El Crimen Imperfecto

Capítulo 12

Adriel

—¡Tenemos un caso de trata de blancas y al parecer es una guerra entre bandas! Fueron encontradas en unos edificios abandonados cerca del muelle. ¿Quién lo quiere? —El Jefe entra a la sala de Detectives y Policías.

Solo veo como varios levanta la mano mientras yo solo miro el techo.

— ¿Por qué no se encarga ese caso los de Recurso Humano o el Interpol?—solo pregunto sin dejar de mirar el techo que ahora que llevo minutos así puedo observar que los de limpieza ni siquiera han quitado las telarañas que están en algunas esquina.

— Dicen que están saturados, así que nos lo pasaron a este Departamento por eso digo ¿Quién lo quiere?—aparto la mirada de las telaraña y veo como el Teniente Sánchez está dispuesto aceptar ese caso.

<<Luciano me debe una.>>

—Yo me haré cargo. —casi media sala me ve y lo entiendo.

No he cerrado todavía el del famoso fantasma y ya me quiero meter en uno más grande como si no tuviera problemas que resolver.

— ¿Qué? Me especializo más interactuando con criminales que con los muertos.—el jefe Bravo me da una de esas mirada advirtiéndome que es mejor que me calle la boca y lo hago cuando le entrega la carpeta a Sánchez y señala a otro Detective.

—Ustedes dos trabajen junto, espero más tarde el informe en la oficina. —y se va abandonado la sala.

—Cuando no el Detective del año queriendo llevarse los casos importantes. —el Detective Ross se posiciona en mi escritorio junto con el Teniente Sánchez que prefiere mirar a otro lado que meterse.

— Cuando no el peor Detective queriendo meter las narices donde no lo llaman.—enarco una ceja mirándolo desde el lugar donde permanezco sentado.

Por más que el permanece parado y yo sentado él cree que puede intimidarme pero es algo que me resbala.

— Atacando con mis propias armas, se más inteligente Miller. Que no todos somos lame pelotas como tu.—me rió.

Me rió por las estupideces que dices y eso lo desconcierta un poco.

—La diferencia entre un hombre inteligente y uno tonto es que el primero se repone fácilmente de sus fracasos, y el segundo nunca logra reponerse de sus éxitos. ¿Y adivina quién lo dijo? —él se queda en blanco mientras que yo cierro la carpeta que tenía abierta en mi escritorio y me levanto.—Eso pensé, ya vemos quien es la segunda opción en esta vida. —paso chocando mi hombro con el de él dejándolo en la sala.

Yo en cambio salgo de la central yéndome hacia la cafetería donde me siento en una mesa aparte y puedo leer tranquilamente el caso. Tina consiguió ADN en el granero pero tampoco aparece en el sistema, ahora me toca ir a la casa de las huellas del sospecho Allen y de solo pensarlo me da dolor de cabeza.

Tengo días sin dormir bien y eso se nota en mi cara, tuve una semana entera cuidado de mi padre donde tuvimos que trasladarlo de nuevo por su seguridad. Ósea que ya no está en Italia sino que volvió a Miami, en una casa del pánico que Luciano mantiene oculta y fuera de sus negocios sucios o legales.

Ahí solo están dos enfermeros que lo ayudaran con el tratamiento y mi mamá que jamás lo dejara, y cinco guardias de Luciano para cuidarlos. Una semana de pesadilla donde no deje a mis padres solos, pero tuve que volver.

Creí que volver a mi apartamento tenía la esperanza que estaría solo de nuevo, pero para mí sorpresa Malika estaba, pensé que sus padres se lo habían llevado pero por lo que veo se quedó. Tenía intenciones de dormir tranquilo pero ella estaba en mi cama y se me hizo muy difícil, por lo que cuando mi celular del trabajo sonó volví a la central encontrándome un desastre.

El Forenses López estaba desaparecido, así que algunos del FBI se encargarían de su caso pero el Jefe lo prohibió y colocaron alguno de la central. Fisher no tuvo resultado con las cámaras de vigilancia y para colocar la cereza del pastel Tina está recibiendo carta de amenaza.

— Café negro puro con dos de azúcar.—Eve deja una taza de café en la mesa y veo que hay una dona.

— Pero yo no pedí nada.—ella se retuerce las manos nerviosa y yo vuelvo a cerrar la carpeta.

— Ya lo sé, pero tenía días sin ver tu rostro por aquí que me preocupe que algo malo le hubiera pasado.—ella mira a un lado y después toma asiento en la silla vacía de la mesa de alado para sentarse.

Yo tomo la taza de café porque lo necesito con urgencia.

— Tuve algunos problemas familiares, ya sabes un detective nunca descansa.—ella asiente como si me comprendiera. Pero sigue nerviosa mirando a todos lados.—¿Eve que tienes? Sabes que puedes confiar en mí. —sus ojos se posan en mí y puedo ver un destello de miedo en su mirada mientras baja la cabeza.

— Solo cuídese agente, sabe que cara vemos, corazones no sabemos.—y después de eso se levanta cuando el encargado la llama.

— Lo que me faltaba, ahora debo cuidarme de quien sabe. —me llevo una mano refregándome la cara cansado.

Termino todo y pago la cuenta, saliendo de ese lugar. Media hora después estoy tocando la puerta de una casa que está a punto de caerse abajo por falta de mantenimiento, algunas personas están en una esquina de la calle mirando lo que hago, son cinco chicos junto a un vehículo. Y es que la dirección que me dio Tina es un barrio de mala muerte, donde hay delincuentes por todos lados y siempre se mueve la droga por estos lugares.

— ¿Si, en que puedo ayudarlo?—un joven abre la puerta.

Su ropa mal arreglada, franelilla blanca estirada como si la jalaran y los pantalones a medio subir mientras en su mano sostiene una cerveza me hace saber que no he llegado en un buen momento.

— Estoy buscando una persona, soy el Detective Miller.—enseño mi placa y él solo entrecierra los ojos hacia ella para después mirar tras de mi donde me imagino que ve la pandilla de hombres en la esquina.

—A quien sea que busque ya no vive aquí. —intenta cerrarme la puerta en la cara pero meto la mano y él da un tras pie hacia atrás por lo borracho que esta.



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En el texto hay: asesino, detective, 911

Editado: 08.08.2024

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