10:30 PM.
El sol no estaba en el cielo, sustituido por la luna. La casa Corbatte, tenía una vibra mala, esa vibra que empiezas a sentirte enfermo estando en ese lugar.
Armando, Luis, Gianluca, Melissa, Andrea. 30 años, 27 años, 20 años, 17 años, 12 años. Hijos crecidos entre la polvora, educados con el simple objetivo de sobrevivir. Palabras de su padre Don Andrés.
Desde los 10 años, a cada uno se les enseño a disparar, a los 15 años todos deberian de saber perfectamente el empleo de la logica y las matematicas, claro, la pequeña Andrea aún debia esperar un poco.
Don Andrés siempre amaba el silencio en la casa; pero hoy pedía a gritos que pusieran música, la que fuera, no importaba el autor, la epoca o la letra. Sus palabras se convertian en suspiros y latidos se convertian en lagrimas que su familia derramaba.
-Detesto las despedidas mujer. Por favor, calmaté. No quiero que te vean desaliñada mis conocidos.- Exigió a su esposa, ella sonriente mientras se secaba las lagrimas le respondió.
-Tiene usted la razón. ¿Desea algo de comer?
-Si, mujer. Hazme aquella lasaña casera, dile a la dama de llaves o al cocinero que te ayuden a alistar la mesa, porque quiero que la hagas tu, y quiero que las personas las prueben. -quedó en silencio unos minutos y prosiguió - cualquier persona o bestia que no sea mi esposa, salga de la habitación ahora mismo.
Espero unos momentos a que la habitación quedara solo con la presencia de aquella mujer que durante 40 años juntos de los cuales 5 años de noviazgo y 35 de casados le apoyo en cada momento.
-Eleonora -como le decía en secreto y con demasiado cariño- me conociste siendo un pobre diablo. No desearía que me vieras morir como uno.
-Para nada Andrés, le he amado desde hace mucho al igual que respetado, por mi mente jamás paso que...bueno tal vez el diablo si sea, más pobre jamás. -esbozo una sonrisa que la hizo ver 10 años más joven.
-Necesito pedirte una cosa, más bien, varias.
-Digame.
-En primer lugar quiero que nuestros hijos se sigan formando. Armando será el sucesor de la familia, el hombre de la casa. Quiero que Melissa se casé, pero no pronto, quiero que Andrea aprenda bien matematicas, siempre se puede mejorar. Y por ultimo....
-Oh Andrés cuanto le extrañare!- Interrumpió.
-Y por ultimo, deseo que me perdones si en algún momento te hice infeliz. Siempre te he amado, no tengo bastardos regados ni mujeres que me esperan por en una calida cama, siempre has sido tú, a pesar de que nuestros hijos esten con los mejores instructores o a los mejores maestros, la que mejor les enseñara serás tú. No deseo que te vean de luto mucho tiempo, siempre has sido el motor de amor de esta familia, tu transformaste a este hombre en alguien exitoso.
-Don Andrés, dejeme hablarle sin elegancia, no deseo hablarle hoy por "usted".
-Claro que si querida. Sin embargo deseo dormir un rato.
Se acomodo la almohada, cerro un instante sus ojos,suspiro.
-Estoy agradecido por haberte conocido.
Volvio a dar un suspiro, esta vez más fuerte, y de ahí no desperto más. Ella se había dado cuenta de la situación, limpio sus lagrimas y en silenció se acerco a su frente para besarle.
-Te amo Andrés.
Llamo a sus hijos.