El Despertar

CAPÍTULO 7

CAPÍTULO 7

       

 

 

<<A veces cuando las cosas parecen estarse derrumbando, puede que más bien se estén colocando en su lugar.

El Principito>>

Mi visión de lo bueno y lo malo, simplemente no existe. Solo, somos seres propensos a cometer errores, no existe una persona muy mala o buena, ya que, en el fondo, todos tenemos un poco de ambas. La única diferencia es ese pequeño grupo de personas, que se lanzan y abrazan su oscuridad, aceptando lo que son.

La hora de lo paranormal está por comenzar”.

Todo comienza igual que siempre, no poder ver nada por la oscuridad y no saber dónde estoy. Solo veo, muchas personas gritando cosas que no logro comprender. Mi cabeza me duele mucho, esto no es como las pesadillas anteriores en las que, a los segundos, los gritos y lamentos desaparecen, es como si estuviese en el lugar de donde provienen las voces. Todo este lugar es como una película de terror, las personas gritan, como si estuvieran siendo torturadas, cuerpos consumiéndose o retorciéndose de dolor, no sé qué es todo esto. Solo cierro mis ojos, sintiendo que todo da vueltas.

Al abrirlos de nuevo, estoy dentro de una casa vacía, donde solo se pueden ver las paredes, las puertas y las ventanas cerradas. Me levanto del suelo y la puerta principal, empieza a ser golpeada muy fuerte, mi cuerpo está alerta, expectante de lo que pueda pasar, los golpes siguen, pero esta vez en ambas puertas y por las ventanas se empiezan a ver sombras.

Lo que sea que esté fuera, quiere entrar a como dé lugar, me siento cada vez más ansiosa, mi cuerpo se siente tan débil. Me siento en el piso, tapando mis oídos, porque el ruido es cada vez más insoportable, mi cuerpo no para de temblar y todo se vuelve oscuro, solo dejando ver las siluetas inhumanas en la ventana. Un gruñido hace eco en todo el lugar.

Siento mis manos empapadas y las retiró de mis orejas, viendo como están repletas de sangre, el dolor que sentí en ese momento me hizo gritar como nunca lo había hecho, mis manos no dejan de temblar.

Los golpes en las puertas se volvieron rasguños, estaban desesperados por entrar. Las paredes temblaban por la fuerza con la que golpeaban. En la ventana aparecieron un par de ojos rojos, que me miraban fijamente. 

Todo empezó a dar vueltas, una voz gruesa, casi bestial me pedía que abriera la puerta. Estaba hecha un ovillo en el suelo, paralizada del miedo, grité de horror al ver como estaban rompiendo la puerta a rasguños y el miedo me supero, caí al suelo inconsciente.

El ruido parecía haber cesado, aún con miedo, abro los ojos un poco no por completo, parece que todo acabó, respiro profundo y terminó de abrir los ojos. No puedo creer lo que estoy viendo, mi cuerpo está cubierto por una especie de capullo, como si estuviera dentro de una crisálida, hecha de llamas de un color ámbar que resplandecía, pese a ser fuego, no me hacía daño. Solo era cálido, como una manta, daba la impresión de estarme protegiendo.

El calor que arropaba mi cuerpo, me hacía sentir mucho sueño. Cerré los ojos, sintiéndome muy cansada, con el pasar de los minutos mi cuerpo comenzó a estar muy relajado, mi mente entró en un estado de paz en el que podría permanecer por siempre.

Muy en el fondo, se empiezan a escuchar voces, pero no quiero abrir los ojos.

—Debes traerla de vuelta— reconocí la voz de mi madre.

—Apartaos— esa voz me hizo abrir los ojos, una presión se instaló en mi pecho.

El capullo desaparece de un momento a otro y todo se ilumina de un azul tan hermoso, que me atraía cada vez más hacia él, solo le faltaban nubes y pensaría que lo que estoy viendo es el cielo, me acerco cada vez más.

La silueta de alguien, aparece frente a mí. No puedo ver, quien es por la luz, pero esa silueta la conozco muy bien, es la misma que llevo viendo toda mi vida.

Extiende su mano hacia mí y sin dudarlo tomo su mano. Él me lleva por un camino que no había visto antes, está lleno de piedras blancas, rodeado por agua, ¡es tan hermoso! Al mirar hacia al frente, logro ver lo que creo que es el final del camino, una luz blanca cegadora. Cada vez nos acercamos más al final, sujeto su mano con fuerza, él caricia mi mano con su pulgar. Nuestros cuerpos se empiezan a elevar, me aferro a su brazo al cruzar la luz, mis ojos se abren y no era consciente de que estaban cerrados.

Veo que estoy en mi habitación, mi madre aparece frente a mí: Erlik, Seth y Levi están detrás de ella. Volteo a ver hacia un lado, encontrándome con unos ojos, azul índigo, como el bosque en el que me perdí. Detengo mi mirada unos minutos más en él, mis ojos se abren aún más, al darme cuenta de que es el mismo hombre, con el que tropecé en la tienda de recuerdos y él que apareció en mi cabeza.

 —Yo te conozco— mi respiración se acelera cada vez más, haciendo que apriete su mano que no sabía que estaba sujetando.

Mi visión se nubla por las lágrimas, no puedo respirar bien, mi corazón late cada vez más rápido, miro a Erlik a los ojos —Es él, ¿verdad? — Una lágrima se desliza por su mejilla.  

La persona que menos esperaba se acerca a abrazarme —Mírame— sus ojos se vuelven, azul por completo —Tú puedes controlar el ataque de pánico— el aire empieza a llegar a mis pulmones y mis latidos vuelven a ser normales, pasa sus pulgares por mis mejillas, limpiando mis lágrimas. Sus ojos vuelven a ser normales, Levi me sonríe y se aleja para volver con Erlik y Seth. 




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