Ross
— ¿Y a ti que te paso?
— Nada que te importe.—me gruñe Miller pasando por mi lado molesto.
Tiene sangre de un lado de su cabeza como si la herida que se hizo hace unas semanas, cuando lo robaron cerca de su casa no se hubiera cerrado bien.
Camina cojeado, pero no le hago caso cuando voy por las personas que necesitan de mi ayuda.
Williams murió junto con el sospechoso Kevin, creo o más que todos aquí ya sospechan que el atentado iba directo hacia el fallecido agente. Solo se debía investigar un poco para saber el por qué.
El que está furioso y echando fuego por la boca es el Jefe Bravo, porque ha perdido un agente y hay cinco heridos más dos muertos. Está discutiendo a una distancian con los antibombas y algunos federales.
No hay que ser adivino para saber que esto le traerá problemas al jefe, ya que mando a un agente que no era experto en el tema a su muerte.
Ayudo en lo que puedo a los heridos y ya para el medio día vuelvo a la central, las puertas del elevador son abiertas para mí y salgo del el dejándome llevar hacia mi escritorio. Veo como Jennifer corre de un lado al otro con varias carpetas en mano, y poco Tenientes tratan de ayudarla.
Miller no está por aquí y agradezco a los dioses que no vuelva, nunca le he tenido confianza a Miller. Es muy confianzudo y tranquilo en los casos, he conocido su trabajo antes que viniera a New York.
Poco conocen la leyenda de Adriel Miller un gran detective que puede resolver los casos sin tener pruebas, solo con la intuición lo cerraba. A pesar de que no era arrogante como Martínez, Miller siempre fue reservado en lo que hacía, odia trabajar en equipo y no le gusta que nadie meta la narices en su trabajo.
Y todo eso lo sé porque lo he estado observando desde lejos, es muy romántico y encantador, favor que hace que toda mujer este comiendo en su mano. Siempre tiene una sonrisa en su rostro que hace que me amargue el día.
—Nicole va hacer una reunión hoy, pidió que estemos presente.—no he llegado bien a mi escritorio cuando el Teniente Sánchez mi compañero me intercede.
Me llevo dos dedos al puente de la nariz porque dolor de cabeza me va a producir todo esto, todavía no he cerrado el caso de Joan el traficante.
— ¿A qué hora?—le pregunto sacando mi celular.
—A la 3:00 p.m., así que nos vemos allá.—aprieta mi hombro antes de mirar a los lados para ver si nadie nos oye y después se va.
Por primera vez en mi vida quisiera ser Miller y cerrar el caso de una, es una de las cosas que envidio, pero no. Siempre existirán los mortales que deben esforzarse por sus cosas.
— Toma, el jefe quiere que lo llenes y que te reporte cuanto antes.—una carpeta llena de documento impacta en mi escritorio y solo levanto mi cara de tempano cuando miro los ojos de Jennifer.
Todos siempre me han tenido miedo por mi carácter, piensa que como limón todos los días de desayuno antes de salir de mi casa. Pero no saben que eres así porque la vida te ha hecho como eres, antes era muy confianzudo y por ser confiado me apuñalaron por la espalda. Ahora solo soy un tempano de hielo que no piensa dejar el mal humor a un lado.
—Se dice Buenas Tarde para la próxima secretaria, y si vuelves a dejar caer algo así en mi escritorio la próxima vez veras de lo que soy capaz.—coloco las dos mano en el escritorio inclinándome hacia arriba y veo su nerviosismo cuando nuestras miradas chocan—Que no se te olvide que aquí hay rangos, yo soy un agente y tú una simple secretaria que no durara por mucho. —termino de levantarme y aunque no la he tocado ella se hecha hacia atrás lo que provoca que se tropiece y las carpetas que tenía en mano se caigan al suelo.
— No debería ser tan duro con ella que no te ha hecho nada.—sale al rescate King ayudarla a recoger lo que se le cayó, pero yo prefiero ignorarla pasando por encima de los documentos cuando los pisos.
— ¡Oye!—se queja, pero ya es tarde he vuelto de nuevo al elevador para irme a mi casa y prepararme para la reunión.
Presiono el botón y las puertas son abiertas, una chica sale y se quién es.
<<La debilidad de Adriel Miller.
La misma chica que el fantasma secuestro y dejo viva.
Una sonrisa se me forma en el rostro cuando una idea llega a mi cabeza.
— Hola.—la saludo cuando ella pasa por mi lado sin darse cuenta que estoy aquí.
Se da la vuelta y nuestras miradas se conectan, sus ojos verdes están vacíos. Como si llevaran muertos por largos años o semanas, si lo que le paso con el fantasma mato una parte de ella. Lo esconde bien en la sonrisa que pone en su rostro.
— Hola.—susurra ella llevándose la mano a su pelo naranjado, lleva un abrigo grande negro y un bolso en mano.
— Sé que no nos conocemos, pero soy el agente Ross trabajo con Miller. Te he visto en las noticias y he querido preguntarte ¿cómo has estado?—me acerco a ella haciéndome el preocupado algo que no me importa.
—Estoy bien, lucho todos los días con las secuelas. Pero voy poco a poco.—aprieta su bolso y yo asiento comprendiendo.
— Me imagino que debe ser difícil y más sabiendo que tu secuestrador y torturador sigue aún suelto.
—Confió en Adriel, sé que es el indicado para encontrarlo.—murmura ella confiada.
—Todos los hacen.—respondo perdiéndome en mis pensamientos, pero después espabilo mirándola de nuevo —¿Y eso, que haces por aquí? Porque Miller todavía no le toca venir por aquí.
—Vengo hablar con el Jefe Bravo. —ella voltea tras de ella unos minutos para después volver a mirarme.
— Uff como que vas a tener que esperarlo por un largo tiempo, hoy estamos más que full por un altercado que paso en la estación del tren. Pero si quieres puedes hablar con su secretaria y preguntarle si va a venir, hoy porque lo dudo.
—Gracias, veré que me dicen.