−No tenemos nada− digo plantado frente a la pizarra, los chicos se encuentran con los brazos cruzados y el ambiente se encuentra frustrado.
−Ya revisamos todas las pruebas que teníamos de la escena del crimen y no obtuvimos nada − dice Dante.
−Quizás estamos pasando algo por alto−dice Evan.
−O quizás el asesino sabe que no lo podemos encontrar y solo está jugando con nosotros−digo.
−¿A qué te refieres?− pregunta Dante.
−Hace tiempo leí un libro llamado El juego de Ripper en la que relataba la historia de un pueblo donde comenzaron a ocurrir una ola de asesinatos, el hombre que los había hecho había cambiado su nombre y su apariencia y solo en los últimos capítulos se logró saber quién era, el asesino estaba relacionado con sus víctimas y los había asesinado por venganza− digo.
−¿Qué tiene que ver eso con nuestro caso?− pregunta Dante.
Evan lo mira y resopla.
−Quizás el asesino dejo sus huellas y cosas que a simple vista sabríamos que nos ayudaría a descubrir quién es porque sabe que no está en la base de datos, sabe que estamos tras un fantasma y eso lo divierte, sabe que lo buscamos y también sabe que nos será difícil descubrir quién es− dice.
−Bien, ¿Entonces qué haremos? ¿Desestimar el caso?− pregunta.
Yo niego de inmediato.
−Eso es probablemente lo que el asesino quiere que hagamos, lo que haremos es investigar quienes eran los contactos más cercanos a la familia Villa, quienes asistían a las fiestas que organizaba Tobías y que sucedía en ellas, necesitamos saber que enemigos tenían y razones por los que querían verlos muertos− digo.
−¿Regresamos a hablar con los vecinos?−pregunta Evan.
−Sí, yo hablare con un detective que le sigue el rastro a Tobías desde hace años, nos vemos más tarde− digo y comienzo a caminar hacia el estacionamiento.
Enciendo mi auto y me dirijo hacia la casa de Jordan, él sabe todo acerca de las conexiones con el narcotráfico que tenía Tobías y sus posibles enemigos.
Me bajo de mi auto y camino hasta la casa de Jordan, recuerdo recorrer estas calles de madrugada solo para ver a Eleonor y una punzada cruza rápido por mi corazón, y recuerdo que tengo que investigar si el collar pertenece realmente a ella o es solo una cruel coincidencia. Toco el timbre de la casa y minutos después sale la esposa de Jordan, su rostro parece sorprendido pero luego me regala una sonrisa.
−¡Damián, cuanto has cambiado hijo! Entra, Jordan se alegrara de verte− dice dándome un fuerte abrazo y perdiéndose en la casa en busca de Jordan.
La casa sigue igual que hace años, las paredes siguen del mismo color verde pálido y las fotos de los hijos de Jordan y Laila siguen adornando las paredes junto a algunas fotos mías de pequeño.
−Jordan, tiempo sin verte− dice una voz tras de mí, me giro y de pie frente a mí se encuentra Jordan.
−Lo mismo digo−.
−Supongo que esta visita tiene algo que ver con el homicidio de tus padres− dice.
−Veo que estas al tanto de lo que paso con Tobías−digo− Necesito hablar contigo acerca de él
−Sígueme a mi despacho−dice, Laila nos mira en silencio, en ningún momento me mira a los ojos y segundos después se va de la habitación.
−Bien Damián, ¿Qué quieres saber acerca de Tobías?− pregunta sentándose tras un gran escritorio.
−Sé muy bien que cuando eras detective seguías todos sus movimientos y lograste saber con quién hacia negocios, necesito toda esa información para mi caso−digo.
−Toda esa información se la quedo el departamento cuando trabaja en él, deberías hablar con tu jefe y pedir esa información –dice.
Suelto una risa amarga.
−Jordan, sé que la investigación en contra de Tobías la llevabas por tu cuenta, querías destruir a Tobías de cualquier forma por haberte quitado a Margaret y a Jake− digo.
Cuando menciono el nombre de Jake veo como su semblante cambia y su mirada demuestra odio y tristeza.
“−¿Esto es seguro?− pregunto, mi madre toma la maleta nerviosa, su cuerpo está temblando y no deja de mirar por la ventana.
Hace un par de días mi madre recibió una llamada de Jordan, dijo que prepara nuestra maleta y que en dos días pasaría un taxi a recogernos para alejarnos para siempre de Tobías, el día ha llegado y mi madre está más nerviosa que nunca.
−¿Cómo abriremos la puerta?− pregunto, cuando Tobías sale de día siempre nos encierra para que no huyamos, es como estar secuestrados pero no podemos hacer nada o nos mataría de una vez.
−Tu padre se emborracho anoche y logre robarle la llave sin que se diera cuenta− dice aun plantada frente a la ventana.
Me siento en el pequeño sillón al lado de mi madre y la observo en silencio, a simple vista se ve que está nerviosa, sus ojos viajan rápidos por toda la calle en espera del taxi y sus uñas golpean rítmica mente el borde de la ventana.
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Editado: 24.02.2019