El Deceso de Nuestro Arranque

*46*

Corro entre los pasillos vacíos, notando que no hay personas y la oscuridad, acertando que es de noche, sin embargo eso no me asegura que hayan vigilantes y guardas que puedan delatarme. Jadeando con mi mano parando el sangrado de mi brazo herido y notando que dejo huellas de mis pies descalzos de sangre a lo largo que corro.

 

Es una pésima idea salir así hacia afuera por el pésimo clima, que es invierno lleno de nieve sin embargo la adrenalina corre por mis venas y la desesperación igual, estuve apunto de quitarme la vida, escapar en estas condiciones no debería importarme.

 

Que la muerte me persiga es una cosa, que yo misma la busque es otra.

 

Entro a la oficina de mi padre y con las llaves en mano, abro de sus gavetas con las manos temblorosas, sabiendo donde guarda el dinero en efectivo y poniendo el dinero en un bolsón, mientras me pongo un par de zapatos de hombre que se encuentra ahí, al igual que un saco, que no es prometedor pero sí alentador.

 

No dudo en tomar la pistola que es encuentra ahí.

 

No obstante, un intruso abre la puerta de pronto y no dudo en apuntar el arma hacia él, con las muñecas temblorosas, respirando agitadamente, relajando mis extremidades al notar quien abrió no es ni un guardia, ni vigilante, sino Tucker.

 

-¿Dasha?-Pregunta, puliendo mi vestuario y jadeando de pronto sin poder creer la sangre que hay encima mío, cerrando la puerta con cuidado y corriendo hacia mí, preocupado claramente.-¿Te encuentras bien? Oh dios, tengo que llevarte a emergencia.

 

Jala de mí, pero forcejeo, negando con mi cabeza.

 

-Esta sangre no es mía.-Respondo y abre sus ojos sin poder creerlo.-Te explico luego, pero tengo minutos contados para escapar.

 

-¿Qué sucede Dasha? No puedo creer que hayas dañado a una persona, tú no eres así.

 

¿No lo soy?

 

-No me conoces y no supongas cosas de mí.-Guardo el arma en mi saco, caminando a la salida jalando de la perilla, ya que no me importa irme con él o sin él.-Me iré ahora o jamás saldré, lo que hice, no me tendrá aquí, sino en la cárcel.

 

-Entonces ven conmigo.-Toma de mi mano y no refuto porque lo necesito de todas formas. Corremos entre los pasillos y logramos llegar donde quedan las gradas, para ir arriba, subimos sin dudar y abre de la puerta. El viento frío impacta en mi rostro y él alista el lazo en un metal lo suficientemente fuerte y se amarra la cintura, para amarrar la mía luego.

 

-¿Por qué aquí?

 

-No es seguro salir por la salida, ahí esta lleno de guardias.-Sisea, mientras se orilla y toma de la cuerda, ya al punto de no sentir el suelo y sólo el aire, mientras bajamos poco a poco, sintiendo la adrenalina drenar mis venas, cuando jadeamos impactados al escuchar las alarmas, mirando hacia abajo que nos falta todavía mucho.

 

-¿Puedes bajar más rápido?-La desesperación es notable en mi tono.

 

-No creó, el peso es demasiado.

 

No dudo y saco la navaja de mi saco, cortando del lazo que me sostiene, es demasiado tarde cuando Tucker se da cuenta y caigo al piso tal cómo la gravedad me quiere, gimiendo del dolor cuando noto donde deje reposar todo el peso, justo en mi herida cubierta de sangre.

 

-¡Dasha!

 

-Calla y baja, ya vienen.-Me levanto cómo puedo y él baja rápido, corriendo al vehículo estacionado apenas metros de distancia, quitando seguro y subiendo a su auto, mientras él lo enciende y retrocede, acelerando al ingresar en la carretera.

 

Mirando hacia atrás al ver los guardias notar nuestra escapada demasiado tarde, aplaudiendo feliz, riendo al dejar fluir toda esa adrenalina.

 

Perdiendo de vista mi "hogar" y esos guardias idiotas.

 

Mi pecho sube y baja, fijando mi vista en la carretera iluminada por la luna, tapando mi cuerpo con el saco de mi padre, de mi padre...recuerdo de pronto la realidad, borrando la sonrisa de mis labios y bajar mi vista a mis manos carmesí, manchadas y ya secas, raspando con mis uñas lo suficiente rudo intentando borrar cómo sea ese color de mi piel.

 

Jadeando con dolor y desesperación al ver que no desaparece, frustrada, causando que Tucker tome mi mano y la separé, pero azoto su mano volviendo a lo mío, insertando las uñas en mi piel con furor, provocando que insista y grite, tapando mi rostro aturdida de tantas emociones.

 

¿Cómo lo pude olvidar?

 

Dejando fluir las lágrimas retenidas y gemir tras mi pecho que se hunde con el pasar del tiempo, por fin libre, ¿No debería estar feliz? ¿Por qué no me siento así? Atascando mi garganta con el nudo agobiante que crece, gimiendo a lo bajo tras cada sollozo, mojando mis palmas con mis lágrimas y pasarlas por mis ropas, asqueada de la sangre pegada a mí.

 

-¡Dasha!-Exclama preocupado-¿Te encuentras bien, qué sucedió ahí dentro?

 

Le mire unos segundos, respirando sin parar cada segundo, mi aire pesado y mi mente procesando todo.

 

-Mate al doctor y acuchille a mi padre.-Confieso y su rostro se desfigura espantando ante la noticia, impactado, tantas emociones cruzando su rostro que comprendo si no quiere ayudarme más.-Esta sangre, es de mi padre, ustedes...lo sabían todo.-Le acuso mirando fijo a sus ojos cuando detiene el auto a una esquina, preocupado.

 

-Por eso mismo queríamos sacarte de ahí, pero no que te enterarás.

 

-No sé si decir gracias o un te odio.-Confieso, esquivando su mirada.-Por enterarme que fui abusada, que jamás mi padre me miro cómo su hija y siempre me odio, estuve por poco de suicidarme y con tantas noticias, actué así, sin importarme escaparme sola ante la muerte.

 

Le miro lo suficientemente seria.

 

-Porque una cosa es que la muerte me siga y otra que yo la quiera, pero al ver lo triste y patética que ha sido mi vida, hubiera preferido jamás saber la verdad.




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