SYNA
El sol se encuentra en lo alto del cielo, el calor que irradia es casi agobiante.
Ulises sostiene mi mano con la mirada baja y juega con su pie, moviéndolo de un lado al otro, trazando dibujos abstractos en la tierra.
Me agacho frente a él y sostengo su barbilla para que me observe.
—Te quedarás con Dorian, ¿si? —estoy a punto de marcharme nuevamente y un un remolino de emociones me atacan, quiero irme pero a la vez no —Él te cuidará.
—Pero...tu… —es incapaz de terminar la frase, sus ojos se llenan de lágrimas y comienzan a deslizarse por sus mejillas.
—Vendré a visitarte, lo prometo —aquello parece calmarlo un poco ya que las lágrimas dejan de correr.
La despedida con los demás es agridulce, hace poco tiempo nos hemos reencontrado y ya nos estamos despidiendo nuevamente. Me siento algo egoísta al volver a irme pero aun peor me siento al no hacer nada por quienes siguen prisioneros.
—No seas cruel con Seb, es un buen chico —le digo a Ezra cuando lo abrazo, este me observa fingiendo confusión —Los he visto.
—Si, no te preocupes, Sy —dice con un leve sonrojo.
El día anterior los había visto muy juntos en el jardín, platicando con sonrisas tontas.
Sebastian siempre fue tímido y reservado con el contacto físico, y con razón, por lo que me sorprendió y alegro en medidas iguales aquella situación. Se que si se dan la oportunidad, algo hermoso puede salir de allí.
Me acerco a Kassia para abrazarla. Luego de unos instantes nos separamos y lo observó extrañada, aquel abrazo fue extraño, se sintió falso, frío. Evita mi mirada y dirige sus ojos a Diablo, quien reclama atención mordiendo suavemente nuestras piernas.
—¿Ocurre algo, Kass?
—No,no, nada —dice titubeante, ignorando mi mirada curiosa.
Por más que insisto ella dice que todo se encuentra en orden, por lo que no me queda más que dejarla en paz. Me alejo unos pasos y cuando estoy por marcharme, sosteniendo la gema que Malcom me dió, veo a Kassia correr hacia mi y sostenerme del brazo.
—Voy contigo —dice segura.
—Kassia…
—Puedo ser de ayuda —mi expresión seria titubea y ella aprovecha aquello para adoptar una expresión lastimera —Por favor...
Dudo, no quiero exponerla a un peligro así pero sé que puede ser de ayuda. Sabe luchar y es una de las mejores.
No puedo negarselo, ya no tiene seis años, es lo que pienso al observarla.
—Bien… —sonríe y me abraza fuerte —No me hagas arrepentir.
—¡Claro que no!
Cuando Kassia se despide de todos, nos marchamos y en pocos segundos aparecemos frente a la gran casa.
El océano se oye de fondo, acompañado por algunas gaviotas.
—Este lugar es hermoso…
—¿Verdad? —cuestiono con una sonrisa —Ven, te presentaré a todos.
La sostengo del brazo y la guió hasta dentro de la casa en donde nos encontramos a Malcom, quien nos espera en la puerta.
—¡Malcom! —grita Kassia al verlo.
—Hola, Kass —dice mientras despeina su cabello, en una acción molesta.
Las presentaciones tardan un rato, todos querían saber sobre Kassia y muchos preguntan por Ulises, por lo que estamos un tiempo platicando con ellos.
Luego nos marchamos junto a Malcom al despacho, nos sentamos y él nos entrega unos papeles que ambas leemos intrigadas.
Son los planos de un edificio pequeño, registros de quienes trabajan allí y los cambios de turnos.
Pero lo que más llama la atención, es el número de personas ,que se estima, están cautivas allí. Alrededor de cien personas.
—Prepárate, Kass —digo mientras me levanto y abro la puerta —Nos vamos en dos horas.
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Editado: 06.12.2021