El Contrato de las Almas Ⅱ

Sebastian respiraba con dificultad mientras miraba errante el techo de la nave industrial, sentía las piernas al límite al igual que sus pulmones que atrapaban cada bocanada de aire que podían.

Recordó llegar apenas con las justas a la casa donde el portal se había abierto, vislumbro desde el exterior como varios haces de luz se filtraban por las ventanas aquello significaba una mala señal, indicando que la estabilidad entre el portal y la prisión habían llegado a su límite por lo que solo le quedaba segundos para cerrarse por completo y desaparecer hasta que un nuevo portal si este se llegase a hacer, se abriese en una semana más o menos, pero Sebastian no tenía tiempo que perder lo que tenía que hacer era mucho más importante que perder el tiempo o esperar.

Desencajo la puerta principal de la casa con una patada, subió las escaleras a toda velocidad, la magia que mantenía el portal abierto se disipaba como la neblina, en el último segundo extendió su lanza si él no lograba cruzar por lo menos dejaría su lanza a salvo y en manos de Orión aun con todo el esfuerzo y las pocas posibilidades se lanzó logrando así atravesar el portal sano y salvo.

‒¿Te encuentras bien?‒ pregunto Sara acercándose revisándole si no tuviera algún golpe o herida.

‒Estoy bien, siempre estoy bien‒ dijo Sebastian sonriéndole incrédulo de su hazaña.

Géminis extendió su mano ayudándolo a levantarse.

‒Pero ¿Qué te paso?‒ terció Raquel mirando la ropa rota, magullada llena de varios cortes.

‒El…‒ inhalo y trago algo de saliva, sintiendo la garganta áspera ‒el edificio casi cae sobre mí al tratar de sacar mi daga, pero…‒ mostró la daga sacándola de la parte posterior de su espalda ‒logré salir ileso apenas con estos cortes‒

Sebastian remango su ropa tratando de ocultar los cortes con girones de tela suelta, miro a cada uno de ellos esperando que le creyesen, pero Géminis tenía una mirada nada convencida.

‒No encontré a tus padres, si estoy seguro, ni siquiera han llegado al edificio‒ exhalo tan profundo que sintió haber vaciado sus pulmones por completo ‒el mensaje está escrito cerca de las runas de tu padre, podrá guiarse por ellas y encontrar la plegaria que los comunicará aquí–

Sara asintió confiando que todo el plan saliera, aunque se sentía preocupada por el hecho de saber que sus padres aún no llegaban al lugar al que los resguardaron a ellos ‘¿Qué los habrá retrasado estos días?’ se preguntó.

‒Amelia y su familia ¿Cómo están?‒ pregunto Raquel acercando un vaso con agua.

Hubo un silencio de apenas unos segundos, la respiración de Sebastian seguía agitada mientras la expresión en su mirada entristecía apenas leve a ser notada, tomo un sorbo y bajo la voz ‒ellos están bien, después de que nos fuimos limpiaron todo y se encuentran bien‒ añadió una sonrisa forzada ‒todo ha salido bien, la casa los ha protegido‒ dijo con otro tono de voz como quien añade algo nuevo e inesperado ‒tengo mi daga‒ alargo una daga vieja, oxidada y magullada ‒al extraerla del edificio ciertas partes cedieron por eso casi termino debajo otra vez‒ sonrió despreocupado.

‒¿Arriesgaste tu vida por una daga?‒ añadió Raquel.

‒Las armas angelicales son algo especiales‒ dijo Sebastian en rima ‒los susurradores odian las armas angelicales o cualquier arma hecha con metal celestial, si la dejaba en ese lugar era muy probable que atrajese a varios susurradores y por ende a sus dueños, uno de los siete pecados y crear caos del que ya estaba ahí es más que suficiente‒

Sebastian ya respiraba con normalidad serenando cada momento su ser.

Sara dio un vistazo al espejo destruido en mil pedazos sobre el piso de piedra negra alado del mismo estaba Orión examinando una a una sus fragmentos tomando uno de ellos del tamaño de su palma una parte que no se había destruido del todo.

Acomodó el pedazo de espejo en una base hecha de piedra negra ‒Sara‒ dijo mientras se acercaba a ella para entregárselo ‒cuando tus padres intenten comunicarse con nosotros, podrás verlos a través de este fragmento, guárdalo muy bien‒

Sara tomó el fragmento de espejo apoyado en una base de metal de piedra negra, el tacto era frío al instante con una sensación que irradiaba en su interior una especie de electricidad que fluía por cada grieta y que producía una estática casi palpable ‒gracias– dijo ella mientras apoyaba el cristal en su pecho, deseando en silencio poder ver pronto a sus padres, Orión desapareció al poco rato por uno de los pasillos.

‒Bien tenemos que seguir‒ dijo Sebastian parándose de un salto ‒tengo que hablar antes contigo amigo mío, estamos en serios problemas con los de arriba‒ señalo con el índice hacia el cielo ‒así que vamos a caminar un poco mientras te cuento lo que nos espera‒

Géminis no mostró emoción alguna, no era la primera ni sería la última vez que se metía en problemas con los principados o con los arcángeles ‒Vamos‒ dijo caminando el primero.

‒¿Por qué tienes que hacerlo todo tan misterioso?‒ añadió Raquel con un tono parecido a un regaño.

‒Si es algo que tenga que ver con nosotras sería bueno saberlo‒ terció Sara colocándose alado de Raquel.

‒No es nada hacía ustedes, recuerden que nosotros‒ remarco aquello con su índice señalando a Géminis y así mismo varias veces ‒somos ángeles y tenemos cosas angelicales que hacer, cosas del oficio, etc. Etc.‒



#4925 en Thriller
#2624 en Misterio
#9887 en Fantasía
#3720 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.