(Bella POV)
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Me gire a mirar a Rafael que se seguía masajeando las sienes, cuando sintió mi mirada se froto el blanco rostro y me miró. Iba a abrir mi boca para hablar pero la voz de la Rosalie ganó nuestra atención.
—¿Por qué no tienes sombra? —desde su posición, podías notar que la tenue luz que le daba a Rafael no causaba ninguna sombra en el suelo o en el escritorio.
—Me sorprendes, rubia —Rafael la miró con interés— Eres observadora.
Las facciones de ella se transformaron con fastidio. Traté de tragarme la sonrisa que amenazaba con asomarse en mi rostro.
—Los arcángeles no podemos proyectar sombra —respondió —No es nuestro estilo.
—Eres un arcángel —Rosalie lo miraba seria. —¿Qué sigue? ¿Que aparezca un hada?
—Soy uno de los siete arcángeles que existen —Rafael respondió ignorando su comentario— Uno de los tres más famosos, por cierto.
—Rafael es el arcángel de la sanación —hablé— también es el padre de Raz.
Los Cullen lo miraron con interés. Mi mentor sólo se removió a mi lado.
—¿Solo tú no produces sombra? —Alice le preguntó— ¿O todos los ángeles?
—Es un privilegio que solo los de mi rango tenemos —el hombre a mi lado respondió orgulloso. —El Caelum funciona de la misma manera que una empresa —se rió de su propio chiste —Todos pasan el mismo proceso para llegar a un rango.
»Son pocos los que nacen con él, cómo es el caso de ellos tres —dijo señalándonos a mis hermanos y a mí. —Casi siempre, debemos hacer méritos para tener un buen puesto.
—¿Esa es tu apariencia real? —Edward lo señaló de pies a cabeza. Rafael lo miró con diversión antes de responderle.
—Esta es mi apariencia mundana —sonrió inocente— L a tengo gracias a una misión que se me concedió aquí en la Terra —se señaló de arriba abajo—Atlético, con porte, encantador, por supuesto que decidí quedármela.
Rodé los ojos mientras soltaba un bufido. A veces Rafael era muy vanidoso cómo para ser un arcángel.
—Explícanos lo de Abaddon —demandó Jasper que hasta ahora se había mantenido en silencio, dejo su libro a un lado. Se acercó a su esposa esperando la respuesta del arcángel.
Rafael lo ignoró y volvió a centrar su mirada azul en mí. Su postura se tensó, y pude notar que su mente buscaba la manera para comenzar con la conversación que ya no podíamos aplazar.
—¿Qué hacían en Volterra? —Zack y Raz se enderezaron en los sillones que se encontraban, esa pregunta iba para nosotros tres en específico.
—Eso es malo —pensamos los tres a la vez. Cuando se nos dio la libertad de ir y venir del Caelum, Rafael nos advirtió que iba a seguir atento a nosotros. Nunca faltó a su palabra, siempre se da cuenta de las situaciones a las que no podemos llegar a una solución. Nos da consejos y palabras para que nosotros lo hagamos solos.
Pero jamás creí que se mantendría informado con todas las acciones que hacíamos. Tanto buenas cómo malas.
—¿Qué haces en la tierra? —lo rete para desviar el tema. Rafael frunció la frente.
—¿No puedo venir? —saltó a la defensiva.
—¿No puedo preguntar? —lo miré levantando una ceja.
—¿Qué carajo hacías en el Infernum? —me preguntó con su voz cargada de enojo. Me encogí en mi lugar, de verdad esperaba que nadie se diera cuenta de mi pequeña visita al inframundo.
—¡¿QUÉ?! —el grito de mi madre junto con el de Zack y Raz me aturdió. Mi mentor y yo los ignoramos.
—¿Por qué te reuniste con Leviathan? — definitivamente no iba a dar mi brazo a torcer. Yo también tenía muchas preguntas que hacerle.
—¿QUÉ HICISTE QUÉ? —las miradas de mi familia ahora estaban sobre él. Sus ojos azules iban de un lado a otro buscando una escapatoria.
—¿Cómo fue que perdiste la meam? —me reprochó inclinando la cabeza hacia un lado, sus ojos se fruncieron para incomodarme con esa mirada acusadora que sabía poner.
—¿Cómo es posible que Abaddon sospeche? —era una duda que me estaba carcomiendo por dentro. Necesitaba respuestas ahora.
—¿Qué mierda hacen todos los Cullen en mi oficina? —al parecer no iba a dejar pasar ese tema. Los miré rápidamente.
—¿Me vas a seguir contestando con más preguntas? —este juego no nos convenía, pero ambos necesitábamos respuestas y los dos íbamos a salir beneficiados.
—¿Las vas a seguir evadiendo? —se cruzó de brazos mientras levantaba una ceja.
—Yo pregunté primero —hice un puchero. Soltó un gruñido haciendo una mueca en mi dirección, pero yo le había ganado y mi sonrisa divertida solo lo molesto aún más.
Con sus pasos elegantes pero casuales que tanto lo caracterizaban, se acercó al mini bar, sacó una botella de lo que parecía ser bourbon, se sirvió un poco en un vaso. Me miró y levanto su bebida en mi dirección, sin dejar de mirarme se la bebió de un sorbo.
—Vine a la Terra para reunirme con el consejo. Queremos estar preparados para cualquier situación que pueda pasar —moviendo en el aire su ahora vacío vaso, comenzó a responder mis preguntas. Sabía que se refería a los problemas que están surgiendo entre los tres reinos.