Alivio. Calma. Seguridad. Confianza. Esperanza.
Sentimientos encontrados que no me veo capaz de describir, mi pecho se siente libre, vació, el peso que sentía ya no está, se ha ido; desvanecido como aquella niña de porcelana para dejar la claridad en mi caótica mente, muchas cosas se han aclarado ya, pero otras faltan aclararse, buscar una simple respuesta.
Por primera vez puedo ver la luz asomarse entre los cerros, veo el sol llorar aliviado puesto a que al fin he encontrado mi camino, uno que había perdido entre la oscuridad de la noche, mi meta, desde niña siempre ha sido la misma y no ha cambiado conforme ha pasado el tiempo: reinar como nunca antes otra persona lo he hecho, crear un nuevo mundo, moldearlo desde cero y demostrar de lo que soy capaz.
Si bien tenía en mente llegar al trono y crear un mundo de humanos y vampiros, sentía esas palabras vacías y tomaba a la ligera el liderazgo de un reino, más de una vez he intentado caer en la realidad de mis palabras, tomarme esto de enserio pero siempre me desviaba del camino correcto y terminaba por sentir lejanas e imposibles aquellas palabras, la influencia de aquella persona no me ha ayudado a mejorarlo, por momentos incluso me olvidaba de cual era mi verdadera meta, una que está a punto de cumplirse.
Ahora caigo en cuenta lo que es ser la futura heredera al trono, caigo en cuenta todo lo que he causado en estos últimos meses. Los humanos están asustados, no solo de mi madre, sino que de mí también, piensan que tal vez todo esto es un vil juego, pensarán que el fin de la humanidad se acerca y no los juzgo, eso sucederá si no hago algo para detener a mi madre; cosa que, estos últimos meses no he hecho absolutamente nada y... me siento una inútil conociendo ahora lo cruel que puede ser esa mujer.
El frío se ha convertido parte de mí, ya no lo siento; la noche me ha acogido, pero, en el fondo, la luz que comienza a salir reclama mi presencia nuevamente en el mundo diurno. El sol quema, lastima, sin embargo, llora lágrimas de luz ante aquel acto vil que comete en mí, la única persona que puede salvar a los seres que habitan en la luz.
Y así fue como el amanecer se asomó, la claridad entre las ruinas dejó ver lo que alguna vez fue un hermoso y bien cuidado parque, estoy en medio de estas ruinas, a pesar de lo cruel que ha sido el incendio estas plantas no se han dado por vencida y lucharon por su vida. Hoy puedo ver los frutos de esta lucha: cada espécimen que coleccionaba, cada pequeño árbol que lloraba ante las quemaduras, hoy día se han hecho más fuertes y hermosas.
Sí, el patio que fue creado para mi cuando niña sigue intacto, mi padre ha enviado a sus hombres a traerme un ejemplar de cada flor existente, antes eran dos, ahora son miles. Un lugar hermoso, colorido y lleno de gracia que trae los pequeños y mejores recuerdos de mi infancia: solía recolectar flores en este lugar, solía tocar el violín aquí, Xavier me encontraba recogiendo flores a la misma hora todos los días.
Una pequeña manía que había dejado en el olvido, una acción cariñosa y relajante. Mis manos acariciaban con delicadeza el tallo de una flor, sosegando el pavor, mis dedos jugaban con sus pétalos, se divertían en ellos, mis ojos mostraban la admiración ante tanta hermosura que no dudaría mucho tiempo con vida: después de todo las flores llegan a determinado punto en el cual se marchitan y mueren, dejado caer semillas para que otra nazca en su lugar.
Podía tener todos los especímenes de flores existentes, pero, incluso ahora, mi mirada siempre se posaba en ellas, las hermosas pero venenosas flores color carmesí. La elegancia de aquellas flores siempre ha representado a mi familia, sus espinas describen a la perfección lo que se ha de esconder detrás de tanta belleza.
El significado que yo les doy a las rosas es diferente al que mi padre u otra persona les daría.
Las rosas han sufrido tanto a causa de su belleza, han sido arrancadas fríamente y regaladas como si no valiesen nada, usadas y torturadas, no han tenido elección: debieron dejar crecer las espinas para protegerse del cruel mundo que las rodea, protegerse del destino que les depararía si eran arrancadas.
Las lágrimas que el esplendoroso sol suelta, caen con delicadeza sobre este espécimen tan particular de flores y las rocía con las primeras luces del amanecer, realza su belleza, muestran a aquella delicada flor que se esconde detrás de esas espinas y muestra a aquella asustada princesa que ha recuperado su identidad, su tan ansiada y desesperada identidad.
Pero, hay algo que está cambiando en esa princesa, ha dejado de tener sentimientos puros, su corazón ahora solo recuerda el rencor y la tristeza de lo que ha tenido que vivir en su dura infancia. Intenta contener el odio hacia su madre, le es imposible hacerlo, pero, bien sabe que no debe de dejarse llevar por esos sentimientos o lo que oculta en su interior sabrá aprovecharse de ellos, como lo ha estado haciendo ante el remolino de confusión que la joven princesa tuvo en su cabeza.
Respira una bocanada de aire y se arma de valor entonces para mirar de frente al melancólico sol que esparce su tristeza silenciosa por Tierra del fuego. Está tardando en tomar una decisión, duda, sin embargo, ni ella misma sabe que decisión tomar, o tal vez sí, solo que no quiere admitirla.
¿Dejarse llevar por la improvisación o seguir con el plan de la noche anterior?
Está por levantarse, divagar por las ruinas hasta encontrar la respuesta indicada, pero algo la detiene, un brillo inusual cerca del rosedal. Allí una cadena de plata cuelga de entre las grandes espinas que las rosas poseen; extraño, rosas en pleno invierno... ¿Acaso eso es posible?
Me levanto al fin, tomo una bocanada de aire y camino hasta el rosedal, ¿Cómo ha llegado ese medallón a este lugar? Los rayos del sol provocan que la plata de esta preciosa cadena brille con intensidad, con cuidado de no pincharme con las prominentes espinas lo desenredo y sacó de entre las plantas.