Llanto del corazón”
Era un día lluvioso, por lo cual la poca gente que deambulaba se movía más rápido de lo usual, de un edificio salía una chica con lágrimas en los ojos, las cuales las personas con las que chocaba confundían con gotas de lluvia.
—«Siempre ha sido lo mismo» — repetía para si, sin poder contener su llanto, en ese momento iba a cruzar la calle sin percatarse de que el semáforo había cambiado a rojo.
Alguien la jalo por detrás y fue cuando se dio cuenta que los autos avanzaban.
—Eso estuvo cerca ¿estás bien?— Susurró cerca de su oído por lo cual ella se giro encontrándose con un hombre joven y rápidamente se apartó de él.
—Yo... — No supo que más decir y el llanto se presentó de nuevo.
Él la tomó de la muñeca y la llevo hasta una cafetería.
—Lamento mucho lo que sucedió... —dijo despegando su vista de la mesa donde minutos antes habían puesto unos vasos de café. —No creo que debería preocuparse por una persona a la que no conoce... ¿Cuánto es del café?
—Tranquila, déjalo así
—Disculpe los inconvenientes —se puso de pie tomó el vaso y dejó unas monedas sobre la mesa miró nuevamente al joven . —Gracias —dijo con las mejillas sonrojadas y comenzó a caminar.
De pronto una punzada en la cabeza hizo que la vista se le nublara y derramará gran parte del café.
El joven se puso de pie y se aproximó a ella.
—¿Te encuentras bien?
—Me siento un poco mareada.
La tomó del brazo y la ayudó a salir del local, afuera el torrencial aún seguía.
—Será mejor que descanses un rato
—¿Eh? —fue lo último que alcanzo a decir porque de pronto sus ojos se cerraron.
Cuando los abrió sé dio cuenta de que estaba adentro de un auto y sintió miedo.
—¿Dónde estoy? — pregunto intrigada.
—En mi auto —dijo el hombre sentado a su lado y sonrió. —Tranquila, creo que te desmayaste y lo único que se me ocurrió fue esto alzó sus hombros. Te llevaré a tu casa, así que por favor dime tú dirección.
—De acuerdo — sabia lo que le habían dicho de los extraños sintió sin ganas de nada y por alguna razón esa persona no le daba mala espina.
En el camino ella observada cuidadosamente a ese hombre misterioso que la rescato, sus ojos color café y su cabello castaño oscuro le llamaron la atención, se sentía apenada.
—Tu casa no esta tan lejos de donde yo vivo — dijo pero ella no le prestó atención , bajo del auto y abrió la puerta de la chica que se percató de que había llegado.
—Siento mucho las molestias —bajo del carro y se quedó callada porque justo en ese momento alguien se acercaba. Se trataba de su hermana.
—¿Qué haces aquí Tsubaki? — Dijo una jovencita de cabello castaño y ojos verdes el hombre volteo — entra de una vez, no te quedes parada ahí.
-Esto, gracias por todo...
—Ah, mi nombre es Kitahoro Kenta, y ¿el tuyo? — miró los ojos azules de la chica a la que había rescatado.
—Mitzuki Tsubaki, gracias y buenas noches.
Tsubaki entro a su casa que en realidad era una gran mansión mientras su hermana se quedó ahí con Kenta, volteo y mientras cerraba la reja pensó si su hermana lo conocería.
—Ha pasado tanto tiempo desde la última vez, —sonrió —. Kenta
—Si, mucho tiempo, Mitzuki
-—Te agradezco lo que has hecho por mi hermana, aunque no sé de qué se trata, pero no te acerques más a ella —dijo Yuuko y entro a su casa dejando a Kenta algo confundido.
Por otro lado Tsubaki ya en su cuarto sentada en su cama no podía evitar recordar la escena antes que Kitahoro la tendría que haber salvado:
—Te he dicho que no —decía su padre.
—Pero es que tú no entiendes, solo trae problemas es lo mejor —decía su madre.
—No insistas, ya dije que no y se acabó ella se quedara aquí, es mejor y lo que más nos conviene ¿Acaso quieres gastar más en esa estúpida mocosa? — decía su padre.
—Sabes a veces pienso, que lo mejor es que no existiera — Dijo su madre.
Afuera de la oficina se encontraba Tsubaki la hija menor de los Mitzuki, que al oír esto salió corriendo de las oficinas de la empresa de su padre, con un inmenso llanto...