El contador

El centro SJ

Eduardo, al ver sus resultados del examen, se llenó de alegría al haber logrado ganar y ser aceptado para ser uno de los estudiantes de esta. Sin perder más tiempo corrió hacia su casa para prepararse en su incorporación a su nueva escuela.

Al ser que para ingresar para ser uno de los integrantes de este lugar, sólo se podía después de haber ganado el nivel básico de estudio. Para lo cual, con todos sus documentos de estudio en orden, Eduardo comenzó a preparar lo que necesitaría. Esto era debido a que todos los estudiantes tendrían que vivir dentro de los dormitorios de las instalaciones. Aunque esto sería hasta el próximo año, Eduardo ya se encontraba muy emocionado como para no tener todo listo de antemano.

Al llegar al fin el día esperado, todos los de nuevo ingreso se encontraban parados frente a las instalaciones que permanecían cerradas aún. Eduardo, al llegar, comenzó a ver a su alrededor a todos los que, al igual que él, se encontraban esperando la recepción de la SJ y así poder decir que ya son parte de esta.

Mientras miraba a su alrededor, pudo notar como había todo tipo de personas a su alrededor. Se podían ver a algunos muy emocionados e impacientes, a lo que Eduardo no podía negar que él era uno de ellos, como también se encontraban personas serias y que parecían ser muy cautelosas con quien hablar. Esto, también, se miraban que ya algunos grupos se habían juntado apenas empezando a reunirse enfrente de la entrada.

Eduardo, al escuchar que sonaba una pequeña alarma, volvió a ver hacia la entrada que comenzaba a abrirse y así dejar ver como salía de forma elegante el director y algunos de los maestros que les estarían enseñando a partir de ese momento. Pero, al ver que todos dejaron de hablar y se acercaban, no se quedó atrás y también los siguió. Pero algo que no parecía normal comenzaba a pasar, pues los profesores se adelantaron y dejaron atrás de ellos al director, quien no dio un paso más y sólo observaba desde lejos.

Al juntarse todos y quedarse inmóviles esperando que les permitieran entrar. Los maestros sólo se detuvieron a una distancia de un metro, aproximadamente, del director. El maestro del centro miro a la maestra que se encontraba a su lado derecho, quien le asintió en respuesta, y luego al maestro a su izquierda quien hizo lo mismo. El maestro del centro dio unos tres pasos al frente, mientras los demás se separaron y tomaron sus listas.

Al encontrarse ya todos en orden, dos maestros que se encontraban cerca al director, dieron la señal para que este comenzara a hablar. El director, viendo que los siete maestros de enfrente estaban preparados con sus listas, les dijo a los dos cerca él que le prepararan su sello. Una vez que ellos le trajeron dos sellos, el director comenzó a hablar, diciendo – Buenos días a todos, espero que se encuentren bien. Aunque, al ver a tantos estudiantes aquí, es una señal de que han elegido nuestro centro para convertirse en un contador. Pero, antes de que puedan ingresar a las instalaciones, deberán de pasar con nuestros profesores que se encuentran frente a ustedes para que los registren y así poder obtener su pase a al Centro SJ. Así que, adelante, espero verlos adentro –. Al terminar de decir esto, Eduardo comenzó a ver como todos comenzaban a amontonarse para poder obtener su registro y así entrar.

Pero, como si fuese un campo de batalla, los maestros se veían atrapados por los estudiantes. Eduardo viendo que algunos trataban de hacer fila para ingresar mientras otros lo querían por la fuerza, noto que algunos de los maestros se reían de como todos hacían las cosas. Pues, al sólo ser que ellos entregaban unos documentos que todos firmaban y luego se dirigían hacia la entrada, había lago muy sospechoso. No podía notar mucho lo que pasaba, debido a la gran conmoción que había. Retirándose un poco, trato de ver cómo podía conseguir su pase. Pero, viendo que los dos maestros que se quedaron atrás no contaban con ningún documento, por lo que unos cuantos se acercaban a ellos, quiso hacer lo mismo.

Pero, mientras se acercaba a los maestros disponibles, de pronto se escuchó la voz del director que decía – perdonen mi falta de información. Se me olvidaba decirles que de todos los que se encuentran aquí, a pesar de que hicieron sus exámenes, deberán de conseguir su pase lo más antes posible. Esto es debido a que no todos podrán ingresar, al ser un grupo muy grande. Así que tómense las cosas con calma y "revisen bien lo que están haciendo" –. En un segundo todos ya se encontraban alborotados por conseguir su pase y, aunque era difícil obtenerlo antes del anuncio que les habían dado, ahora era mucho más complicado hacerlo.

Eduardo, al ver como todos comenzaban a irse poco a poco y, con el documento en mano, comenzaban a adentrarse entre la multitud, que desaparecía, para ingresar a las instalaciones, claro que ninguno ingreso y les iban diciendo lo que debían de hacer o esperar antes de poder entrar. Eduardo, al ver que ya podía circular y que sus esperanzas comenzaban a desaparecer, se acercó a uno de los dos profesores libres para preguntarles sobre el registro y como poder obtenerlo, aunque parecía como una broma el hacer esta pregunta después de haber tenido las instrucciones claras de ir con los maestros y que sólo los que quedaban contaban con los documentos para registrarlos. Pero, al no tener a donde ir, se acercó a una maestra que estaba viendo todo lo que sucedía.

Mientras caminaba, iba viendo la retirada de cada maestro conforme terminaban sus documentos que traían consigo. El director, por otra parte, parecía divertirse de la situación en que se encontraban en este momento los nuevos aspirantes. A pesar de que ninguno sonreía o hacia alguna mueca que delatara su diversión, podía sentirse a través de sus miradas como se sentían con tal espectáculo.

Eduardo, al estar frente a la maestra, dijo – Disculpe, será que me puede decir cómo puedo obtener mi registro –. La maestra, dirigiéndole la mirada, trato de no hablar e ignorarlo después de verlo. Eduardo no se rindió, ya que pensaba que tal vez aún podía haber alguna manera de conseguir su registro a pesar de que ya casi no había. Por tal razón, sin perder la cordura, volvió a preguntar lo mismo otra vez. Pero, sin obtener ninguna respuesta, miró con reojo que ella portaba un lapicero y un pequeño trozo de papel en su bolsillo izquierdo. Esto podría ser alguna pista, es lo que se le venía a la mente mientras pensaba en alguna forma de llamarle la atención.



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En el texto hay: aventrua

Editado: 22.12.2020

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