(Alice POV)
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Unos metros delante de nosotros, Rafael iba caminando a paso seguro hacia la casa. Sonreí, esa casa me traía demasiados buenos recuerdos, además, de todas las que tenemos, es a la única que puedo llamar hogar. Sentí que la mano de mi esposo rodeaba la mía, eso sólo aumento mi buen humor. Miré tiernamente a Jazz, él me regresó la mirada con una encantadora sonrisa.
Bella se nos adelantó para caminar a la par de Rafael. Noté que volvía a traer la ropa de cuando bajamos del avión. Su polera negra de mangas, sus jeans oscuros y sus botas altas del mismo color que su blusa.
Hay que admitirlo, su sentido de la moda había mejorado.
Entramos a la fría casa y los muebles seguían en su lugar, cubiertos con telas que ahora tenían un poco de polvo. Nos pusimos en acción mientras nos distribuíamos por toda la casa. Gracias a nuestra velocidad vampírica, y a que éramos bastantes manos para ayudar, en menos de una hora, la casa volvía a estar presentable. Cómo si no hubiera estado abandonada por más de dos años.
Sonreí maliciosamente, —Bella —la llamé, sus ojos chocolates me miraron —Tengo entendido que Charlie está en su casa —le dije sugestivamente.
Ella pareció debatirse, miró a Esme con la esperanza que le diera una negativa, pero en lugar de eso recibió un asentimiento.
—Yo te acompaño —Jazz se le acercó y la empujó para que se moviera, mientras guiñaba un ojo en mi dirección. Ella sin decir nada se giró a seguirlo. En el garaje se escucharon pasos, arrancaron la moto y salieron a la carretera.
Carlisle se adentró a buscar unos libros en su oficina, los ángeles, era extraño decir eso, se esparcieron en la sala mientras nosotros subimos a nuestras habitaciones para asearnos y cambiarnos. No era que lo necesitáramos realmente, no habíamos transpirado, ni nada de eso, pero era más cómodo para nosotros.
Noté a Esme perderse en su habitación, Rosalie y Emmett se perdieron en la habitación de enfrente y yo crucé todo el pasillo hasta el fondo. Entré a la habitación y busque entre los montones de ropa que habíamos dejado en esta casa, por supuesto eran de colecciones pasadas. Hice una mueca, veré si puedo escaparme a Seattle, al centro comercial.
Me di una ducha rápida y me cambié. Extrañamente estaba emocionada por algo. No puedo tener visiones con Zack a la redonda, bueno, ahora que tengo a más ángeles a mí alrededor ya consideraba imposible tener aunque sea un pequeño flash, pero mi don me decía de alguna manera que algo iba a pasar.
Subí el último tramo de escaleras hacia la habitación de Edward, era la única que estaba ocupada del tercer piso. Frente a la puerta di unos suaves golpes, sin recibir respuesta entré.
—Hola hermanito —le dije, estaba recostado en el sillón, sus brazos estaban debajo de su cabeza y su rostro tenía una mueca de dolor. —Bastante por digerir, ¿verdad? —traté de sonar animada. Pero no recibí respuesta.
—¿Cómo te sientes? —lo miré seria. Su rostro se inclinó para mirarme.
—¿Cómo puedo estar? —su voz salió atormentada —Descubrí que la mujer que considero mi madre, tenía otra vida muy distinta a la que conocemos.—su rostro reflejaba sus palabras.
»Acabo de descubrir que la mujer de mi vida, es un ángel, está en peligro y está con alguien más. —parecía que de sus ojos se iban a derramar lágrimas.
—No sabes sí Raziel y ella están juntos —lo regañé. —No sabemos con exactitud quien es Tony, quizás es una mascota que adoptó para no sentirse sola y tú ya te estás haciendo ideas equivocadas.
—Alice, si fuera una mascota, no estaría arriesgando su vida de esa manera —dijo derrotado, debo admitir que tiene un poco de razón —Y sobre Raziel… ¿No los has visto? —me miró levantando una ceja —Siempre están juntos. Se abrazan, se protegen, se entienden. —suspiró— La conoce mejor que yo.
—¿Y eso qué? —le grité— ¿Te vas a dar por vencido? —lo cuestioné— ¿No vas a luchar por ella?
—Es tarde, Alice —sus ojos volvieron a posarse en el techo de la habitación.
—¿Cómo estas tan seguro? —chillé —Quizás son sólo ideas erróneas que tenemos. —sus ojos me miraron esperanzados —Habla con Bella.
—¿Qué pasa si no me perdona? —se sentó— O peor, me perdona pero me dice que ya no quiere estar junto a mí.
—Al menos sabrás que luchaste por ella hasta el final —le sonreí, asintió pasándose una mano por su desordenado cabello.
— Adelántate, voy a cambiarme —me señaló la puerta, le sonreí y salí corriendo a la habitación de Rose y Emm.
Entré sin tocar la puerta, sólo estaba Rosalie sentada frente al espejo cepillando su rubio cabello. Me deje caer en la enorme cama. Rose me dio una leve sonrisa sin dejar su tarea.
—Te disculpaste con ella —la acusé con una sonrisa, ella afirmo sin dejar su tarea.
—Creo que la juzgue mal. —me miró a través del espejo. —Bella no es la frágil y torpe humana que creímos conocer. Es alguien libre, fuerte, valiente, independiente—su voz destilaba admiración.
»Sabía que detrás de esa faceta de niña buena, había alguien con los pantalones bien puestos —ambas sonreímos. —Es increíble ver cómo se ha ganado el respeto de todos.
—Siento que van a pasar muchas cosas —tome mi cabeza con frustración—negativas principalmente —mi voz sonó preocupada— Y me desespera no poder ver nada.
—¿Qué más da? —dejo el peine y se giró a mirarme— Siempre hemos vivido la misma rutina —se encogió de hombros— llegamos a un lugar, cursamos el instituto, nos graduamos, los humanos comienzan a sospechar y nos mudamos de nuevo —chasqueo la lengua— Un poco de aventura no nos hará daño.