Capítulo 1
—Oye tesoro, hermosa —Gritó un hombre al ver pasar a aquella mujer de hermosa silueta y una cabellera negra suelta, mientras la tomaba del brazo y la tirana cerca de su cuerpo, a pesar de estar completamente ebrio su anatomía aún tenía fuerzas para hacerse notar— ¿Vamos a divertirnos un rato muñeca?
—Claro —Respondió con una voz tan seductora que el hombre tragó con dureza, mientras la mujer rodeaba sus hombros con sus brazos y lo alejaba de la gente a un callejón oscuro
Quizás si no hubiera estado tan ebrio hubiera alcanzado a sospechar de aquella coqueta sonrisa y como pasaba su lengua por sus labios.
Si hubiera tenido menos licor en la sangre quizás hubiera podido reaccionar y haber salido de ahí.
O tal vez marcó su destino cuando cruzó miradas con aquella mujer al momento en que ingresó al bar hacía varias horas otras. Pero ya todo estaba perdido cuando los colmillos de aquella mujer desgarraron su cuello impidiéndole gritar.
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Empezaba a amanecer y Hayden comenzaba a desesperarse, lo único que lograba hacer era pasear de un lado a otro de la habitación mientras intentaba calmar su respiración. Se había acostumbrado que, al caer la noche, Scarlett saliera pero siempre volvía antes del amanecer, y ahora, con los primeros rayos acariciando los tejados no podía evitar sentir ansiedad.
¿Y si estaba herida?
¿Le habrían hecho algo?
¿Habría huido?
Eran muchas incógnitas y ninguna era contestada, su maestro en aquel momento se burlaría de él al ver su poco control pero no podía evitarlo, era Scarlett, hace tan sólo dos meses la había recuperado y no quería perderla de nuevo.
Aunque nada era como antes.
La puerta se abrió después que se hubiera paseado una vez más por la sala y caminando rápido fue a la entrada encontrándose con Scarlett, quien se encontraba tapada con una capa la cual cubría su cabeza evitando que la luz la lastimara. Al dejarla caer nuevamente se le encogió el corazón, su cabello negro como la noche se encontraba desarmado y sucio, su ropa estaba estropeada y su boca…
Su boca cubierta de sangre de una posible nueva víctima.
—He vuelto —Anuncio la mujer mirándolo con aquellos ojos dorados, aquellos que desde que había vuelto a la vida habían dejado de brillar
—Scarlett —Llamó acercándose a la mujer y tomándola de los hombros miró sus ojos, buscando, pero no encontró nada más que vació— Ven, tienes que quitarte eso antes de descansar
Una sonrisa de suficiencia cruzó los labios de la menor antes de alejarse de él. Sabía que haría lo que le dijo, dejaría la ropa en el suelo para que la desechará, luego tomaría una ducha antes de irse a la alcoba y acostarse en su cama donde dormiría plácidamente hasta que la noche volviera a llamarla.
¿Y él?
Él como todos los días la miraría en la silla frente a la cama esperando que un día la rutina se rompiera y ella volviera, que su alma cruzará el umbral volviendo a su lado. Pero aquello no era así.
—¿Sabes qué debes hacer? —Antho le había preguntado aunque ya supiera la respuesta, sabía que su mentor esperaba la respuesta de sus labios pero al pasar los segundo ahogó un suspiro— Eso no es vida
—¡Y lo que nosotros vivimos tampoco Antho! —Recriminó. Estaba angustiado, Scarlett había salido todas aquellas noche y no soportaba imaginar las cosas que podría estar haciendo y esperaba que su mentor le diera consuelo al caos que sentía— Lo que tú vives no es vida
—Pero no tengo que ver cómo mi vida es destrozada por quien más ame —Respondió este— No podría aguantar ver su cuerpo sin la vida de sus ojos
—Quizás no le amabas suficiente —Contestó aún dolido
—O quizás le ame tanto que le deje ir cuando ocurrió —Murmuró casi recordando el mayor ya agotado por el pasar de los años
Tres siglos era un gran tiempo y él no había soportado más de un año pasar sin su amada, jamás entendería de dónde sacó su maestro la fuerza para vivir nueve siglos y cuatro de ellos sin su complemento. Después de eso y evitando que este le hiciera más presión sobre el tema salió de Rusia antes de la llegada del Invierno.
Por desgracia la sed de Scarlett era cada vez más insaciable y está no intentaba controlarse, por lo que por donde pasaban la sangre comenzaba a derramarse y los cuerpos se amontonaban a su alrededor. Claro que nunca eran personas de las que se esperaba un mejor final o que hicieran falta a la sociedad pero aquella no era su amada.
Al escuchar la regadera cerrarse se dirigió al baño y tomando la ropa del suelo la guardó en una bolsa y la tiro en la chimenea, al anochecer quemaría la ropa haciéndola desaparecer, como hacía cada día. Cerrando todas la cortinas de la sala, se dirigió a la habitación donde observó cómo Scarlet dormía plácidamente en la cama matrimonial, siguiendo su rutina se sentó en la silla frente a la cama y la observó dormir.
Los días en Italia eran tranquilos y agradables, lejos de la época turística dejaban las calles prácticamente libres para deambular y hacer una vida tranquila, pero la sed de Scarlett había comenzado a generar terror entre la gente, siendo cuestión de tiempo que comenzaran a investigar y alguna pista diera con ellos. Pronto tendrían que retirarse nuevamente a un nuevo lugar al que pudiera llamar hogar, pero con el estado de Scarlett lo mejor sería alejarse de las grandes civilizaciones.
El sol volvió a esconderse más rápido de lo que él deseaba y como cada noche, Scarlett se fue sin siquiera mirarlo.
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Editado: 13.12.2019