Parte 1: Introducción al Nuevo mundo
Recuerdo un día en que mi abuelo me habló acerca de los aviones. Eran grandes máquinas que recorrían el cielo con personas a bordo; su medio de transporte permitía recorrer grandes distancias de forma rápida y era considerado el transporte más seguro del antiguo mundo. Sin embargo, todo cambió el 13 de septiembre del año 2085. Una ola de calor arrasó el planeta, y los aviones que se encontraban en el aire se convirtieron en víctimas de esta calamidad. El calor intensificó tanto su combustible que provocó explosiones en pleno vuelo, haciendo que cayeran envueltos en llamas hacia las ciudades. Ese día, millones de personas perdieron la vida.
Los aviones que quedaron en tierra no pudieron volar hasta que la temperatura descendiera. Sin embargo, ocurrió algo inesperado: aunque la temperatura en la superficie bajó, a unos 500 metros de altura continuó aumentando. Cuando finalmente se dio permiso para volar, muchos fueron testigos de cómo los aviones volvían a caer envueltos en llamas. Ese día se tomó la decisión de que nunca más un avión surcaría los cielos.
Algunas familias que habían perdido a sus seres queridos debido a las explosiones decidieron poner fin a todo lo relacionado con la aviación. Destruyeron aviones, avionetas, aeropuertos, helicópteros e incluso drones. No quedó rastro de nada que tuviera que ver con volar por los cielos. Solo sobrevivieron tres drones del Antiguo Mundo, propiedad de mi abuelo, quien los guardó celosamente para que no fueran encontrados. Durante su expedición, utilizó dos drones para descubrir la playa del continente número 13, pero el tercero fue robado de su barco y hasta el día de hoy se desconoce su paradero.
Con la extinción de la aviación, los barcos se convirtieron en el medio de transporte más utilizado en el Antiguo Mundo para viajar entre continentes. Hoy en día, son el medio más conocido en el Nuevo Mundo para realizar esos mismos viajes. En las ciudades, los autos eléctricos impulsados por paneles solares han tomado protagonismo.
El día en que llovió fuego es recordado por todos aquellos que emigraron del Antiguo Mundo; no solo se perdieron vidas humanas, sino que ciudades enteras fueron destruidas. No obstante, las personas lograron recuperarse y encontrar alternativas para seguir adelante.
Solo quedaron historias de lo que fue volar por los cielos...
Hace un año, en el último piso del Edificio Central...
El Número 7 está en la sala, mirando por la ventana el paisaje que se percibe desde lo alto del edificio. Fija sus ojos hacia el sur y ve llegar un barco con velas blancas y rojas; una sonrisa se dibuja en su rostro. Sale rápidamente de la sala y se dirige al ascensor, donde presiona el botón que lo llevará al lobby del edificio. Al llegar, las personas lo miran perplejas; nunca se le había visto fuera del último piso. En ese momento, sus guardaespaldas lo rodean y su secretario le pregunta:
—¿A dónde se dirige, señor?
—Busca mi auto. Debo ir al puerto del sur —responde el Número 7.
En ese instante, un guardaespaldas llega con la llave y se la entrega. El Número 7 se monta en su auto y los guardaespaldas lo siguen en sus vehículos. Al llegar al puerto, se dirige hacia su secretario y le dice:
—Mantengan la distancia; voy a hablar con un amigo que viene llegando.