entonces y más poderoso de lo que imaginaba – dije con orgullo
- No, no sabemos que eres, pero no eres un Eiven. Tus limites no son conocidos, estas hecho de materia, pero puedes existir sin ella. Eres hijo de los Eiven, pero también su creador.
- ¿Entonces poseo poder sobre todas las criaturas? - pregunté imaginando la destrucción de Zimrur.
- No, joven irreflexivo – dijeron con cierta dejadez en el tono – pese a que no podemos ver tus limites, si vemos que ahora mismo no conoces nada de ti mismo, salvo lo que recuerdas vagamente. Incluso con tu potencial, te es imposible usar cualquier poder que requiera de toda tu atención.
- Ayudadme a recuperar mis recuerdos, a recobrar mi pasado.
Esperé que mi petición las ablandara y pensé por un momento que lo había hecho. Sin embargo, las tres hablaron al unísono y volcaron la respuesta que me temía.
- Nosotras somos Las Tejedoras, vemos y presagiamos, pero no podemos intervenir en los acontecimientos de la Eternidad, ese es un camino que deberás enfrentar tu solo.