El Contrato de las Almas

V

Sara sintió una punzada en su mano derecha seguida de un fuerte dolor que recorrió todo su brazo, lo que provocó que se despertara poco a poco de su sueño, se sentía cansada y su cuerpo le dolía mucho más que antes, apoyo el brazo izquierdo en la cama para levantarse un poco, mientras se despertaba escucho un susurro que venía de alguna parte. Miro a su alrededor buscando sentido a lo que estaba sucediendo, el día había acabado volviéndose noche, exactamente la 1 de la mañana marcada en el reloj de la pared.

Como un instinto miro su brazo derecho recordando lo que el Mimo le había hecho, pero no había nada ni una sola marca, ni una gota de la tinta roja, dudo de sí misma como si aquello hubiese sido solo un sueño, lo que no hubiera sido nada extraño tal vez provocado por los medicamentos que le causaron alucinaciones aquello también explicaría por qué ahora le dolía más el cuerpo. Miro alrededor buscando a su madre, cuando noto un hilo atado en el barandal de la cama, lo siguió con la mirada, este ataba un globo en su extremo, el mismo globo que ella había elegido.

–Deberían poner un poco de música en este lugar– dijo alguien por los pasillos –Combinarlo con otro color, yo qué sé, aquí se siente ha muerto– continuó su parloteo.

Sara respingó al escucharlo, se había quedado pensando en aquel Mimo y lo que había sucedido.

–¡No!– Grito repentinamente aquel chico, asustando más a Sara –¿Mi libro dónde lo deje? ¿Dónde? ¿Dónde? Si alguien lo encuentra se lo llevará y no sabré en qué termina, ya solo me faltan un par de capítulos…– dijo mientras exageraba y dramatizaba.

Sara se levantó con algo de dificultad hasta quedar sentada en la cama, sujeto su brazo adornado de varios tubos y cables que tenía pegado al cuerpo, sentía curiosidad de la persona que armaba tal escándalo, pero más era la curiosidad de saber por qué nadie se había percatado o que lo hubieran callado, se cubrió con una bata por encima de sus hombros atándolo por la cintura con el lazo, se puso unas sandalias tomo el atril para apoyarse en él; se acercó a la puerta y vio a un chico caminar en círculos a unos metros de ella, iba y venía con la mirada perdida buscando entre sus pensamientos.

–¡Ya sé!– dijo entusiasmado –En la morgue cuando fui a buscar un café, ese maldito fantasma me asusto, por eso salí rápido de ahí, puff si no tuviera la cabeza pegada al cuerpo– dijo riéndose solo.

Su actitud era extraña y a Sara no le había caído nada bien la forma como se expresaba ni como se comportaba en el hospital, ni el ruido que causaba a esas horas de la madrugada, lo extraño aparte de que nadie se diera cuenta de su escándalo, era que él le recordó al mimo con su cabello despeinado y su contextura. Tras imaginarlo pintado el rostro y con otra ropa podría asegurar que era él, lo que había vivido no era un simple sueño necesitaba respuestas, aunque las preguntas aún se estaban formulando en su cabeza.

Cuando se dirigía a la cama escucho el mismo susurro que antes de despertar, empezó a sentir algo en su interior que tiraba con fuerza, la llamaba, la necesitaba. Se sujetó el brazo enyesado, si se había dispuesto a buscar respuestas ahora estaba decidida, se acomodó la bata y cuando estaba saliendo de la habitación, los tubos en su cuerpo la detuvieron, Sara se los arranco todos de un solo tajo, no dudo en hacerlo ni había hecho algún gesto de dolor al hacerlo, camino sin un rumbo fijo solo sentía que debía seguir aquella extraña fuerza que la llamaba.

Recorrió los pasillos, había esquivado a varias enfermeras y al personal de limpieza, a veces pasaba por el mismo lugar dando vueltas sin rumbo fijo, hasta que se topó con una puerta de servicio entre abierta cuando se dio cuenta estaba subiendo las escaleras de salida de emergencia, subió con dificultad su cuerpo malherido, llego hasta el final donde había una puerta que daba a la azotea, se alistó para salir cuando escucho a alguien quejándose afuera, miro atreves del pequeño espacio que había en la puerta entreabierta, las luces del edificio apenas daban una imagen algo clara del lugar, pero aun así se volvía difícil reconocer algo a alguien ahí fuera, había una silueta que estaba sentada, por la distancia debía de estar al filo del edificio escucho que decía algo, pero el viento hacía difícil descifrar sus palabras, era como si hablara con alguien más. Sara buscó en los alrededores, no había nadie de pronto un fuerte viento le golpeo el rostro, cerro por un instante los ojos cuando los pudo abrir había alguien atrás de aquel chico la figura de alguien alto.

El fuerte viento apenas dejaba escuchar la conversación que tenían y la fuerza que Sara sentía que la llamaba se había apagado.

– Te he estado esperando desde hace una hora aquí– reclamó uno de ellos – Tengo el culo plano y congelado, pero claro, a ti se te hace fácil porque llegas a cualquier lugar en un par de minutos–.

Las palabras apenas llegaban, el viento aumentaba de intensidad mientras veía en el horizonte una tormenta que se acercaba imparable, los rayos y truenos anunciaban que sería una fuerte tormenta. La persona que estaba a su lado no se había movido desde su llegada, aunque la verdadera pregunta era ¿De dónde había salido? Si hace un instante no había nada más que material de construcción y aquel chico al borde de la cornisa, la curiosidad hizo que Sara empujara un poco la puerta la cual soltó un chirrido. Ella Se asustó y se ocultó casi al instante.

–Antes tal vez pudiera, pero eso era cuando tenía mis…– detuvo el parloteo.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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