El designio de Amalia

1. Sueño

Es un día lluvioso, hace casi dos semanas que no para de llover en la Capital y a mí en lo personal no me afecta, todo lo contrario; me hace sentir tranquila y relajada hasta el punto de desear dormir todo el día si es posible, los días de lluvia son perfectos para quedarse en casa mirando alguna película tirada en el sofá y cubierta con una manta mientras llevo a mis labios una rica taza de chocolate caliente. Ah, como desearía estar haciendo eso.

Camino por los pasillos de mi escuela los cuales son pocos recurridos en este momento, algunos estudiantes corren hasta sus respectivas aulas y otros como yo, nos tomamos nuestro tiempo para entrar a clases. Como de costumbre, los viernes llego tarde a la escuela, pero siendo sincera, ¿Quién querría asistir a clases un viernes por la mañana teniendo matemáticas, química y economía? Si existe alguien así realmente tendría que estar loco.

Tranquila y despreocupada voy escuchando la lluvia caer en el patio, mi aula queda en el tercer piso y apenas estoy por subir las escaleras para el segundo. Sujeto con una mano la baranda fría y miro el ventanal del patio interior el cual se encuentra mojado, anhelo estar allí fuera mojándome como una niña, chapoteando en los charcos de agua; pero no puedo.

Contemplo mí arruinado reflejo un instante: mi cabellera rubia está inflada a causa de la humedad y el moño que llevo no ayuda en nada para controlar mi horrible melena de león. No sé si es a causa de las pocas horas de sueño que tuve, pero me veo más pálida de lo normal, parecida a mi madre en las fotografías que mi padre tiene en casa.

Mi madre: una hermosa mujer de piel blanca como la nieve y ojos celestes cautivantes, ni hablar de su melena rubia, en las fotos siempre luce perfectamente peinada. Jamás me gusto ser rubia siempre preferí el cabello oscuro pero mi padre no me permite teñirme el cabello de negro, dice que algún día se lo agradeceré por evitarme arruinarme el cabello con los químicos de la tintura.

A diferencia de ella, con sus grandes ojos celestes yo solo me quede con los ojos grises de mi padre, muy comunes, a decir verdad, pero no puedo quejarme. Según la profesora de biología en la zona donde vivimos no se encuentran personas con esta tonalidad de ojos –tal vez esté ciega, pero yo he visto a varias personas de ojos grises–, nunca le he prestado atención a las cosas que decía cuando se iba por las ramas en mitad de una clase; suspiré y termine de acomodar mi cabello.

La escuela a la cual asisto no es necesario llevar uniforme, es del estado después de todo, una escuela pública que tampoco admite guardapolvo como otras, por lo tanto, me visto con lo primero que encuentro en el armario o más bien tirado sobre la silla del escritorio y me siento cómoda, más ahora que está comenzando el invierno en Argentina. Tan solo llevo pantalones de gen, que, probablemente, he usado tres días seguidos, nadie se dará cuenta de aquello, después de todo nadie se fija en las zapatillas o gens que usan las personas, un buzo abrigado tomado prestado del armario de mi hermano por lo holgado y calentito que era, y, bajo de este una remera de mangas largas negra que he usado días anteriores pero, oh, sorpresa, existe algo llamado lavadora, total al llegar a casa pienso tirarme en el sofá un buen rato y ver alguna que otra serie en mi portátil como de costumbre, mi hermano Alexander se iría a estudiar con su mejor amiga, una costumbre que tenía durante las tardes, solía volver muy tarde por las noches, notablemente exhausto y hambriento, mi padre no llegara pasadas las doce de la noche, suele trabajar a horarios pesados, por lo tanto, tendré la casa para mi sola.

Mi teléfono vibra, un simple celular táctil de buen tamaño que me había regalado Alexander para mi cumpleaños, lo recibí con ciertas dudas puesto a que mi viejo teléfono, aún con pantalla rota, funcionaba, tan solo necesitaba un simple cambio de pantalla. Lo saco del bolsillo bostezando y veo a través de la pantalla de bloqueo un mensaje de Celeste reprochándome por llegar media hora tarde a la clase, por escribir apurada intentando que la profesora de matemáticas no la vea, ha escrito todo el texto mal. Suelto una carcajada y ladeo la cabeza volviendo a guardar el teléfono, me conoce tan bien que supo incluso que hoy, viernes, llegaré tarde a clases, ¡Si fuera por mí me quedaría durmiendo en mi casa! Pero me veré perjudicada por las faltas al terminar el ciclo escolar.

Me coloco mejor la mochila en el hombro y suspiro pesadamente, será un largo día, me impulso agarrando la baranda para terminar de subir las escaleras y correr hacia las que me llevarán al tercer piso. La profesora Elizabeth, me matará, o al menos me dedicaría esa penetrante mirada cargada de odio que suele dar a los que llegan tarde e interrumpen su preciada clase de matemáticas, si fuera por ella me hubiera reprobado la materia, pero no puede, hago el bendito esfuerzo de estudiar para sus exámenes y tener una nota decente, ni tan perfecta ni tan baja.

Al llegar, jadeante y al borde de un ataque cardiaco debido a mi mal estado físico, observo la ventanilla de la puerta intentando recobrar la compostura antes de entrar, saludo a Elizabeth agachando la cabeza evitando el contacto visual con ella quien, seguramente, estará arqueando una ceja y matándome con la mirada, me disculpo por la tardanza sin saber que excusas darle, tan solo una sincera –o no tan sincera– disculpa. La profesora me mira de reojo nuevamente, se había concentrado en anotar mi nombre en su lista de presencia, como siempre es esa mirada cargada de desdén y desaprobación que suele darnos, seamos sinceros, si apenas soporta a los adolescentes y los niños ¿Por qué da clases en una escuela secundaria?

Me dispongo a ir a mi lugar asignado por nuestro tutor, a principio de año se los designan para así no tener problemas con los demás acerca de donde sentarnos ya que la mayoría desea estar atrás y son muy pocos los valientes que se atreven a sentarse frente a los profesores, a mí me toca el maldito lugar frente al escritorio de la profesora o eso era antes de esta mañana, ahora mi asiento está ocupado por un muchacho.



#2928 en Paranormal
#22560 en Fantasía
#8990 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros, romance, drama

Editado: 04.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.