Capitulo veintiséis

– Por favor di que si – rogó Charlotte a mi lado mientras que balanceaba mi brazo de un lado a otro.

– Dije que lo pensaría, sabes que no soy muy aficionada a las fiestas.

Charlotte hizo un puchero como una niña pequeña y Chalse la acompaño con sus ojitos de cachorro.

– Es nuestro comienzo en la universidad, hay que disfrutar esta nueva etapa, ¿por favor? – gimoteó Chalse.

Deje salir un suspiro cansado de mis temblorosos labios. El frío parecía ir en aumento antes de que la primavera comenzara. Acomode el gorro de lana color azul de mi cabeza y asentí rendida.

– Bien. Iré.

Las gemelas dieron un chillido de alegría después de escucharme y se abrazaron entre ellas como si hubieran obtenido un gran logro.

Llevaban aproximadamente cinco minutos de trayectoria hacia la universidad, tratando de convencerme de ir a la fiesta de playa que los de primer año habían organizado para celebrar el fin de los exámenes del primer parcial. No muchos habían aprobado, pero de igual forma irían a celebrar con los demás. Por obvias razones yo me había negado a ir, y por obvias razones me refería a mi poca capacidad para entablar una conversación con alguien que no sean las gemelas, o en estas circunstancias, con Allan.

Pero dada su insoportable insistencia, me vi en la obligación de aceptar su propuesta. Solo sería una fiesta de playa común entre adolescentes, ¿que podría salir mal?

                                                                    ....

Salí de la clase de didáctica con la mente mas agotada que de costumbre. Pensar el como hacer una clase divertida, era mas difícil de lo que había creído. Me gustaban los niños, claro que lo hacían, por algo había tomado la decisión de ser docente de preescolar, pero era una cosa completamente diferente el tener que darles clases, esa era una responsabilidad realmente grande para alguien con poca paciencia como yo.

A un faltaba una hora para que pudiera retirarme oficialmente de la universidad. Afortunadamente la última profesora no había podido venir a la escuela y gracias a ella tendríamos el último modulo libre.

Sin saber que hacer mientras esperaba a las gemelas, me decidí por caminar al rededor del campus, desde que había llegado a esta escuela no me había tomado el debido tiempo para recorrer cada rincón de ésta, omitiendo el primer recorrido que nos dieron cuando recién iniciamos.

Camine entre los frondosos arboles verdes que se alzaban alrededor del campus. La universidad Fish Love es mas bien del tipo ambientalista y eso era algo que yo amaba profundamente y era una de las razones por las que había escogido esta universidad entre todas las demás.

Cuando mi extenso recorrido termino, mire la hora en el reloj color azul que traía en mi muñeca, reloj que había sido mi regalo de cumpleaños por parte de ambas gemelas. Lance un bufido frustrado cuando vi que ni siquiera habían pasado treinta minutos de recorrido cuando yo había sentido que había caminado por horas.

Rendida, y con pasos perezosos, me adentre devuelta al colegio. Lo primero que vi al entrar, fue la pared de noticias, donde se encontraban cientos de carteles pegados en el tablón de anuncios de la universidad.

Habían noticias de todo tipo, como por ejemplo, había una que anunciaba la fiesta de playa que se realizaría este domingo, al igual que la lista de los que reprobaron este parcial. Habían tanto noticias malas, como buenas, aunque de entre todas ellas, la que llamó mi atención fue el anuncio para los de nuevo ingreso, donde decía acerca del club que debías de elegir y para los que aún no se habían unido a un club, debían de hacerlo rápido, de lo contrario, lo unirían al club que los docentes eligieran.

Suspire con pesar después de leerlo. Creo que terminaría la universidad y yo aún no elegía a que club pertenecer.

Seguí con mi mirada, cada uno de los papeles de diferentes colores que se encontraban pegados en el tablón. Viendo cada uno de los club que impartía la universidad, buscando cual era el mas indicado.

– ¿Aún no has elegido un club?

Di un respingo asustada cuando escuché la voz de Allan a mis espaldas. Estaba tan sumida en mis pensamientos mientras miraba fijamente el tablón, que no me había dado cuenta cuando se había acercado.

– Aún no me decidido – respondí. Esta vez no dije nada en su contra y ni siquiera discutí por su repentina aparición. Simplemente respondí como si Allan fuera cualquier conocido, ignorando a mi agitado corazón.

– Debes elegir rápido si no quieres terminar en el club de ajedrez.

Me enderecé en mi lugar para verlo apropiadamente. Allan me sonrió con calidez mientras se llevaba un par de gomitas a la boca, lo que me hizo sonreír a la par que él.

– ¿En qué club estas? – indagué curiosa. Allan era un curso mas avanzado que yo, debido a que nuestras edades eran distintas por tan solo un año.

– Ajedrez – rió.

– Fue una pregunta seria – dije cruzándome de brazos.

– Y fue una respuesta igualmente seria – respondió risueño, sacó una de las gomitas de panditas que estaba comiendo para después introducirlo en mis labios entre abiertos.

– Idiota – mascullé mientras saboreaba el dulce en mi paladar. Él rió divertido.

Me gire devuelta hacia el tablón frente a nosotros, ignorando su presencia. Allan se quedo en silencio a mis espaldas, solo lo escuché devorar las gomitas que habían dentro de la pequeña bolsa que traía entre sus manos.

– ¿Como esta Betty? – me atreví a preguntar después de unos minutos de absoluto silencio. Allan volvió a estirar sus labios en un intento de sonrisa, no logrando conseguirla del todo.

– Mejor – contesto vagamente.

– ¿Qué club me recomiendas? – pregunté tratando de disipar la amargura en el aire que el tema de Betty dejó. Después de ese día en el hospital, no nos habíamos visto muy a menudo ya que los exámenes parciales me estaban consumiendo lentamente, sin mencionar mi claro y horripilante cuatro en mi examen de matemáticas, que en mi defensa, el profesor que impartía la materia no explicaba absolutamente nada y él era el principal responsable de mi baja y miserable calificación.