Estoy nerviosa y ansiosa, asustada y siento que en cualquier momento tendré un ataque de pánico, estamos dentro del auto de Jorge, a la conferencia de prensa han venido conmigo Celeste, Catalina e Ethan, Xavier se ha sumado de improviso a último momento, el ambiente se tornó extraño en cuanto subió al auto del lado del acompañante, luciendo desprolijo su uniforme, evitamos saludarnos, evitamos vernos o cruzarnos, estamos incomodos con lo sucedido la noche anterior. Mi mente la mantuve ocupada en la conferencia de prensa, no quise darle vueltas a la locura que había provocado, debo dejar de jugar de esta forma con la muerte, parar de una vez mis impulsos suicidas con estos vampiros.
Esto no se repetirá, no quiero seguir perjudicando a Xavier, no quiero ser un peligro para él y tener que irme de su lado, en cierto punto su compañía y cariño es lo único que necesito para reconfortarme y poder llevar toda esta situación, tan solo quería ayudarlo con su sed, con su hambre. Retuerzo mis dedos mientras las personas se acumulan alrededor del auto y la seguridad brindada por los cazadores de vampiros intenta despejar la aglomeración, los flashes de las cámaras de foto se reflejan en las ventanas polarizadas del auto.
Catalina apoya su mano sobre la mía, duda un poco, aun no entiendo como hizo Catalina para meterme en este vestido ajustado, estoy agradecida por haberme colocado un corsé más pequeño y no tan ajustado, se lleva por debajo del pecho ajustando la cintura, posee cuatro botones delantero plateados, la tela bordo tiene una bonita decoración de líneas las cuales dormán pequeños rombos. La parte superior del vestido parece una camisa de tela delicada y mangas largas con pequeños botones en las mangas, la parte inferior del vestido es diferente al anterior que me han hecho usar, es moderada y sencilla, no me hace sentir como una quinceañera y tengo mayor movilidad, unos tacones negros decoran mis pies. Catalina me ha peinado con una coleta alta, en todo ese proceso no me dijo ni una sola palabra, se limitaba a vestirme como un maniquí.
Llevó su pulgar a mi labio y corrigió el labial rojo que se había corrido. Según Ethan todo esto era necesario para presentarme como la princesa de los vampiros, debía lucir sencilla pero elegante, respetando las tradiciones de vestimenta de los vampiros más antiguos.
— Lamento mi reacción de anoche...—murmuró, le respondí con una leve sonrisa— aún no sé como reaccionar ante tanta sangre.
— No tienes por que disculparte, es comprensible. —respondo encogiéndome de hombros.
Bajo la mirada e intento inhalar todo el aire posible, exhalo y palpo mis mejillas, todo saldrá bien, bajaré de este auto y, desde el primer encuentro con los camarógrafos los dejaré impresionados por mi belleza vampírica, me he memorizado las cosas que diré o haré en caso de que me cuestionen si realmente existen los vampiros o no, esta será la primera pero no la ultima vez que aparezca frente a las cámaras y es algo a lo que me debo de acostumbrar y hoy, por primera vez, anunciaré mi gran idea de formar un hogar para los vampiros puros e impuros, un reino que regiré en paz, pondré leyes que serán estrictamente custodiadas por los cazadores de vampiros, construiré un nuevo lugar al que podré llamarlo al fin hogar.
Los vampiros ya no necesitarán ocultarse más, en este nuevo reino no les faltará alimentos, pediremos donaciones de sangre para su alimentación, haré que la taza de muertes de humanos ocasionadas por vampiros disminuya, será duro, pero es un riesgo que debo correr para darle fin a esta guerra y paz a mi pueblo.
Crearé un mundo donde humanos y vampiros podamos vivir en armonía.
— ¡Bien! Ya es hora Amalia. —Celeste me anima con una sonrisa cuando Gabriel abre la puerta del auto— Todos estamos aquí para apoyarte. —dijo antes de salir del auto primera.
Catalina suelta un suspiro y asiente levemente.
— Pase lo que pase siempre estaremos contigo, Amalita. —Catalina apretó mi mano y luego la soltó.
— Ya es hora...— Gabriel me extiende una mano y ayuda a bajar del vehículo, aprieto con fuerza su mano, en la otra sostiene un paraguas para protegerme de la llovizna.
Catalina salió del auto por la otra puerta y acomodó su melena chocolate, desvió su mirada hacia mí y una pequeña sonrisa llena de aliento se dibujó en sus labios mostrando todo el apoyo que tengo de su parte. Observo las vallas de metal que separan a los periodistas y el publico del camino, los nervios casi se apoderan de mí, quiero retroceder e irme, esconderme en algún rincón del auto, no, ¿Qué estoy pensando? Esta no es la nueva Amalia, estas actitudes son de la vieja Amalia, la yo que se creía humana, la Amalia vampiresa es una persona total y completamente diferente, afronta sus problemas y no se hecha para atrás. Tomo una bocanada de aire y alzo mi cabeza.
— Lo estás haciendo de maravilla, te aconsejo saludar a las cámaras, no olvides sonreír. —susurró Gabriel a mi lado cerrando la puerta del auto.
Celeste era quien iba por delante de nosotros asegurándose de que los cazadores encargados de mi protección hicieran bien su trabajo.
— Gracias Gabriel. —susurro y acto seguido sonrió para algunas de las cámaras, levanto con sutileza mi mano libre y saludo tímidamente al publico logrando que muchos periodistas griten mi nombre buscando que respondiera con anterioridad sus entrevistas.
Comenzamos a avanzar hasta la entrada, algunos humanos se reflejan miedo, otros curiosidad y escepticismo, puedo reconocer algunos noticieros argentinos, no obstante, también hay noticieros de otros países dando nota de todo lo que está aconteciendo. Catalina, quien camina tras nosotros, observa su entorno con cautela, buscando algo o alguien, examinando a cada uno de los presentes en este lugar, se muestra seria, distante y frívola, estaba lista para atacar a quien se abalanzase sobre mí.
Tomo mi vestido para subir unos pequeños escalones, unos cazadores abren la puerta de entrada y Celeste se adentra primero examinando el lobby, cuanto antes estemos dentro es mejor, sin embargo, Gabriel se detiene en seco y me hace girar frente a la puerta para observar a los periodistas.