―Buenos días, cariño.―Saludo mi abuelo una vez que entré al comedor.―Hoy preparé waffles. Toma asiento a lado de Remy.
Vi como Jeremy meneaba su cabeza hacia atrás y adelante.
―¿No dormiste bien? ―Le pregunté, sentándome a su derecha. Él despertó desorientado y luego me miró mal.―No me mires así, Jer.
―No. Tu música resonaba fuertemente en mi cuarto.
―Pero si el que tenía música eras tú Jeremy. ―Hable con molestia notando su mirada confundida.―Incluso mi teléfono se rompió al caer del mueble por la resonancia de la música.―Se lo enseñé.
Mi nuevo teléfono traía una ruptura en la mitad de la pantalla. Lo bueno que era la mica porque si no me hubiera matado. Tanto sacrificio que hice ahorrando dinero y trabajando por la noche.
Como para que se me rompiera poco después de comprarlo.
―Si tú no tenías música y yo tampoco tenía, entonces, ¿quién tenía música? ―Mencionó y al momento de hacerlo, ambos volteamos a ver a los viejos dueños de este hogar con una mirada interrogativa.
Mi abuela, la cual se encontraba leyendo el periódico de hoy, noto nuestras miradas. Alzó una ceja y entrecerró los ojos para luego reír.
―El que tenía música probablemente era Malcolm.
Fruncí el ceño. Yo nunca he oído ese nombre salir de los labios de mi abuela, ni tampoco tenemos un familiar relacionado con ese nombre.
Puedo ver que Jeremy está en el mismo estado que yo.
―¿Quien es Malcolm, mama?
―El hermano menor de mi querida Estela.―Al momento de decir eso me miro con amor. Un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo.
Estela... No era el nombre con el que me confundía la bola de luz.
―Oh... Ya veo.
La abuela no me dejaba de ver de esa forma, no hasta que mi abuelo entró con un carrito al comedor. Colocó los tres platos de waffles y tres vasos de café en su respectivo lugar.
El abuelo era el que mayormente se encargaba de hacer el desayuno o la cena, ya que mi abuela no sabe cocinar.
No le molesta, ni tampoco le desagrada.
Es más, podría decir que es su pasatiempo preferido.
―Gracias por el desayuno abuelo. ―Agradecí sonriéndole.
―De nada cariño. ¿No te gusto esto esposa? ―El abuelo observó la expresión ida de la abuela. La abuela lo miró y pareció racionar.
Su expresión era como si estuviera en punto desconocido.
―¿Cuándo llegué aquí? No estábamos en el invernadero.
―De qué hablas mujer. Si me dijiste que preparara Waffles para Riana. ―La abuela se quedó callada, pareciera que no recordaba.
―No recuerdo. Parece que ya siento los síntomas de la vejez.
Después de ese raro suceso las cosas empezaron a salirse de control. La abuela venía en medio de la noche a mi habitación a observarme dormir. La primera vez me asusto demasiado que incluso grité llena de miedo. Jeremy vino corriendo con una escoba y mi abuelo con una escopeta, se relajaron cuando me vieron bien pero también se asustaron por el estado en que se encontraba mi abuela Emiliana.
Mi abuelo la llamaba para hacerla reaccionar pero ella solo me miraba a mí con cariño, llamándome por el nombre de Estela.
(…)
En otro lugar se encontraba un chico de apariencia veinteañera flotando en el aire mientras leía un libro sobre la familia Molan. A lado de él había una especie de vidrio transparente donde se veían personas.
―No crees que eso es suficiente. ―La sombra del joven de cabellos grises habló.―Estás drenando la energía de esa anciana.
―No soy yo. ―Negó con la cabeza pasando la hoja del libro.―Hay otro demonio en esa casa. Parece que le mucho gusta esa chica.
―¿De verdad Kyle? ―El Joven asintió con la cabeza.―Debemos hacer algo. No quiero tener más problemas con esos ángeles orgullosos.
―Lo haremos cuando las cosas se descontrolen.
―Pero... ―Kyle lo interrumpió aun sin levantar la vista.
―El chico que también vive en ese hogar, tiene un ángel.
―¿Que? Eso es algo imposible.
―Es descendiente de los grandes Sulioneth.