El Contrato de las Almas Ⅱ

‒¿Cómo está?‒ pregunto el padre acercándose a su esposa sentada al borde de la cama donde Sara dormía.

‒Tiene un poco fiebre, pero estará bien. Es muy fuerte‒ respondió acariciándole las mejillas ‒debe descansar un poco‒ aquello último no fue muy convincente para el padre, ella ocultó como pudo el dolor de ver a su hija marcada por tal herida, pero hasta no saber cómo salir de todo esto no se lo contaría a su pareja.

Él sentía que algo más pasaba, algo que su esposa no quería decir.

‒Dejémosla descansar, nuestra prioridad ahora es salvarlas‒ señalo hacia la ventana.

Afuera se agitaba una espesa nube negra, que se revolvía se separaba y se volvía a juntar en formas diversas, siendo el detonante más evidente, las cabezas en forma de lobos característico de los susurradores, su número había disminuido considerablemente mientras se acercaba la mañana. Aun así, seguía siendo un número muy peligroso, la barrera que rodeaba la casa permanecería firme e intacta por un par de horas más antes de perder su fuerza, algunos susurradores arriesgados se lanzaron tratando de traspasar la barrera siendo un total fracaso, sus cuerpos se desvanecían al instante.

‒No podemos confiar en ellos‒ acentuó el padre mientras cerraba la puerta de la habitación ‒son ángeles y estamos en peligro al igual que si lo estuviéramos afuera con esos susurradores ‒

‒Tendremos que hacerlo, Sebastian es el único que puede sacarlas de aquí y llevarlas a un lugar seguro‒ agacho su esposa la mirada ‒yo tampoco confío en los ángeles, pero en él…‒ dudo unos segundos ante su decisión ‒confió en él‒

‒¿Has escuchado lo que ha dicho?‒ dijo el padre enfurecido ‒él y su amigo se cruzaron en el camino de nuestra hija más de una vez, la han metido en un peligro que ni ese par creo que sea capaz de controlar. Un ángel con un ala arrancada y el otro sin alas, ambos serian la carnada perfecta para los susurradores, tú mejor que nadie sabe la reputación y de lo que son capaces los ángeles, ¿Quién nos puede asegurar que no nos estén distrayendo para atacarnos por la espalda?‒

El padre tenía furia en su interior que quería desbordar desde que todo esto había empezado. La sorpresa de encontrar a su esposa después de mucho tiempo a solo semanas del divorcio y que ahora aparecía en la puerta de su casa, contándole de las runas que había visto en el cuerpo de su hija y los extraños sucesos, no le habían sentado nada bien. Deseaba que todo fuera una mentira o una jugarreta del destino, pero ahora todos sus miedos se hacían realidad, el mundo oculto del que querían apartar a su hija, tocaba la puerta de su casa.

‒Por favor‒ dijo ella acercándose a su pecho ‒confía en mí‒ sus brazos rodearon el cuerpo de su amado hasta que sus dedos se encontraron en su espalda para entrelazarse ‒somos los únicos que podemos darles tiempo para que huyan‒ se sentía el temblar del miedo en su voz la duda de la decisión.

‒No sé, lo que tratas de hacer, es una locura y no dejaré de desconfiar de esos ángeles‒ tomo una pausa ‒pero si estás segura de que es lo mejor, entonces lo haremos‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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