Cuando lord Hamilton se ha ido todas las mujeres a mi alrededor dan grititos de alegría por mí, ya que nunca habían visto al duque tan interesado en una dama, no delante de ellas, pero por sus andanzas y los rumores sé que esa es una de sus tácticas para conquistar a las mujeres, no me fio de ese hombre en lo más mínimo no me agrada para nada espero no tener que topármelo nunca más es un verdadero incordio.
Cuando volvemos a casa me encuentro con mi padre, y este como siempre me saluda de una manera muy cariñosa, en cambio a mi madre la mira con desprecio esta no se da ni por aludida ya que no le presta atención en lo más mínimo, nunca entenderé porque se casaron si no se soportan pero bueno que más da esa es otra buena razón para casarme estando enamorada de esa persona, mi padre me da un abrazo cariñoso y me dice que en mi cuarto me espera una sorpresa, espero que sea el nuevo traje de montar que tanto me había gustado, no suelo ser mimada ni egocéntrica pero cuando vi ese traje quede enamorada ya que era mucho más cómodo que el que poseo, subo más escaleras corriendo solo escucho los gritos de mi madre diciéndome que las señoritas no corren como animales despavoridos inconscientemente ruedo mis ojos ya que su comentario no puede ser más irrelevante en este momento.
Al abrir la puerta de mi habitación me encuentro que en la cama hay un regalo algo delgado para ser mi traje de montar un poco menos entusiasmada me acerco a ver que es, cuando lo ago. Veo un hermoso collar de diamantes y un corazón de rubí y sus pendientes, ciento a alguien a mi espalda cuando me doy vuelta veo a mi padre mirándome sonriente.
- Te gusta el regalo hija
- Papa es hermoso, pero ¿no entiendo? ¿Por qué este collar debe ser carísimo?
- Porque eres mi hija y te amo, aparte portas el nombre de una piedra preciosa y no tenías ninguna alhaja con ella.
En ese minuto corro a los brazos de mi padre y le doy un fuerte abrazo
- Gracias papa es hermoso.
- Quiero que lo ocupes mañana en el baile de lady fray
- Está bien padre muchas gracias.
Cuando le digo eso el regresa a su despacho a terminar con sus papeles, me parece raro el que quiera que lo ocupe mañana pero no le doy mayor importancia, llamo a mi doncella Anabel para que me ayude a cambiarme por un vestido más cómodo.
Al poco rato entra mi madre en el cuarto y le muestro lo que me ha dado mi padre y lo primero que dice es.
- Rubí es hermoso, tenemos que buscar el vestido perfecto para el mañana deslumbraras en ese baile serás la envidia de todas las jovencitas.
Tras buscar y mirar en todo mi armario no encontró nada que le gustara así que me dijo que me cambiara ya que iríamos donde madame Roberta la mejor modista de acá.
Me vuelvo a cambiar para salir ya que decirle que no a mama en este momento sería una discusión tremenda y la verdad no estoy de ánimos para ello, me subo al carruaje y este va rumbo a la tienda de la modista una mujer mayor y un poco gruñona pero debo admitir que hace bien su trabajo, al llegar la mujer nos recibe de manera efusiva ya que sabe que los vestidos que a madre le gustan son bastante caros.
Nos hace pasar a su estudio el cual ya hay muchos vestidos confeccionados
Mi madre los mira todos pero ninguno le ha gustado, luego de hablar con madame Roberta, esta me toma las medidas y me dice que mi vestido estará listo para mañana, pero no tendré tiempo para cambios ni nada, pero me asegura que me veré hermosa y seré la envidia de todas como si eso me importara.
Nos volvemos a casa y es la hora de cenar pido que suban mi comida ya que no estoy de ánimos para estar con mis padres, pero sobre todo no tengo ánimos de escuchar a la loca de mi madre.
l gran día había llegado según la madre de Rubí, para lady Amelia los bailes eran un acontecimiento digno de recordar y del cual se hablaría en toda la temporada dependiendo de qué tan bueno fue el baile o si fue todo un desastre, Rubí pensaba en que como el género femenino podía malgastar de aquel modo su vida, era una y había que vivirla al máximo, ella quería que su vida fuera una aventura de la cual poder recordar en sus últimos momentos y no arrepentirse de nada, pero esas cosas no eran permitidas, cada vez estaba más cansada y ahogada de toda esa basura sin sentido que llamaban sociedad, con ese pensamiento se levantó esperando que su doncella le preparaba un baño, mientras ella tomaba su desayuno en la alcoba, ese día utilizaría un vestido bastante simple ya que en la tarde tendría que arreglase para el baile, no sabía el por qué pero se encontraba bastante nerviosa.
Después de tomar su baño se colocó su vestido de día que consistía en algo cómodo, un vestido de campo, no entendía como su madre odiaba que se colocara esa indumentaria sabiendo que era tan cómoda y ligera
Cuando bajaba las escaleras se encuentra con su madre quien al verla ahoga un grito.
- ¡Rubí! ¿Cómo se te ocurre colocarte esa cosa? Te cambias inmediatamente ya que sabremos ahora mismo a comprar una capa para tu nuevo vestido ¿no pensaras ocupar el día de hoy una capa vieja?
- Pero madre mi capa no esta vieja me la compre hace un mes, y se encuentra en perfectas condiciones