Amanecía, la casa estaba acogedora y la mañana fue escenario de unos cuantos pajaritos que cantaban. Por lo menos aún había vida animal. Mariana dormía cómodamente. Encendí la televisión para ver si estaban pasando noticias acerca de lo sucedido pero no cogía señal. Salía la pantalla lluviosa. Había pasado 2 meses y aún no creía lo rápido que se había propagado esta "enfermedad".
Había una vieja radio en una mesa pequeña al lado de la cama. Lo encendí y una débil señal estaba siendo emitida la cuál decía:
—Si alguien nos está escuchando manténganse refugiados. Todo el continente suramericano está infectado incluyendo México y estados unidos. Tratan de hacer bombardeos pero cada vez salen más de esas cosas. La destrucción se apodera del mundo; ¿Habrá salvación? ¿Es esta la ira de Dios? *Interferencia* sea lo que sea esta exterminando con la raza hum... *Interferencia* ¡¡AYUDA!!
Mariana despertó con un bostezo y una acostumbrada estirada. Al verme emitió una sonrisa a la vez que me deseaba los buenos días. Nos abrazamos y ella se levantó a hacer el desayuno. Aproveche ese momento para irme a duchar y vestirme. No tarde mucho y salí a los 10 minutos.
Fui a comer y Mariana había hecho 2 huevos fritos y un pedazo de bacon formando una cara feliz. Era creativa al momento de servir la comida a la vez que me parecía demasiada tierna.
Era la 9:00 am y el día que estaba un poco soleado se tornaba nublado, parecía que fuera a llover. Decidimos quedarnos en la casa y no tardó mucho tiempo hasta que la primera gota tocó el suelo. Tronaba muy fuerte y la lluvia se hacía mucho más ruidosa y caía con más fuerza. Había mucho viento y como no había nada por hacer Mariana y yo nos acostamos y empezamos a hablar de nuestro pasado, es decir, cuando todo era normal, nuestras vidas eran comunes y corrientes y no unos jóvenes armados defendiendo su vida a toda costa con seres sacados de historias de terror.
Cuando la lluvia finalizó nos levantamos y nos fuimos de la casa hacia cualquier lugar. Íbamos por una carretera que era una de las 3 avenidas principales de la ciudad la cual era la avenida Santander escuchando música electrónica ya que a Mariana y a mí nos encantaba; obviamente con el volumen bajo para no llamar la atención. Tuve que detenerme en una estación de gasolina para llenar el tanque del auto y también para aprovechar si había galones para llenarlos de combustible para cuando se nos acabara no preocuparnos. El tanque estaba lleno y estábamos listos.
—¿Crees que algún día esto acabe? —Preguntó Mariana.
—Espero que sí. Ojalá esto no acabe con la humanidad pero la verdad pienso que eso puede pasar. El virus se ha propagado muy rápido —Hablé tomando el volante.
De repente un fuerte golpe en la ventada de Mariana nos estremeció. Era un hombre llorando con el brazo sangrando. Él decía:
—!Ayuda! ¡Por favor!
—¿Qué te paso? —Le pregunté
—Una de esas cosas me mordió, lo cargué y lo lancé por un barranco. Estoy muy asustado; ¿Puedo ir con ustedes? jamás creí encontrar a alguien vivo.
Mariana y yo intercambiamos miradas. Sabíamos lo que podría pasar si lo dejábamos subir Afortunadamente era un auto de policía y en la parte de trasera había una malla protectora. Le dijimos que subiera y así lo hizo agradecidamente.
El tipo estaba feliz pero Mariana y yo lo vigilábamos ya que debido a la mordida se podría convertir en zombie, la verdad eso ya era muy de película pero viendo el caso de que toda la ciudad estaba sumergida en la inmundicia todo podría pasar. Quería ver cuánto tardaba en transformarse, pero Mariana no estaba de acuerdo. Era necesario saber cuánto tardaba el efecto.
—Me llamo Robert, gracias por salvarme —Dijo
—No tienes por qué agradecernos —Recalqué —Sólo relájate.
Poco a poco el tipo se estaba volviendo pálido y hacía unos movimientos bruscos. Pasaron 20 minutos y Robert estaba a punto de convulsionar. Le dije a Mariana que bajáramos del auto y que se tranquilizara.
-Saca tu cuchillo y prepárate para matarlo. Dije con la evidente certeza de que el tipo ya no era más humano.
—E... Esta bi... bien —Tartamudeó con nervios.
—Relájate es sólo uno. Si algo sale mal estaré aquí para ayudarte.
—Ok. Pero mantente cerca.
Abrí la puerta y Robert convulsionaba como loco. De su boca salía una especie de espuma y de un momento a otro se quedó quieto. Me aleje rápidamente y Mariana estaba lista y preparada. Se pudo ver como el cuerpo "sin vida" abrió los ojos y gritó. Se levantó con brusquedad, bajó del auto y se abalanzó hacía Mariana. Ella cogía el cuchillo con firmeza, el zombie lanzó un golpe y Mariana para mi sorpresa esquivó el ataque y con un movimiento rápido le clavó el cuchillo de 13 cm del mentón hacia arriba, el caminante hizo un suspiro agudo. Mariana sacó el cuchillo del mentón del zombie y lo clavó justo en la cabeza. Fue tanta la fuerza que logró introducirlo sin dificultad. El cuerpo cayó al suelo.