Para el año 2006 no había recibido alguna correspondencia de mi remitente favorita, puesto que la tecnología había proporcionado un paso muy importante en la sociedad, por lo que muy pocas personas utilizaban el correo en ese entonces, pero la promesa del año anterior me decía que tenia que estar en el muelle de Santa Catalina esperando por Rosalie.
Víspera de Navidad 2006...
El clima era helado, existía cierta inquietud de que pudiese estar esperando por alguien que quizás no aparecería, pero soy un hombre de indicios firmes y por primera vez mi padre no me había acompañado. A lo lejos, a la hora de siempre, era posible observar que el barco estaba compareciendo.
Y simplemente sucedió como ambos habíamos anhelado, Rosalie se comprometió hace un año en volver y yo prometí estar ahí cuando ella lo hiciese, nuestra palabra era mas bien como un pacto, ese mismo día llegando el crucero al muelle, bajó del barco feliz y sonriente, su principal acto fue estrechar sus brazos con los míos seguido de un increíble destello de sus labios junto a los míos. ¿Era real lo que estaba sucediendo? No lo sé, pero deseaba que esto jamás terminase.
En el año 2007 la historia se reiteró, y al siguiente asimismo...
La bienvenida de Rosalie a Londres Inglaterra, era con un largo beso demostrando que ambos habíamos custodiado un amor en secreto, un afecto que solo podía ser evidenciado tres días al año, en fechas navideñas.
Sin embargo, para nosotros, era un hecho suficiente esperar 362 días al año para vernos nuevamente, y la historia fue la misma en el año 2010.
Navidad 2010...
Bajo el árbol de Navidad, rodeado de tan gratos regalos que habíamos recibido a la edad de veinte años, en mi mente existía un solo deseo, y no pretendía cambiar las cosas, todo era magnifico como iba sucediendo, pero tras actuar como un amorío distanciados por el océano Atlántico, ese día se tomó la decisión de ser efectivamente un par de enamorados esperando a verse cada Navidad.
Había prosperado nuestra relación gracias a las llamadas telefónicas que se habían habituado durante el año 2011, ya que durante ese periodo progresó la confianza, se acrecentó el amor entre nosotros y existió una excelente comunicación.
Ya me fructificaba una explosión de emociones visitar el muelle de Santa Catalina cada víspera de Navidad, ya era un habito encantador para mi persona.
En el año 2012 la historia se reincidió, y al siguiente asimismo...
Pero todo lo bueno en esta vida tiene un final, y quien diría que nuestra relación algún día terminaría mal.