El despertar de los guardianes.

Prólogo.

Prólogo.

 

Los colores me aturdían, lo que mis ojos estaban preciando era más de lo que mis padres y Gema me habían contado, de hecho, no se parecía en lo absoluto a lo que me habían contado, superaba mis expectativas de una manera increíble.

Hace unos minutos un aura negra se generó frente a nosotros, y aunque tal vez desconozca aun muchísimas cosas de este mundo, siento la maldad emanar de esa bruma maligna, todo era más de lo que pensé que sería.

Toda era tan... fantástico. No podría creerlo si no estuviera pasando frente a mis ojos.

Mi poder ya estaba al límite, sentía toda la fuerza escapar de mi cuerpo lentamente, no debí haberlo desgastado de esa manera tan descuidada.

Frente a mis ojos estaba Alexandra peleando contra un altiorem. Sentí una gran cantidad de energía acumulándose justo donde estaba esa presencia maligna sedienta de sangre.

En el aire frente a esa bruma oscura se empezó a generar una luz brillante cargada de energía, no tenía forma alguna, pero se sentía la energía bullendo en la luz. Cuando la lanzó esta se dividió en partes más pequeñas que se dirigieron a una misma dirección, toda esa energía iba dirigida hacia a Alexandra.

Mi corazón latió desesperado, el altiorem con el que ella se enfrentaba vio la energía dirigirse desde la distancia, vi como formó una sonrisa completamente siniestra, su rostro se transformó completamente en una mirada engreída, Alexandra se detuvo a verlo, y él aprovechó ese momento de distracción para desvanecerse en el aire.

- ¡ALEXANDRA! ¡CUIDADO! – Grité desgarrándome la garganta, mi aviso no llego a tiempo pues la energía la golpeo por diferentes partes del cuerpo mandándola a volar lejos de donde estaba.

Me quedé de shock, esperé 5 valiosos segundos, esperando que se levantará y me dijera que estaba bien, pero solo era una fantasía formada en mi cabeza.

No podía apartar la vista de su cuerpo yaciente en el suelo, estaba ahí, sin moverse, sin levantarse. Me obligue a salir de ese estado de shock, no era el momento para derrumbarse, algo muy valioso que había aprendido a lado de Alexandra era a no darme por vencido por mas jodidas que estuvieran las cosas.

Corrí hacia ella lo más rápido que pude, mi corazón estaba cerca de colapsar, me faltaba el aire y me temblaban las piernas, tenía ganas de llorar y el miedo comenzaba a invadirme.

Estaba asustado.

Llegue hasta donde estaba su cuerpo, me deje caer con las rodillas contra el suelo, sin importarme el ardor que sentí después de eso. – Oye Alexandra, hey Alex, despierta. – Le di leves toques en la mejilla, pero no hubo ninguna respuesta por su parte, para ese momento ya estaba completamente desesperado. – Vamos Alex, abre tus bonitos ojos... por favor. – Mi voz se quebró a la mitad de la frase, deje que mi frente descansara contra la de ella, ya no tenía fuerza, sentía que estaba a punto de desmayarme. Abrí los ojos rápidamente.

No respiraba. Busque su pulso con mis dedos en la zona de su cuello.

Comencé a hiperventilar, sus pulmones no recibían oxígeno, pero su corazón latía débilmente, en cualquier momento podía entrar en un paro respiratorio. No podía perderla.

- ¡GEMA! ¡AYUDAME! – Tal vez fue la desesperación de mi grito lo que hizo que Gema volteara en ese mismo instante aun cuando tenía dos problemas enfrente de ella. Abrió sus ojos con terror cuando vio el cuerpo inconsciente de Alexandra junto a mí.

Uno de sus contrincantes aprovecho ese descuido para atacarla por su derecha, sin embargo, los sentidos de Gema fueron mejores al girar rápidamente en su dirección y darle en el rostro con su puño cerrado justo en el momento en el que hubo una explosión cerca, parecida a la de un relámpago. Una gota paso frente a mis ojos en cámara lenta y cayo por el rostro de Alexandra como si fuera una lagrima traviesa que había decido mostrar un poco de vulnerabilidad en la frágil figura que mostraba Alexandra.

Regresé la vista al frente, el tipo que atacó a Gema se intentaba poner de pie, ella rápidamente se acercó para darle una patada en el rostro y mandarlo directo al suelo, susurró unas palabras que no logré escuchar, lentamente comenzó a volverse hielo brillante hasta que explotó en miles de partículas. Sería algo hermoso de contemplar, si no supiera de donde provenían esos copos de nieve. 

El segundo oponente observó cómo su compañero caía a manos de Gema, con terror en sus ojos, salió huyendo antes de tener el mismo destino que su otra mitad. Un segundo después Gema agitaba bruscamente el cuerpo de Alexandra.




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