El corazón del ángel

Capitulo 7; Sermones

Bella (POV)

.

.

.

.

.

 

 

Con el frio colándose a través de mi delgada ropa, terminamos de cruzar el pequeño bosque que rodeaba la casa Cullen, las pisadas silenciosas de los que me seguían se mezclaban en el silenció del frio bosque que nos rodeaba.

 

—Bella, Raz. — Carlisle se nos había adelantado para abrir la puerta. Lo miramos cuando escuchamos su voz.

 

— Acompáñenme por favor —sin mirarnos terminó de cruzar la puerta de la casa. Solté un profundo suspiro mientras lo escuchaba subir los pocos escalones que llevaban a su estudio.

 

Raz me miró, cuestionándome la actitud del vampiro, yo solo le respondí haciendo una mueca de disgusto. Sin dejar de mirarlo, terminé de sacudir la nieve de mis botas altas y le hice una señal para que me siguiera a la oficina de Carlisle.

 

—¿Tele transportan su casa de un lugar a otro? —preguntó mi acompañante mientras caminábamos a paso lento tratando de retrasar este encuentro lo más posible. Raz analizaba todo a su alrededor con una mueca que era causada por el dolor de sus heridas.

 

Supongo que llegó a la misma conclusión que yo. Todas las casas Cullen, aunque tenían detalles diferentes, todas se parecían. Los cuadros de pinturas e imágenes que estaban colgadas a través de los pasillos por los que pasábamos, se parecían a los que se encontraban en la casa de Forks.

 

—¿O utilizan los mismos planos y adornos para todas? —dijo notando que las distribuciones también eran similares. Quizás en lo único que variaban un poco era en quien es el dueño de las habitaciones.

 

—Ninguna —respondió el eco de la voz de Carlisle,— pero así es menos duro dejar una casa atrás.

 

Pude escuchar a los demás acomodarse en la sala para esperarnos. Mi hermano se fue directamente a la cocina a preparar algo para comer aunque estaba segura que Esme lo iba a sacar de la cocina antes de que hiciera algún desastre.  

 

—Recuerda que no permanecemos mucho tiempo en un mismo lugar. —le dijo cuándo nos detuvimos frente a su oficina.

 

Raz me miró con pesar. Ambos sabíamos que Carlisle iba a tomar la oportunidad para preguntarnos varias cosas, y de paso regañarnos por haber usado a su esposa como cebo para atraer a un caído.

 

Tomamos una gran bocarada de aire y entramos a la elegante oficina del vampiro, nos detuvimos frente al escritorio y nos acomodamos en las amplias y elegantes sillas de roble. Carlisle cerró la puerta y con tranquilidad  se sentó frente a nosotros con la seriedad en su perfecto rostro.

 

Esto va a ser tardado —Raz hizo un puchero. —Odio los sermones.

 

Sonreí para tratar de aligerar el ambiente, ninguno se atrevía a decir palabra alguna y solo nos mirábamos fijamente entre nosotros. Los tres teníamos miles de emociones que se reflejaban en nuestro rostro, pero no encontrábamos las palabras para poder comenzar.

 

En estos momentos de silencio pude comprobar el increíble autocontrol que tenía Carlisle, nuestras heridas seguían frescas y sangrando pero a él no le molestaba en lo absoluto. 

 

—¿Tienen idea de lo que pudo pasar si no hubieran llegado a tiempo? —finalmente Carlisle nos reprochó. Su voz aunque era tranquila, tenía un pequeño matiz de histeria. 

 

—Ya sabíamos que algo andaba mal —respondió Raz mientras se encogía de hombros para restarle importancia.

 

—Bueno pues gracias Raziel —Carlisle chilló por lo bajo— Gracias por molestarse en llamarnos —en su voz se podía notar la ironía de sus palabras.

 

 —Antes de que Abaddon llegara, nosotros ya estábamos cerca de la casa —me defendí. —No había nada de qué preocuparse.

 

—¿Y por qué mierda esperaste a que tomara a tu madre cómo rehén? —la mirada de Carlisle estaba fija en mí, mi boca se abrió ligeramente al escucharlo. Eran tan correcto y aunque la preocupación por su esposa era algo entendible, jamás espere que dijera una grosería.  

 

—Preferible destruir un pequeño claro, a destruir la casa completa— dije saliendo de mi asombro, traté de restarle importancia. Carlisle negó con la cabeza baja, sus manos entrelazadas frente a él se retorcían una a la otra.

 

—¿A qué vino Abaddon? —me preguntó en voz baja.

 

—Quería hablar conmigo —desvié mi mirada hacia los elegantes cuadros que colgaban de las paredes.

 

—¿Sí? —asentí— Yo escuché que quería tu corazón —más ironía destilandose en su voz — ¿O mis sentidos súper desarrollados están fallando?

 

Le lancé dagas con los ojos— Quiere poder —aclaré tratando de controlar mi voz— eso quieren todos los demonios.

 

La mirada de Carlisle se mantenía dura sobre nosotros, sus ojos delataban la molestia e impotencia que sentía. Raz y yo nos mantuvimos en nuestro lugar esperando a que siguiera preguntándonos sus dudas o sospechas.

De los Cullen, solo tres conocen la verdad de nosotros. Esme, mi madre, es muy perceptiva y obviamente no se deja engañar por sus hijos.

 

Cuando se casó con Carlisle, le contó gran parte de nuestra vida, o bueno, lo que ella consideró prudente. Al inicio Zack y yo estábamos renuentes a aceptarlo, por cómo pasaron las cosas, pero poco a poco el vampiro consiguió ganarse nuestra confianza y con el tiempo las pláticas con él se hicieron costumbre y le terminamos con contar casi todo de nosotros.

 

Durante mucho tiempo nuestra existencia y su relación con nosotros se lograron mantener en secreto para los demás Cullen. Aparecí en Forks y seguían sin sospechar. Jasper era el que mejor actuaba, debemos admitirlo. Aunque en el fondo siempre estaba atento por si necesitaba su ayuda. Desde que nos conocimos formamos un lazo, pero debíamos proteger a las personas que amábamos, incluso si eso significaba arriesgar nuestra longeva amistad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.