—Joder, hay demasiada cola para subir.
—¿Quieres subir o no? —dice ella, ya un poco enojada
—Sí quiero, pero es demasiada la cola, Melanie, y que pereza... —rezongo con flojera. Ella no hace más que soltar una risa.
—Eres peor que una niña pequeña, Marihan —se queda un rato callada mirando a su alrededor —. Mira, hay una venta de Palomitas de maíz, ve a comprar y camina un poco, yo espero a los demás. Cuando avance la cola para subirnos, te llamo.
—¡Bueno! Si tú insistes, iré —dije ya caminando a la venta.
Soy Marihan, Marihan Reyes, tengo 17 años, vivo con mis padres y soy hija única; Melanie es mi mejor amiga, hoy vinimos a la feria que siempre hacen para final de año, a mí me fascina venir a la feria, pero odio estar en aglomeraciones, tampoco suelo hablar mucho sobre mí, pero creo que dije lo necesario.
Terminé de comprar palomitas de maíz acarameladas, ya que son mis favoritas y me puse mis audífonos escuchando "Heather" de Conan Gray, mi canción favorita. Lo sé es un poco masoquista de mi parte, pero no me han roto el corazón, la verdad jamás me he enamorado de nadie, creo que es un privilegio no sufrir por amor y la verdad no quiero hacerlo, dicen que es como si tu vida acabará y tu corazón se quemará por la traición y cosas así. Aunque algo de mi quiere sentir eso, obviamente no el dolor, pero amar y ser amado, los libros, canción y películas, entre otras cosas dicen que el amor es lo más lindo, ¿pero será que es así? ¿Qué pasa si no es correspondido? ¿En verdad existe un felices para siempre?
Un grito me saca de mis pensamientos. Volteo a ver y a pocos metros de mí está un chico, pelo negro, piel oscura, de estatura muy alta, con una sudadera, una chaqueta de lona y unos jeans que hacen juego, va en un skateboard.
—¡Cuidado! —grita dirigiéndose a mí, viene a toda velocidad.
Me quedo paralizada y solo reacciono cuando ya estoy en el suelo. Él cayó encima de mí, tiene una mano a la par de mi hombro tratando de no colocar todo su peso sobre mí y la otra detrás de mi cabeza para que no me golpeara al caer, estoy tan cerca de él que puedo ver sus ojos cafés, su mirada está llena de melancolía, de urgencia, como si hubiera tenido un día tan malo que quisieras acabar con todo.
—¿Estás bien? —dice con una sonrisa tierna en su rostro. Asiento con la cabeza. Él se levanta poco a poco y me ayuda a levantarme, ya de pie, se empieza a reír.
—¿De qué te ríes? —pregunto levantando una ceja.
—Nada, solo que te recuerdo que vienes a una feria, no a una pijamada —dice en son de burla, apretando los labios para aguantarse la risa
—Bueno, un pantalón holgado y una blusa corta no es pijama —digo describiendo cómo voy vestida.
—Si tú lo dices —baja su mirada con cara de dolor, sigo sus ojos y llego a ver su mano con sangre, la misma mano que puso para que yo no me golpeara la cabeza, el solo sonríe, se despide con la mano y avanza un poco.
—¡Hey! deja que te ayude —corro un poco para acercarme a dónde está —, déjame ayudarte, se te puede infectar.
—Estoy bien.
—¡Tú sí, pero tú mano no! Ven, solo acompáñame. Me hiciste tirar mis palomitas, lo menos que puedes hacer es acompañarme.
—No iré contigo.
—Lo harás, no estoy preguntando.
—Eres muy necia y mandona -rezonga, caminando junto a mí.
—¿Y?
—Nada, me agrada, me recuerdas a alguien —dice viéndome a los ojos con su sonrisa tierna y yo solo le devuelvo la sonrisa para no seguir preguntando más.
Estoy segura de que me miro muy rara a la par de él, mido 1.52 y él posiblemente unos 1.75 o más, él no está nada mal, es lindo.
—¿Qué escuchas? —pregunta, sacándome de mis pensamientos.
—Mi canción favorita, "Heather'' de Conan Gray, ¿Quieres escuchar?
—Está bien —responde, agarrando un audífono —. Agradezco que sean inalámbricos, si no me tendría que agachar, eres muy enana -dice midiendo su estatura con la mía.
Caminamos un poco hasta llegar a una caseta cerca de la entrada, enseño un carnet y me dejan ingresar sin preguntar nada. Él me mira un poco desconcertado, sin saber que pasa, entramos y solo están las dos camillas. Las enfermeras no están así que empiezo a buscar las cosas necesarias para poder curar su mano, él se sienta en una de las camillas esperando que yo termine de buscar lo necesario. La verdad, su mirada me pone nerviosa, es muy intensa.
—¡Listo! -exclamo al terminar de curar su mano —. Cuando llegues a tu casa lávate la herida, cámbiate la venda y en unos días ya estará cicatrizada, solo usa la venda por hoy y si quieres mañana —digo dejando todo en su lugar.
—¿Por qué te dejaron entrar con tanta facilidad?
—Pues, mi madre es doctora y a veces viene a atender algunas personas que se lesionan, por eso.
—Con razón ¿Y tú papá?
—A él no lo veo mucho, siempre está de viaje por el trabajo.
—Me imagino que a tu mamá tampoco la ves mucho, ¿verdad?
Niego con la cabeza —Es raro cuando está en casa, a veces pasan semanas y no veo a ninguno de los dos —dije con una sonrisa de lado —. Si te sientes mejor nos vamos.
—Sí, gracias.
Saliendo de la caseta vemos las luces de la feria encenderse, me quedo anonadada viendo el atardecer, es tan hermoso. Aunque siento la mirada del "chico del skateboard" no me importa y sigo viendo como el sol se oculta, lo único que hace que quite mi mirada del cielo es una corriente de aire ¿Acaso estoy loca? es 3 de diciembre y yo no traje ni un abrigo para cubrirme del frío, froto mi mano derecha en mi brazo izquierdo para calentarme un poco, a un costado veo una mano extendiendo una sudadera negra.
—Toma, se nota que tú lo necesitas más que yo —dice sonriente.
—Gracias, pero no, es mejor que tú la tengas, no sé cuándo te veré nuevamente —digo devolviéndole su sudadera.
—Wow, en serio eres demasiado necia, solo ten, de forma de agradecimiento por lo que has hecho por mí hoy, además tendré una excusa para buscarte, aunque sea en redes sociales y pedírtela, así nos volveremos a ver —dice con toda seguridad y una sonrisa de lado en su rostro.
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Editado: 03.08.2022