¿Cómo le pasaba algo así a una chica de una pequeña ciudad de Georgia? Cara se haría aquella
pregunta una y otra vez durante los siguientes días.
Tenía veinticinco años, y había sido sumamente tímida. Se ruborizaba cuando alguien le hacía algún cumplido, cosa que le daba mucha vergüenza. Cuando se mudó de su ciudad natal a la capital, que
era 50 veces más grande, se sintió aterrorizada. Había sido muy fácil rendirse ante los avances del
encantador Jude, su ex novio, con el que llegó a tener una relación de cuatro años antes de romper con él
un mes atrás.
Era el único amante que había tenido, y no había disfrutado del sexo con él. Nunca se esforzaba
por complacerla, y a veces le hacía daño, mucho daño. Cara había aguantado todo aquello además del
abuso físico que había comenzado hacía un año, hasta que decidió que había llegado el momento de
dejarle.
Se trasladó de la cama del espacioso cuarto de huéspedes al espejo y contempló su figura de 1,70 metros, con sus colmados senos y cóncavo estómago. Sus caderas tenían un tamaño generoso y se adaptaban perfectamente a su vaqueros. Se imaginó el aspecto que tendría embarazada y gimoteó, poniéndose de lado para ver su trasero y sus un tanto gruesas pantorrillas. Sabía exactamente donde iba a ir a parar todo el peso del embarazo.
De repente, Cara se dio cuenta de lo que estaba pensando. ¿Iba a hacerlo? Parecía un buen arreglo
- vivir gratis durante un año en aquella maravillosa mansión - y lo único que tenía que hacer era llevar en el vientre al vástago de aquel irlandés. Si a él le parecía bien, a ella también. Nunca se había imaginado que gestaría el bebé de un misterioso millonario. Desde que lo conoció, pasó varias horas al día buscando información en internet sobre Logan Shane.
No tenía un pasado impoluto. Había acertado en que poseía un aire de hombre duro debajo de su pulido exterior. Aquellos ojos verdes albergaban tanto misterio y peligro que no había duda alguna de que era problemático.
Según su perfil, publicado en unas cuantas revistas masculinas, e incluso en algunas de las principales publicaciones de moda, era un ejemplo perfecto de hombre que se ha hecho a sí mismo.
Estaba metido en todo negocio importante de software, desde videojuegos de alta gama a aplicaciones de
tecnología avanzada.
Cara suspiró y se desnudó lentamente y, con el mismo ritmo, se dirigió al elegante cuarto de baño. Había preparado un baño de burbujas, y se sumergió en él con un suave gemido. Cómo había echado de menos el lujo de un baño o ducha caliente. Se estaba asegurando de disfrutar de al menos uno al día desde que estaba allí. En la mansión había tres empleados para atender a Cara: una cocinera, una ama de llaves y un mayordomo, que al igual que la eficiente Meg, sabían mantenerse fuera de su vista y aparecer justo en el momento en el que los necesitaba. Si Cara decidía quedarse y llevar a cabo la gestación subrogada, haría lo que estuviese en su mano para cambiar el ambiente de la vivienda. No le gustaba el silencio, le hacía sentir hipersensible.
No, a Cara no le gustaba ni el silencio ni la inactividad. Florecía en una atmósfera activa, y sólo con pensar en estar allí encerrada, incluso con todas aquellas comodidades, se ponía de los nervios. Pero el dinero era demasiado bueno para dejarlo pasar. Tendría que vender muchísimos cuadros para tener una ínfima parte de aquella suma.
Se había informado sobre lo que implicaba la subrogación, tanto legal como subjetivamente. Parecía que tanto famosos como gente corriente utilizaban vientres de alquiler todo el rato, sobre todo cuando tenían problemas de fertilidad. Una imagen del viril Logan Shane acudió a su mente, y Cara dudó que aquel hombre tuviera dificultades para procrear. Seguramente era lo que le había dicho y estaba haciendo las cosas de aquella manera para evitar tener que cargar con una novia o esposa. También se preguntó brevemente si sería gay, pero lo descartó enseguida. No sabía por qué estaba tan segura, pero algo le decía que el señor Shane tenía gustos de hetero. Tenía esa mirada que hacía que se deshiciera por dentro. Ni por un segundo se imaginó que le interesara de forma sexual o física, pero no cabía duda de que era muy consciente de sus encantos. Cara era lo bastante engreída para saber que le había gustado lo que vio.
Era bueno saber que no habría necesidad de tener contacto físico. Cualquier fertilización necesaria tendría lugar en una clínica especializada, gracias a Dios, porque Cara tenía intención de mantenerse lejos de todo hombre durante tanto tiempo como le fuera posible. Cuatro años atrapada en una relación estancada le habían enseñado un par de cosas, como que estar con un hombre no era la solución a sus problemas.
Tal vez aquel paréntesis del embarazo era justo lo que necesitaba para evitar pensar en idilios o en nuevas relaciones. Considerar un embarazo como una distracción necesaria parecía un poco indecoroso, pero Cara estaba siendo objetiva. Aquella gestación subrogada podría ser exactamente lo que necesitaba en ese momento de su vida. Entonces, ¿qué iba a decidir? .
Holis aqui les dejo otro capitulo de "El deseo del multimillonario ", me dicen que les parecio el capitulo , besos y abrazos .
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Editado: 30.09.2021