El corazón del ángel

Capitulo 9; Caen, Francia

(Bella POV)

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—¿Listos? —les pregunté a los Cullen cuando bajamos del avión. Me miraron dudosos, se tambalearon en su lugar y asintieron en mi dirección.  Con mi bolsa en la mano, comencé a caminar para salir del aeropuerto, el sonido de los pasos detrás de mí me confirmo que me seguían.

 

Salimos a la oscuridad de la noche que se veía interrumpida por la luminaria de las calles repletas de construcciones góticas que formaban la ciudad. Por la calidez de la ciudad, Jasper arregló que nuestra llegada fuera en la noche, para no tener a siete vampiros brillando a la luz del sol.

 

—¿A dónde vamos? —Emmett preguntó haciendo un puchero —Ya me canse de caminar.

 

—Emmett —le hablé sin girarme a mirarlo. —Tú no te puedes cansar.

 

—Cierto —dijo divertido mientras su risa hacía eco en la vacía calle. Sonreí para mis adentros.  Quizás, solo quizás, si extrañaba su humor infantil.

 

Divertida, sacudí mi cabeza para despejarme y seguí caminando tras Raz que nos guiaba hacia la “oficina” de Rafael.

 

Caen es una ciudad más pequeña en superficie que Port Ángeles, pero tiene 86,000 habitantes más. Lo sé, una ironía.

Moverte a través de la pequeña ciudad no era difícil, pero debíamos ser cuidadosos de no toparnos con las personas.

 

—¡El último en llegar es el primero en hablar! —Zack corrió en cuanto divisamos la torre de la iglesia.

 

Habíamos caminado por más de una hora, mis hermanos y yo queríamos retrasar este encuentro lo más posible, nuestros pasos eran demasiado lentos, incluso para nosotros. Los vampiros por supuesto tenían el rostro cubierto de aburrimiento. Pero, un poco de diversión mundana no nos haría dañi.

 

Raz y yo nos miramos sonriendo, le íbamos a dar ventaja a Zack.

 

Mi hermano seguía corriendo tratando de cortar la distancia que lo separaba de la construcción. Cuando estaba a la mitad del camino, Raz y yo comenzamos a correr.

Rápidamente dejamos a mi hermano atrás, Raz y yo nos sonreímos sin detenernos, pero sus pasos se volvieron más lentos en comparación a los míos.

 

—¡Eso es trampa! —el grito de ambos se escuchó en cuanto me detuve frente a la iglesia. Segundos después llegaron a mi lado mirándome con fastidio a la vez que trataban de regular su respiración agitada. Los Cullen llegaron a nuestro lado en un segundo y mi madre nos brindó una sonrisa divertida.

 

—La dejaste ganar —mi hermano le reclamó a Raz dándole un golpe juguetón. Él solo se encogió de hombros y me miró sonriendo. —Quisiera que una vez en tu vida le ganaras. —le volvió a reclamar mi hermano.  

 

—Es… — La voz titubeante de Rose nos hizo mirarla— una iglesia.

 

—No me digas —Raz puso los ojos en blanco.

 

—Venimos a hablar con un arcángel—le hablé mordaz a Rosalie— ¿Esperabas un club de striptease?

 

La rubia balbuceo un intento de disculpa, pero sólo causó que la risa de su esposo. Los demás ocultaron su risa en un pobre intento de toser. Me giré ignorándolos y mire a Raz. Nos hizo señas para seguirlo.

 

Rodeamos lo que parecía ser la antigua entrada y él miró a su alrededor con cuidado. Cuando se cercioró que nadie nos veía, saltó las cadenas que impedían la entrada.

 

Su silueta se fue transformando del negro al blanco.

 

—Vamos —nos animó a seguirlo. Zack fue el siguiente y apareció junto a Raz. Ambos utilizaban un pantalón y un saco a juego de color marfil. Sus camisas eran blancas, al igual que sus zapatos.

 

En la oscuridad de las ruinas de la iglesia, su vestimenta era lo único que se notaba.

 

—Es tu turno, Hija —Esme me dio un ligero empujón, asentí nerviosa. Pisar el interior de esa iglesia me traería consecuencias, pero debía afrontarlas.

 

Con extremo cuidado, crucé las  cadenas que me separaban de mis hermanos. En el momento que mi pie tocó el suelo, un escalofrió me recorrió el cuerpo haciéndome temblar.

Mire hacia mis pies, mi ropa se fue cambiando al mismo color marfil que la ropa de mis hermanos, mis botas se fueron cambiando por las clásicas zapatillas que usaba en casa.

Era una especie de uniforme en el Caelum. Solo Raz, Zack y yo podíamos usarlo, nos diferenciaba de los beneficios que solo nosotros gozábamos. No era obligatorio usarlo siempre, solo para ocasiones especiales. 

 

Suspire pesadamente, sé Rafael nos estaba obligando a usar esta estúpida cosa, y sólo lo hacía para molestar a los vampiros que, dirigidos por mi madre, entraban a la iglesia.

 

Nos siguieron mientras admiraban maravillados la construcción.

 

—Bienvenidos a L´église Saint-Étienne-le-Vieux —Raz habló teatralmente señalando alrededor con sus manos.

 

Atravesamos tranquilamente el lugar, el oro en las paredes brillaba con la poca luz que entraba. Los cuadros que se encontraban esparcidos por las paredes del lugar se mantenían en buen estado. De vez en cuando podías tropezar con aluno de los adornos que se encontraban tirados en el suelo por razones desconocidas.

 

Había varios muebles, sillas y butacas que se encontraban deterioradas por el abandono. El altar estaba lleno de escombros y la vegetación comenzaba a crecer entre las piedras.

 

A mi lado pasaron Alice y Rosalie curiosas mirando las estatuas de mármol, pocas seguían intactas, casi todas estaban rotas por el tiempo. Emmett, Edward y Esme cruzaron hacia la pequeña bodega que estaba juntó a altar.  Carlisle y Jasper miraban fascinados los diferentes cuadros. Mis hermanos simplemente se dedicaron a mirar nerviosos hacia todos lados.

 

Camine tranquila acercándome a la parte inferior de la cúpula cubierta de grandes  ventanales con cristales rotos que te permitían ver el exterior hacia el jardín que rodeaba la construcción. La tranquilidad de la noche te trasmitía el sentimiento de paz. Cerré mis ojos disfrutando de silencio que me rodeaba. Mi cuerpo se sacudió sintiendo la brisa que se colaba de los cristales.




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