El Contrato de las Almas

*

Sara rozó la cinta policial qué acordonada el edificio donde había sucedido todo, donde esas bestias llamados susurradores las atacaron.

Hablo con todas las chicas sobre esa noche, pero todas señalaron que eran lobos salvajes sin nada fuera de lo normal, qué se habían escabullido al Instituto, les pregunto sobre el detalle del color de sus ojos azul violeta, pero ninguna recordaba ese detalle, todas afirmaban qué eran lobos comunes y corrientes.

Sara se sentía extraña ¿Tendría que ver con lo que dijo Sebastian?

–¿Nos vamos?– dijo Raquel abrazando el brazo de Sara, tirando de ella  –tuvimos suerte de salir con vida de ahí– apunto al edificio.

–Si lo fue– Sara respondió de modo automático 

–¿Qué tienes? Desde ayer estas extraña ¿Sucedió algo?–

–No, no es nada, solo que aún no puedo creer lo que pasamos– Sara había decidido no contarle nada de la charla que tuvo con Sebastian hace pocos días ni tampoco ningún detalle de la verdadera identidad de esos lobos.

–Tengo que decirte algo– el tono de Raquel sonaba triste –esa noche no sólo fuimos por lo del conserje, estuve investigando los asesinatos que hubo en la ciudad y encontré un patrón, hasta en el modo de escoger a sus víctimas, ninguna se conocía, pero compartían algo en común–

–¿Qué era?– pregunto intrigada Sara.

–Hola Sara– grito Andrés corriendo hacia ellas saludándolas desde lejos.

–Te lo diré después– dijo Raquel ocultando su disgusto por la interrupción. 

Andrés había sido una de las pocas personas que Sara conoció al regresar a la ciudad, era mayor qué ella y vivía de las ganancias qué generaba la empresa de su padre, el niño bonito como lo llamaba Raquel.

–¿Cómo estás? Me enteré de tu accidente y lo que paso esa noche– tomo la mano de Sara

Raquel se limitaba a verlos, Andrés estaba enamorado de Sara, aunque jamás se lo decía o lo demostrara. Pasaba la mayor parte del tiempo ateniendo los asuntos referentes a la empresa de su padre, eso decía él; aunque la realidad era diferente pasando de desaparecer varios días enteros hasta lucir la camioneta por la ciudad siempre con una acompañante o bueno eso decían los rumores. Raquel se sentía bien cuando él no estaba, no le caía ni bien ni mal solo no le agradaba su presencia.

–Perdón por no estar aquí estaba en un viaje y apenas llegue, no sé lo que sería de mi si te pasara algo– sonó forzado

–Hola Andrés– interrumpió Raquel tosiendo.

–Hola – respondió sin mirarla.

Raquel lo tomaba como si nada, típico del niño bonito.

–Estoy bien no te preocupes y lo de esa noche ya paso– sonrió Sara

–No dudes en llamarme si necesitas algo– le abrazo Andrés tratando de darle un beso.

–De eso no lo dudo– dijo Raquel entre dientes

Andrés la miro enojado por el comentario.

–Estoy bien, no te preocupes–

–Qué te parece si nos vamos en mi carro y me cuentas todo lo que ha pasado– señalo Andrés al auto estacionado.

Sara acepto.

–Yo tengo que ir a ver unas cosas, vayan ustedes– dijo Raquel. 

–Si quieres puedes acompañarnos– dijo Andrés disimulando su desagrado. 

–No, no te preocupes vayan y diviértanse–. se despidió Raquel alejándose sin regresar a verlos.

–¿Segura?– dijo Sara sin entender lo que pasaba mientras su amiga se marchaba.

–Sí, mucha suerte– grito Raquel.

–Está bien, supongo entonces ¿Nos vamos?– extendió la mano hacia Sara, ambos se alejaron caminando conversando de lo que había pasado.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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