La mirada azulada y penetrante de Xavier me desconcentra mientras bailamos, la música, la danza y aquella intensa mirada forma parte de nuestro intenso y poco delicado acto que cometemos frente a los demás, Xavier me desea, sus ojos arden de lujuria más no lo dirá.
¿Y yo lo deseo a él? Mi corazón se derrite, mis labios desean volver a tocar los suyos y mi cuerpo reacciona a sus roces, sus delicadas caricias y jalones, cada zona que sus manos tocan arde, la temperatura de mi cuerpo crece conforme seguimos sin despegar las miradas y mis mejillas arden intensamente.
Por momentos me desconozco, he de admitir que siento a otra persona bailar en mi lugar, la siento a ella, la mujer pelirroja que tanto me acosa, la madre de los vampiros y... la representación de la lujuria, el deseo, el pecado: Lilith.
Xavier me hace girar y, por primera vez en un largo rato, mi mirada se posa sobre el príncipe Carlos, sus ojos dorados me observan atentos como los de un depredador, le acota algo a Amadora y este lo calla con un leve quejido, no confió en ellos, me causan cierta incomodidad, sobre todo Amadora. Se supone que Amadora es quien lidera a la corte vampírica hasta el despertar del otro sabio, más nunca me dijeron que había otra persona perteneciente a la corte durmiendo, jamás había oído hablar de Alucard.
Mi sangre es la única capaz de despertarlos tanto como dormirlos, la sangre de mi familia es pura, ningún otro príncipe o rey puede lograr lo que nosotros, hasta el día de hoy nunca le he dado la verdadera importancia que esto refleja y tampoco me he cuestionado el por qué solo la sangre de la familia Némésie puede hacer semejante cosa. La sangre de mi familia es un verdadero misterio, un peligro para la humanidad, quien juegue con ella será capaz de crear algo aún más poderoso que el virus, será capaz de extinguir la raza vampírica, incluso si las intenciones son buenas.
Y mi sangre es similar a la sangre de Angelique, ¿Acaso esto será por llevarla en mi interior? Es lo más probable.
El príncipe Carlos sonríe de lado, su mirada penetrante se posa sobre mí, las palabras que Red me ha dicho horas antes siguen en mi cabeza, me torturan. No me siento cómoda con las personas que me rodean, en cualquier momento una de estas personas me apuñalará por la espalda.
¿Qué desea la corte de los vampiros de mí realmente? ¿Qué me tiene preparado Amadora? Mis instintos la señalan con fuerza, me alertan que me aleje de esa mujer, planea algo grande a nuestras espaldas más no tengo pruebas para hacerle frente. Carlos parece encantado con la conversación que ella le otorga, la mano delgada de Amadora se posa en su brazo al igual que esos vacíos ojos azules sobre él, sus labios se dirigen al oído del príncipe y el susurro imperceptible que la vampira provoca llena de satisfacción al príncipe.
¡Se suponía que Amadora era la asesora de mi familia! Esto es inaceptable, su comportamiento... prácticamente nos está refregando en el rostro que prefiere a Carlos Williams antes que a los Némésie y con ello conquista a mi padre.
Carlos no es de confianza pero mi padre parece embelesado por su gran interés en mí, por sus modales y más que nada su descendencia Europea, es un buen candidato como prometido para su única hija, bello y talentoso, como diría él, más no puede ver las verdaderas intenciones que hay tras su máscara, mi pregunta es ¿Cuáles son esas intenciones?
Mediante Xavier me toma de las caderas y me guía en esta danza vampírica, mi mirada se vuelve a posar en Celeste, sus hermosos ojos escondidos bajo el antifaz negro muestran dolor y tristeza, toma el brazo de Daniel con fuerza mientras que su otra mano tiembla ante lo que ve, al parecer ella es capaz de ver algo en esta danza que yo no, pero, ¿Qué es lo que vez amiga mía? ¿Qué ocasiona tanto dolor en tu corazón?
Xavier llama nuevamente mi atención, sus ojos azules brillan lujuriosos, sedientos de mi sangre, sus manos hacen el gran esfuerzo de no tocar en ciertos lugares y sus labios de no atrapar los míos, cuanto deseo que haga aquel vil acto que nos condenará al infierno, mi corazón late desenfrenado ante esa idea y mis mejillas toman color ante ese vil pensamiento.
Celeste se ha dado cuenta del deseo desenfrenado que crece alrededor de Xavier y yo, no se puede hacer nada para apagarlo, este crece conforme los segundos pasan, aumentan poco a poco, día tras día. Xavier, amigo mío, ¿Realmente amas a Celeste? Si la amara tanto como dices... ¿Por qué sus ojos azules solamente reflejan a aquella vampira rubia que conoces desde niño y no a tu amada cazadora? Oh Xavier, ¿Es que acaso tu corazón se está intentando engañar?
El brusco movimiento de Red a un lado de la sala provoca que una copa con sangre se rompa llamando así mi atención, Amadora y Carlos han desaparecido del salón de baile al igual que mi padre, me aparto lentamente de Xavier parando esta interminable danza, Red me observa desde su lugar, no se disculpa con el camarero, su mirada rojiza lentamente se dirige hacia la puerta indicándome que la siga con disimulo.
Me intimida más no puedo negarme a seguirla.
— Necesito... respirar un poco, me siento mareada.
Xavier frunce el entrecejo preocupado, su mano derecha roza con suavidad mi mejilla, su frio tacto me estremece y distrae por un instante, nuestras miradas se encuentran, intensas y deseosas, ¿Qué carajos nos está ocurriendo esta noche? Esta danza se ha sentido más bien como una declaración de un intenso e imposible amor.
— ¿Deseas que te acompañe, mi reina?
Niego levemente con la cabeza.
Los ojos de los espectadores están sobre mí, siento mis movimientos en cámara lenta mientras me aparto de Xavier, el aire me pesa y mis manos transpiran mientras toman la falda del vestido, diviso en la lejanía a Cassandra sosteniendo una copa de sangre junto a mi hermano, sus ojos me persiguen al igual que las miradas de los demás nobles, Catalina le dirige una extraña mueca a Xavier. Doy un traspié mientras retrocedo del vampiro y giro en dirección a la puerta.