Bella (POV)
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Mi menté bloqueo mis cuerdas bocales, llevaba varios minutos mirando a todos sin saber exactamente qué decir. Estaba tratando de contar la versión resumida, pero, son siglos de historia, eso no se pude simplemente resumir a unas pocas palabras. Además, hacer enojar a mi padre, ya se me hizo costumbre, conozco las consecuencias de hacerlo, pero su rostro cuando algo no salé cómo él quería, es gracioso.
—¿Vas a seguir hablando tú? —la voz de Raz sonó en mi cabeza— ¿O puedo hablar yo?
Me debatí interiormente, si yo hablaba, podría ir tanteando el terreno, sobre todo con Esme con los sentimientos a flor de piel, pero si Raz hablaba, contraría esas cosas que yo no me atrevo a decir.
Supongo que al notar mi indecisión, Raz se animó a hablar.
—Como dijimos, la vida siguió —mi amigo hizo señales en el aire. —Bella y yo seguimos entrenando con los Principados por bastante tiempo. —puso una mano en su mentón— Nos aprendimos todas sus tácticas, sus métodos. —sonrió mostrando sus blancos dientes— Incluso llegó a ser aburrido entrenar con ellos.
Detrás de nosotros, el bufido molesto de nuestros padres causó que él sonriera aún más.
—Pero un día Miguel nos sacó del entrenamiento y nos llevó con él. —me encogí en mi lugar— Pasamos todo el día ayudándole, haciendo varias cosas que él nos decía. Éramos sus mandaderos. —por fin mi voz se había dignado a salir— Al final del día se sentó a hablar con nosotros, dijo que teníamos un nivel superior a los de nuestro rango y que íbamos a jugar en ligas mayores.
»Al día siguiente comenzamos a entrenar al lado de los siete arcángeles. —mi menté voló a esos recuerdos— Gabriel casi se infarta al vernos, Rafael tuvo ataques de risa todo el tiempo que estuvimos con ellos. —mi mentor soltó unas carcajadas al recordarnos—No les niego que fue algo duro y peligroso, digo, después de todo no dejábamos de ser sólo niños.
—Comenzamos a tener grandes problemas para controlar nuestras alas, su tamaño era mucho mayor que nuestra estatura, y gracias a los entrenamientos que nos ponían, las peleas y las armas, seguido terminábamos con las alas lastimadas con cortes, golpes, o por pisotones nuestros. —Raz hizo una mueca de dolor interrumpiendo sus palabras— El entrenamiento con los arcángeles requería más tiempo del que estábamos acostumbrados, además debíamos seguir cumpliendo con nuestros deberes y a veces se le sumaban pequeñas misiones que realizábamos.
—Fueron épocas muy pesadas para nosotros —hablé perdida en mi mente.
—Siempre me pregunté porque mi hermano los puso bajo esa presión —Rafael me miro, su semblante tenía una mueca de confusión.
—Creo que Miguel quería ponernos a prueba —me miró como si estuviera loca.— Piénsalo —le dije animada— Por un lado, estabas tú, diciéndole maravillas de nosotros, y por el otro lado, estaba Gabriel, poniendo en duda tus habilidades para educarnos —mi mentor le dedicó una mirada molesta a mi padre —Miguel sabía que éramos diferentes a los de nuestro rango, pero quería estar seguro que éramos capaces de soportar el ritmo de vida que tanto le presumías.
—Pero —Gabriel habló sin emoción —¿Por qué no dejó que Rafael los siguiera entrenando? ¿Por qué exhibirlos con los arcángeles?
—Quería probar que de verdad merecían el respeto que los demás rangos les daban— Rafael lo miró como si fuera obvio— Quería probar que merecían el respeto que incluso él mismo les tiene.
Me dieron nauseas.
Las últimas palabras de mi mentor me cayeron cómo una cubeta de hielos. Es cierto que Miguel nos aprecia y nos respeta, a pesar nuestra jerarquía es menor. Pero, Miguel no sabe todo lo que hemos hecho, sólo lo poco que Rafael o mi padre le cuentan, y siento que durante mucho tiempo, todos nosotros hemos traicionado su confianza. Le hemos sido infieles a esos sentimientos tan importantes que él nos expresa.
Jasper me miró interrogante. Supongo que noto que mi estado de ánimo acababa de caer hasta el Infernum. Sacudí mi cabeza con lentitud. No quería que nadie más notara mis conflictos inetrnos.
—Pero valió la pena —dije cambiando mi voz para que sonara orgullosa— finalmente logramos ganarnos la suficiente confianza de Miguel para que nos enviara a una misión. Sin Esme, sin Rafael, solo a sus dos pequeños y adorados sobrinos.
—A ninguno de nosotros nos pareció correcto —Gabriel habló, se quitó la corbata que adornaba su cuello — Pero él argumentó que estaban listos y que la misión que les había dado era algo sencillo. —soltó un bufido molesto— Nos juró que no correrían peligro.
—Como si no se pudieran defender solos —Charlie habló por primera vez. Nos miraba serio pero seguro de sus palabras. Raz y yo le dedicamos una sonrisa agradecida. Charlie actuaba más como mi padre que Gabriel, y aunque a veces lo hacía sólo por molestar al arcángel, sé que las pocas veces que Charlie expresaba sus sentimientos, era sincero.
—Pocas veces nos inmiscuíamos en asuntos políticos de la Terra; Solamente cuando era necesario, que quizás nos involucraba o que veíamos que las cosas estaban fuera de control —les expliqué a los Cullen, ellos asintieron comprensivos, después de todo, ellos hacían lo mismo; Llamar lo menos posible la atención.— Miguel nos dio órdenes de solo observar, y cuando tuviéramos los detalles listos, regresáramos a casa con un informe detallado para que ellos pudieran analizar la situación y decidir si intervenían o no.
—Era 1861, en E.U.A. Lincoln acababa de tomar la presidencia. —Raz me miró temiendo equivocarse— Recuerdo que se desató una guerra entre los recién proclamados Estados confederados del sur, y los estados del Norte. Se estaban peleando por el derecho a tener esclavos —la voz Raz sonaba cómo queja. Además que parecía quebrarse la cabeza para recordar bien los detalles.